Las implicaciones de la evacuación unilateral de los colonos y las
tropas israelíes de la franja de Gaza distan mucho del melodrama
hollywoodesco montado por los pulpos mediáticos. Estos, tan conmovidos por el
desalojo de los asentamientos judíos ilegales, silencian o minimizan los
crímenes de guerra perpetrados cotidianamente por el ejército de Tel
Aviv contra la población civil en los territorios palestinos ocupados.
Comparemos, por ejemplo, la escenografía con que nos bombardearon
machaconamente sobre la evacuación de los colonos con el espacio que otorgan a
la construcción del Muro del Apartheid y las constantes protestas de
los palestinos y las brigadas internacionalistas contra esta acción. El
muro, cuya edificación ha sido declarada ilegal por el Tribunal
Internacional de La Haya y por la ONU, se interna en Cisjordania e impide el
acceso de miles de campesinos palestinos a sus tierra de labor y fuentes
de agua, que ahora quedan en manos de Israel. Su impacto en la ya
exangüe economía palestina será desastroso.
Para entender cualquier paso dado por Tel Aviv es indispensable partir
de algunos hechos. Desde su misma fundación, Israel se basa en una
ideología teocrática, racista y colonialista que lo llevó a desplazar por
la fuerza a gran parte de la población palestina de sus tierras de
origen y a una continua política de guerra y expansión. En la entidad
sionista, que ocupa el ochenta por ciento de la Palestina histórica, tiene un
gran peso político una corriente ideológica ultra, aspirante a una
nueva anexión territorial que le devuelva el espacio al que cree tener
derecho según una interpretación alucinada del Viejo Testamento. Esta
conlleva la expulsión de los palestinos incluso de los territorios ocupados
en 1967. Israel, además, es el aliado estratégico de Estados Unidos en
el Medio Oriente y pieza clave de sus planes de dominio de la región,
por lo que recibe de aquel cantidades astronómicas de ayuda económica y
militar. Puede haber eventualmente diferencias secundarias entre
Washington y Tel Aviv, pero en lo esencial siempre existirá coincidencia.
Esto repercute directamente en cualquier avance hacia la paz en
Palestina, que la política de la Casa Blanca subordina a los intereses del
Estado hebreo.
Entonces, ¿cómo leer la evacuación de Gaza? Aunque no sea su única
causa, la evacuación encaja en la necesidad apremiante de Bush II de
mejorar su deteriorada imagen ante la opinión árabe e islámica presentándose
como promotor de este paso a “favor de la paz” para aliviar su
desesperada situación en Irak. También, de proyectar al mundo la noción de que
Ariel Sharon abre una perspectiva de solución negociada a la ocupación
de Palestina. Según esto, Israel sería llevado a una posición de
liderazgo en el área con la complicidad de los regímenes árabes títeres.
Gaza constituye sólo una ínfima parte de la Palestina histórica y aún
de los territorios ocupados por Israel en 1967. La evacuación no
significa el fin de la ocupación, toda vez que Tel Aviv conservará el control
de las fronteras, el mar, el espacio aéreo y sectores claves de la
economía como electricidad y telecomunicaciones. Nada ni nadie puede entrar
o salir de la franja sin autorización de Israel, como también ocurre en
Cisjordania. Por otra parte, el Estado hebreo refuerza con el muro los
asentamientos ilegales, que ya cuentan con 230 000 colonos. Baste decir
que se han establecido más colonos en Cisjordania este año que todos
los recientemente evacuados de Gaza y de dos asentamientos de
Cisjordania. Sharon ha afirmado que no existe ninguna intención de retirarse de
Cisjordania ni de Jerusalén este. Llegó a proclamar que los colonos
permanecerán allí «por toda la eternidad». Bush, por su parte, ha dado a
entender que no sería «realista» esperar el desalojo de todos los colonos.
Este cuadro aleja cualquier solución verdadera de paz no obstante el
doble discurso de Washington.
Pero hay otro ángulo a considerar sobre la retirada de Gaza. Y es que
no habría sido posible sin la desigual y persistente resistencia
palestina, armada y de masas, contra un enemigo dotado de los medios de
combate más modernos.
Lo mismo es válido para el pequeño moviendo pacifista de Israel.
La resistencia es lo único que puede doblegar a Tel Aviv. Aunque sea un
movimiento táctico de Sharon y Bush, ellos no habrían hecho ni siquiera
esta pequeña concesión de no existir la tenaz rebeldía palestina.