Para nosotros, los seguidores de las ideas progresistas y de avanzadas, los de eterna revolución y eterna rebeldía contra las injusticias, conmemoramos el pasado miércoles otro día más del nacimiento del hombre más grande de América, Simón Bolívar. Toda una figura inmensa, todo un cuerpo hecho América, todo un barro que supo cristalizar sus pensamientos en un ideario diario de libertad, de soberanía, de justicia, de paz y de amor. Simón Bolívar, quien nos dejó como herencia estos países libres de una América mestiza y pluricultural, humilde y noble, atiborrada de hombres y mujeres de buena voluntad, amantes de la sana convivencia y de la paz; y lo más hermoso, pueblos llenos de dignidad y lucha que durante centuria sobrevivimos a los atropellos de las potencias imperiales.
Simón Bolívar fue todo. Un inmenso hombre que nació rico y murió pobre por la noble causa de una dura lucha a muerte contra el primer imperio de ese entonces: España, quienes tuvieron que morder el polvo de este suelo que habían mancillado, vejado y saqueado durante tres siglos. Bolívar un hombre hecho guerra, una guerra para conseguir la independencia y la paz. Sin embargo, los días postreros fueron peores que los primeros.
La guerra federal dejó más muertos que la guerra de independencia, las traiciones, las opulencias, las oligarquías, toda una tragedia que se nos vino encima y que terminó por doblegar otra vez al pueblo a espacios casi peores que los anteriores. De allí vino la revolución industrial, la expansión del capitalismo, aparecieron los medios y el cuento que todos sabemos de la dominación imperial de los Estados Unidos. Un país que se dedicó a expandir sus fortalezas para saquear los recursos de los más débiles, dominar las mentes con sus medios, con la industria del cine y la música. Un imperio que se fue formando en el tiempo y que tiene sus brazos más poderosos en las carreras armamentistas y farmacológicas. Un imperio decadente, asesino, brutal, genocida, que como toda riqueza tiene en los países sus lacayos, sus perros de caza, que no son otros que los miserables apátridas, que por unos cuantos dólares son capaces de vender la soberanía, la independencia y la patria.
Así anduvimos otro tiempo más, con una fauna de políticos cuartorepublicanos que se bajaban los pantalones ante el Imperio y se quedaban con algunas dádivas que este les dejaba a costilla de llevarse el petróleo y nuestras riquezas, pese a dejar a las inmensas mayorías a una pobreza generalizada. Y Bolívar? Y ese sueño Libertario? Ese Bolívar había sido adormecido y sepultado en un Panteón, donde ellos sólo iban los 24 de julio para “cerciorase que estaba bien muerto” , como lo cantaba Alí Primera.
Gracias a la llegada de Chávez, nuestro gigante, vino a despertar en cada uno de los venezolanos ese Bolívar Libertador que todos llevamos dentro y que nos compromete a dar cada momento de nuestra existencia por cultivar esta Patria que hemos heredado de nuestro Libertadores y de nuestro Hugo Chávez que también dio la vida por abrirnos los ojos de las desgracias a que nos habían llevados esos adecos y copeyanos, junto a bandoleros de los medios y un grupito oligarcas, quienes regalaban las riquezas de este suelo.
Ahora tenemos patria, ahora vemos como se han venido ampliando los centros de salud, como se ha ampliado la matrícula educativa, como hay acceso a la comida, al bienestar, a un mejor vivir, a una seguridad social, a una vejez digna, entre tantas virtudes; y que cada día vamos a seguir construyendo una patria mejor con la inclusión y participación de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que somos la mayoría de los venezolanos. Al conmemorar el día del natalicio de El Libertador Simón Bolívar, festejamos con alegría de saber que vive y se perpetúa en nuestra conciencia y compromiso que tenemos con nuestros hijos y los niños del futuro.