El 25 de julio de este 2013 se realizó en el Centro de Estudios Rómulo Gallegos (CELARG) en Caracas un foro que se tituló “El fantasma de la libertad” en el que fueron ponentes el economista Mark Weisbrot y el analista de política internacional Alex Main, director e integrante respectivamente del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR) de los Estados Unidos.
Mark Weisbrot centró su exposición en el caso Snowden, el espionaje global y la situación interna de los Estados Unidos, mientras que Alex Main se refirió a las formas de injerencia de los Estados Unidos en América Latina, su historia reciente y su situación actual.
Ambos ponentes, representantes de las visiones de izquierda actuales en los Estados Unidos, manejaron sus exposiciones en un contexto de análisis muy cercano al que podemos manejar desde estas tierras del Sur aquellos que intentamos entender la geopolítica, las sociedades y la historia de nuestro entorno con vistas a construir un mundo más justo. Con las lógicas diferencias debidas tanto a la óptica cultural como a la formación ideológica (y hasta el idioma), las líneas generales expuestas coincidieron con las opiniones y posiciones mayoritarias de los asistentes al foro. El nivel de experiencia, de militancia y de compromiso de la mayoría de estos asistentes permitió que esas exposiciones se fueran convirtiendo, a través de comentarios y preguntas, en un verdadero y fructífero diálogo.
Los temas principales expuestos fueron pronto complementados por el complejo número de variables y circunstancias que los rodean. A pesar de las coincidencias en la visión y el análisis, la teoría dice que estos encuentros son imprescindibles porque permiten que con la participación de los diferentes enfoques, surjan nuevas ideas y líneas de análisis. En este caso esto fue demostrado de inmediato, en el propio transcurrir del foro.
Ambos ponentes aportaron en primer lugar un elemento que posiblemente les esté claro en su cercanía al centro del poder, pero que para nosotros puede estar más oculto en medio de la desinformación y deformación con que recibimos la situación en los EEUU. Coincidieron que los Estados Unidos (refiriéndose a sus instancias de poder y a su opinión pública) no han logrado reconocer los cambios sucedidos en América Latina en estos últimos veinte años. Algo que muchas veces sospechamos, pero siempre teniendo la duda de que la visión imperial no puede ser tan unidimensional y de miras tan cortas. Siempre con la desconfianza que posiblemente hubiera algo oculto detrás de esa visión tan simplista que los Estados Unidos mantienen con respecto a nosotros (manteniendo la necesaria mirada “conspiranoica”1). Desde el propio corazón del monstruo, gente con nuestras mismas preocupaciones, nos confirma la realidad de esta visión tan simplista. Esta visión explica también la naturalidad con que el Secretario de Estado Kerry nos calificara recientemente como su “patio trasero”. Nada ha cambiado para ellos.
Y eso explica también con más claridad la forma en cómo los Estados Unidos mantienen sus esfuerzos de injerencia en nuestro continente. La estrategia y la táctica son las mismas que empezaron a utilizar en los años 60 del siglo anterior, que suspendieron por alrededor de una década cuando apoyaron (Kissinger por medio) las dictaduras militares en nuestra región, bajo la doctrina de la “seguridad nacional”, pero que volvieron a emplear a partir de que las dictaduras militares les demostraron que no eran regímenes (a diferencia de las dictaduras personales aupadas en décadas anteriores: Batista, Trujillo, Somoza, etc) demasiado estables. En ese momento se hizo real el principio que el control político no puede mantenerse demasiado con el mero poder de las armas. A partir de allí, los Estados Unidos volvieron a utilizar los métodos para la dominación que habían empleado desde principios del Siglo XX sobre su “patio trasero”. (Presión diplomática, sistemas de espionaje, ONGs financiadas por USAID y otras instituciones, compra de políticos corruptos, manejo de instituciones transnacionales –OEA, FMI. Banco Mundial y demás– apoyo político y económico a las derechas locales, etc.).
Planteado esto, en el diálogo se consideró que si bien Estados Unidos considera a los gobiernos de “izquierda” o “progresistas” que no responden a sus intereses como muy molestos y busca su caída, considera y sigue repitiendo hasta el cansancio la fórmula de hacer llegar al poder en forma democrática o a través de los nuevos “golpes suaves” a las fuerzas locales que los apoyan, aunque en la práctica, exceptuando en los casos de pequeños países con fuertes derechas (Honduras, Haití, Paraguay) esta política haya fracasado sistemáticamente (en Venezuela, Bolivia, Ecuador). También se analizó como si bien básicamente la política es la misma, se ha modificado en varios aspectos y se adapta a las circunstancias actuales (respecto al volumen de financiación a las derechas por ejemplo).
De parte de los asistentes se consideró que esto hasta puede ser beneficioso para nosotros, ya que los latinoamericanos estamos bastante claros (por haberla sufrido durante más de medio siglo) de esa política y sus métodos, y que hemos venido desarrollando las formas de resistirla (uno de los ejemplos podría ser que ya nos adelantamos a los hechos, y se denuncian los pasos futuros de la injerencia). Se nos dificultaría mucho una lucha que ya desde el principio es muy fuerte si los Estados Unidos desarrollaran a través de su “inteligencia” o sus “Thiks tanks” nuevas formas y métodos de dominación.
El otro elemento que los visitantes aportaron con su óptica desde el interior del Centro, estuvo referido a la verdadera situación interna de los EEUU. Hablando del caso Snowden, cuando se les comentaba que posiblemente no hubiera una reacción importante con sus denuncias (como no parece haberla frente al reconocimiento oficial del presidente Obama de la tortura o el asesinato selectivo como métodos válidos de ejercer la política), o que no parece haber en los Estados Unidos un movimiento real de resistencia masivo tal como lo hubo cuando la guerra de Vietnam, o aún exponiendo como ya no parece haber reacciones masivas (ni en lo interno de los EEUU ni a nivel global) cuando se denuncian hechos como el espionaje orwelliano global (siempre sospechado pero ahora confirmado públicamente) o la utilización del asesinato y la tortura referidos; allí la respuesta fue muy interesante. Aparentemente el sistema de hegemonía comunicacional que mantiene a la mayoría de los ciudadanos de los EEUU viviendo una “realidad” que nada tiene que ver con los hechos reales, no sólo funciona hacia lo interno sino también hacia el exterior. Según nuestros huéspedes los medios corporativos se cuidan muy bien de ocultar realidades sociales que hoy están presentes en ese país. De esa manera no podemos percibir como existe hoy en los EEUU una resistencia masiva, que si bien no tiene las características publicas masivas de los movimientos por los derechos civiles o contra la guerra de Vietnam de los años 60, es sin embargo muy importante. Y que por ello también es tan importante que no trascienda. Un ejemplo concreto que nos daban es como más del 75% de los norteamericanos consideran que los actos de denuncia de Snowden son válidos y deben apoyarse. Otros ejemplos nos fueron mostrando como la situación de resistencia en EEUU es mucho más importante de lo que podemos apreciar desde aquí. Aunque –y así lo dejaron claro– la situación interna norteamericana no es en absoluto pre–revolucionaria, sin embargo el avance a nivel masivo del cambio de óptica de su población está más adelantado de lo que pareciera. Un nuevo ejemplo además de cómo la hegemonía mediática es absolutamente totalitaria, como funciona en varios niveles y desde muchos ángulos.
Es muy claro que en estas apretadas líneas no es posible reproducir todo lo importante acontecido y expuesto en este foro (por suerte existe un registro audiovisual realizado por la compañera Liliane Blaser). Nuestra intención ha sido mostrar con un par de ejemplos significativos, como una vez más queda demostrado que la pelea es una sola. Que es necesario que todos aquellos que en los distintos lugares del planeta están dispuestos a enfrentar el tambaleante status quo y a desarrollar nuevas alternativas para el futuro –sobre todo en esta época de comunicaciones múltiples– mantengan no solo el contacto sino que desarrollen sistemas comunes de trabajo. La antigua consigna del Siglo XIX de “proletarios del mundo, uníos” sigue estando vigente, hoy abarcando mucho más que a los obreros, incluyendo los nuevos estamentos sociales que han llegado al protagonismo en el desarrollo de los procesos históricos. La contribución de los compañeros desde el corazón del Imperio nos da nuevas armas para esta larga, compleja y extensa pelea en la cual estamos comprometidos.
Por la limitación señalada, tampoco hemos registrado aquí los posibles colaboraciones que nuestra experiencia y nuestras visiones pueden haber servido a nuestros invitados (que se dieron en el foro), Creímos que con mostrar dos ejemplos de sus reflexiones estamos cumpliendo con la intención de reafirmar nuevamente viejas ideas y conocimientos.
Una vez más la comunicación y la colaboración desde todos los espacios posibles representa –en este mundo tan globalizado– una práctica absolutamente indispensable para llevar adelante las propuestas y acciones para un mundo mejor.
1 Término utilizado por la compañera Cristina González y que adoptamos rápidamente, por considerarlo absolutamente adecuado y creativamente descriptivo.