Ayer pisotearon la constitución y hoy la enarbolan en el marco de una inmensa hipocresía que no logran ocultarla y que la hacen evidente, minuto a minuto, en sus discursos, en sus gestos y en sus conductas…
Hagamos memoria. La historia reciente hay que relatarla con los mayores detalles con más frecuencia de la necesaria porque esta oposición que tenemos sigue incurriendo en los mismos errores que le impiden convertirse en una fuerza política capaz de enfrentar con éxito a este réééégimen atroz que ha cercenado, según su discurso de todos los segundos del día, las libertades ciudadanas y establecido un estado de cosas que lo único que le augura al país es lo peor de los escenarios en todos los órdenes de la vida económica, social y política de su pueblo.
Tengamos presente que los partidos tradicionales y pequeñas organizaciones de la más rancia derecha se opusieron de modo feroz a la propuesta del candidato Hugo Chávez en la campaña para la presidencia de 1998 de refundar la República, sobre la base de convocar al pueblo a un proceso constituyente y fue así, para no profundizar en los detalles, que el desespero los envolvió de tal forma que no hallaban en aquellos momentos cómo enfrentar esa oferta que calificaban de sumamente peligrosa para el statu quo que se había establecido en el país por más de 40 años y que, por los vientos que soplaban, esa propuesta ya había calado en la población de forma mayoritaria y sin poder hacer algo efectivo para contrarrestarla, luego de dar más volteretas que un trompo, tratando de encontrar alguna estrategia para frenarla y derrotarla, creyó haber encontrado una salida por la vía de un extraño consenso, sacando de la manga como su candidato contendor estrella e invencible, a Enrique Salas Roomer y tirando, si mayores explicaciones al cesto de las cosas inservibles, las candidaturas que ya andaban en la calle, con importante entusiasmo una primera, la de la bella Irene Saez y, por último, la del caudillo adeco Alfaro Ucero, a la cual, hay que recordarlo, a muchos de sus propios correligionarios adecos la consideraron como un garrafal error, pues se trataba de un político sin arraigo alguno en las masas adecas.
Llegó diciembre de 1998 y ganó Hugo Chávez la presidencia con una abrumadora mayoría que superó a su rival opositor, Salas Roomer, con más del 16% de la votación.
El barinés asume el mando el 2 de febrero de 1999 y un poco más de dos meses después, el 15 de abril, mediante consulta popular, son elegidos los integrantes de la Asamblea Constituyente, quienes elaboran y aprueban, luego de una amplia consulta con todos los sectores del pueblo, el proyecto del nuevo texto constitucional, el cual se somete a un referéndum consultivo el 15 de diciembre de 1999 y por el voto mayoritario del pueblo es aprobado con el 71,78% de los sufragios. El NO sacó apenas el 28,22%.
Si se revisamos la prensa de la época, de inmediato se pone de manifiesto que quienes adversaron a Chávez en su camino a la Presidencia y se opusieron a que el pueblo votara a favor de esa nueva Constitución, son los mismos que hoy y desde entonces, ya van más de doce (12) años, apalancados y financiados por los autollamados grandes medios de comunicación y la gran burguesía capitalista de la derecha criolla e internacional, no han parado de intentar sacar a Chávez de Miraflores, por cualquier vía, pues la única válida, la democrática, la de los votos, no les ha dado resultado ya en cuatro ocasiones. Pero, por otra parte y he allí la calidad de farsantes que son, que hoy pretenden mostrarse ante el mundo como los que mayormente defienden de esa novísima e inigualable Constitución Bolivariana.
Vale recordar que lanzaron en abril del 2002 un primer golpe de Estado que les fracasó rotundamente, sencillamente porque el pueblo y la fuerza armada unidos impidió que el farsante presidente del empresariado nacional, Carmona Estanga, el cual lograron sentar en la silla de Miraflores, permaneciera allí sólo por apenas 48 horas, tiempo ese suficiente para que su gobierno recibiera el reconocimiento (jamás hay que olvidarlo), de los gobiernos de España, Estados Unidos, El Salvador, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Nicaragua (para ese entonces su presidente era Enrique Bolaños, neoliberal reconocido) y de la inefable Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a través de su vocero oficial, el Secretario General, Santiago Cantón.
De nuevo, a finales de ese mismo año, arremeten ferozmente con un llamado a huelga general indefinida y colocan como la vanguardia de esa nueva intentona golpista, convencidos de que así estaría más que garantizada la salida del “mono barinés”, a la industria petrolera, la cual lograron paralizar casi por completo (tanto que de 3 millones de barriles diarios que producía, según cifras de la Securities & Exchange Commission, se bajó a menos 25 mil), generando con ello una situación realmente dramática y de inmensa angustia en la población, la cual supo con entereza, mucho sacrificio y valentía, enfrentar la carencia de casi todo, desde el gas para encender las cocinas de sus casas, hasta conseguir la comida mínima necesaria para subsistir, todo ello por espacio de más de dos meses que parecieron una eternidad y con todo y esa tragedia que provocaron, sin duda alguna que produjo pánico y miedo al mayor, tampoco pudieron destruir la revolución, la cual salió airosa de esa terrible intentona inhumana e inédita en nuestro país, pues además del inmenso daño que le causaron a la industria petrolera, cuyas pérdidas se calcula en más de 20 mil millones de dólares, así como muertes por cientos de personas de todas las clases sociales que no pudieron ser trasladadas a tiempo a los centros de salud, así como la quiebra de miles de pequeños negocios y la pérdida de empleo a niveles pavorosos, porque si mal no me equivoco, el índice de desempleo se elevó a más de 30%.
El resto de la historia hasta llegar a nuestros días es larga y no creo que haga falta recordarla. La revolución marcha indetenible, asegurando con una mayor fortaleza nuestra independencia y soberanía, pagando cada día y sin pausa la terrible deuda social que dejó al país una clase política podrida que sólo atendió las indicaciones y mandatos del gran capital internacional por más de 40 años ininterrumpidos, mientras la pobreza llegaba casi al 60% y generando, además, las condiciones necesarias para que nuestra primera industria siga siendo la base de sustentación del país productor e industrializado que todos añoramos, ahora con mayores posibilidades de lograrlo en el marco de una política exterior realmente autónoma, que nos permite tener y mantener relaciones con todos los países del mundo…
Solamente sí consideramos necesario reiterarlo, que esa derrota por doble partida de la oposición en el 2002 (el golpe de Carmona y el paro terrorista) no ha sido asimilado, más por torpeza de su dirigencia, que por ingenuidad.*
Continúa a esta fecha manejando de nuevo la estrategia de repetir esos eventos, convencida de que ahora, como lo dicen sus voceros autorizados, Chávez está muy enfermo y que de ese mal no se recuperará, así como que en esta oportunidad sí es verdad que hay un claro vacío de poder, pues no reconoce la legitimidad de la designación del Vicepresidente Nicolás Maduro como encargado de la Presidencia, a quien acusa de haber dado un golpe de Estado Constitucional con el apoyo del “imperio cubano”.
Ante esa realidad que tenemos muy a la vista, es necesario que internalicemos, como no dudo que ya el pueblo y nuestra fuerza armada en su inmensa mayoría lo ha hecho, la necesidad que tenemos de mantener las alarmas encendidas y los ojos bien abiertos para impedir que esos sujetos se atrevan a intentarlo de nuevo.
No creemos que haya una mejor y bien explicada advertencia acerca de lo que hemos planteado, que la que ayer nos hace el Dr. José Vicente Rangel en su artículo bajo el título que hemos tomado prestado para esta nota, el cual publicó el diario Últimas Noticias en su página 17, cuyo texto lo encuentran en esta página digital (hacer clic o copiar pegar en un buscador cualquiera): JVR: “Hay una amenaza por la actitud de ese sector recalcitrante ...
(*) Es tanto su fallo político que hasta su propia gente lo dice. Veamos que lo que ayer 11 de febrero escribe en el diario El Nacional de Caracas, bajo el título "Violencia revolucionaria" (página 7 del Cuerpo 1), el señor Armando Durán, miembro muy destacado de la oposición y quien fue ministro de Carlos Andrés Pérez en su último gobierno, cuando el Caracazo (1989): “ En el fondo, no ha sido suya toda la culpa (se refiere a Chávez) de que la oposición no haya sabido aprovechar las oportunidades para ensanchar la rendija democrática, sino de la propia oposición, a la que hasta ahora le han faltado tres cosas esenciales para recuperar el poder: un liderazgo fuerte, estable y consolidado; un proyecto político alternativo y claro; y unas estructuras sociales y mediáticas que permitieran que sus propuestas llegasen a todos los ciudadanos y no sólo a un sector de la clase media.”
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