Las históricas revelaciones del espía arrepentido de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos de América, Edward Sowden, sobre la inmensa operación de espionaje realizada por los miembros de las diversas agencias de espionaje de los Estados Unidos de América contra sus enemigos, rivales e inclusos, países amigos y aliados de la Unión Europea, ha abierto un debate sobre la filosa frontera entre el legítimo derecho de un Estado de recabar información relevantes sobre su situación interna y la de otros Estados, con la finalidad de diseñar y ejecutar su política internacional de cooperación y seguridad nacional y, las actividades dirigidas a recoger tales informaciones apelando a medios humanos y tecnológicos que realizan instrusiones no autorizadas en países, instituciones públicas y privadas y personas ajenas a sus gobierno, para capturar datos, hasta personalísimos, que violan flagrantemente las leyes internacionales y la soberanía jurídica y política de otros Estados y vulneran el Derecho a la Privacidad que toda persona tiene, sin discriminación de nacionalidad, condición social, orientación o nacionalidad o pertenencia a algún grupo étnico.
En estos tiempos modernos el espionaje practicado por las potencias mundiales a dejado de ser una actividad circunscripta a los asuntos militares y de alta política de Estado y limitada a personajes exóticos como Mata Hari o a el del capitán Dreyfus, - motivos temáticos del cine de Hollywood - para convertirse en una actividad global, permanente, multi-temática y altamente sofisticada, que involucra a miles de fuentes humanas y utiliza los más avanzados medios tecnológicos de intrusión profunda de escenarios, recepción satelital de datos y encriptación de información, que lo deberían hacen invulnerables a los ataques de sus rivales y enemigos e insuperables frente a los tradicionales instrumentos que todavía disponen la mayoría de los países del planeta.
Toda actividad humana es una fuente de información y toda actividad que se realiza es del interés del espionaje global, convirtiendo el espacio geográfico, poblacional, económico y ambiental de un Estado en base infinita de datos que son del interés de estas verdaderas organizaciones violadoras de soberanías, en donde no solo se involucran clásicos funcionarios de inteligencia y oficiales diplomáticos y consulares, sino que incluyen grupos especializados de las corporaciones transnacionales y de compañías privadas que sirven de “contratistas” al servicio de gobiernos, empresas e individuos con interés en el escenario internacional y, últimamente, al interior de sus propios Estados, al convertir a sus ciudadanos y, especialmente, a los extranjeros que viven en sus territorios, como funcionarios, empresarios o por otras causas, en objetivos de inteligencia, con el pretexto de la lucha contra el terrorismo y en defensa de la seguridad nacional.
En el siglo pasado, como consecuencia de las alianzas políticas y militares construidas por los bloques de Poder Mundial, la actividad del espionaje se “cartelizó” al surgir la OTAN y el Pacto de Varsovia como las alianzas militares dominantes y ello condujo a una relación de cooperación entre los integrantes de tales bloques en materia de intercambio de información con el objetivo común de mantener la vigilancia sobre el enemigo común pero, como en materia de espionaje no existe el factor “confianza”, finalmente las agencias de espionaje de cada país aliado compartían con sus pares la información que estimaba conveniente e incluso, deformaban algunas con el fin de realizar operaciones de contraespionaje para probar la fidelidad de sus “socios” o introducir en sus circuitos de inteligencia algunas informaciones de “bandera falsa” para medir sus reacciones frente a otros países o determinantes acontecimientos relevantes.
La pretensión del gobierno de los Estados Unidos de América de imponerle al resto del mundo – incluyendo a sus aliados subalternos de la OTAN – un Estado Global con “Justicia” universal, intervención militar preventiva y subordinación financiera, ha terminado por provocar, con la denuncias del ciberperiodista Julián Assange, el soldado analista militar Bradley Manning y espía Edward Snowden, una seria ruptura de la confianza de sus aliados estratégicos de Europa, Asia y América del Norte y, puesto en entredicho, la fiabilidad de la seguridad de sus agentes, medios y datos de inteligencia, por cuanto ha decidido utilizar a la gran fuente de inteligencia que es la Internet ( Julián Assange dixit) en un coto cerrado de sus operaciones de espionaje, penetrando los sistemas de seguridad de sus aliados y atreviéndose a realizar sus acciones de espionaje a los Jefes de Estado y de Gobierno aliados miembros del Grupo de los Ocho , G 8, en donde se supone que los Estados Unidos de América negocia con estos ellos y la Federación Rusa, asuntos relevantes de la seguridad, la política y la economía mundial.
Esta orwelliana y demencial conducta del gobierno de los Estados Unidos de América demuestra la ausencia de límites morales, políticos y jurídicos del Premio Nobel de la Paz 2010, Barack Hussein Obama, en el respeto de las relaciones con los otros Estados, confirmando la denuncia del Comandante Fidel Castro, acerca del peligro que representa la conducta de este Estado Forajido para la sobrevivencia de la Humanidad y su hermoso planeta azul la Tierra.