la depresión económica de EEUU, el magnicidio de Obama y la nueva guerra mundial

La Segunda Gran Depresión Capitalista se instaló en Estados Unidos desde 2008; con cifras que hacen palidecer el “crack” económico de 1929, Washington no ha logrado salir del caos en el que está inmerso. Su papel de superpotencia está mermando en las coordenadas globales y cada vez más es opacado por el grupo de países emergentes denominado BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica). Los riesgos de fragmentación territorial de EEUU y de la insurgencia de milicias armadas tampoco pueden descartarse; la preponderancia aquilatada por los yanquis, después del fin de la Segunda Guerra Mundial, llegó a su clímax en el decenio de 1990 y desde entonces ha venido en declive. Ni siquiera la desaparición de su peor enemigo, la antigua Unión Soviética (URSS), ha podido cimentar el liderazgo de EEUU en el mentado Nuevo Orden.
En 1989, al caer el Muro de Berlín, se pontificó en la prensa burguesa sobre el supuesto “fracaso del comunismo”, frase que denotaba la ignorancia de quienes la expresaban. En realidad, el ser humano nunca ha conocido el comunismo científico propuesto por Marx y Engels. Lo que sí se instauró en la ex URSS y los fenecidos Estados obreros deformados de Europa del Este, fue una manera de construir el socialismo con aciertos y errores. En 1989, por mucho menos de lo que hoy padece el capitalismo, se satanizó el marxismo y se le tildó de experimento fallido, utópico. Algunos hasta equipararon el socialismo con el nazismo o el fascismo: una manifiesta estrategia de la derecha internacional para enterrar a la izquierda. Pero al analizar en frío la situación de los Estados obreros deformados, en 1989, podemos constatar que –a pesar de que en Occidente se hablaba de “la crisis del comunismo”- en ninguno de esos países la gente perdía sus casas por tener deudas con el banco, verbigracia. En el mentado “socialismo real” no había mendicidad en las calles, ni delincuencia y mucho menos desempleo. Las tasas de desocupación laboral en la ex URSS y las naciones del Este europeo, eran prácticamente de cero. A pesar de ello, la plutocracia universal afirmaba que “el comunismo era un fracaso”. Sin embargo, llama la atención que EEUU está en depresión desde hace seis años y millones de personas se han quedado sin empleo, millones también están en la calle por deudas hipotecarias y otros tantos millones han caído en la pobreza más abyecta, pero ningún “gurú” ha osado platicar de la obvia catástrofe del sistema de la plusvalía. Uno de cada seis estadounidenses se halla en la estrechez económica (en 2009 era uno de cada 12) y 49 millones sobreviven con los cupones de alimentación; cadenas minoristas como Walmart reportan seis trimestres continuos de pérdidas porque las capas medias, desde Texas hasta Dakota del Norte, están en quiebra. ¿No es mucho peor la situación de EEUU hoy en día si la contrastamos con la ex URSS de 1989? La hipocresía del discurso tecnócrata es evidente. Por cierto, los mismos que nunca pronosticaron la burbuja inmobiliaria en EEUU, por ejemplo, son los que tienen 15 años augurando un cataclismo económico en Venezuela. Sin comentarios.
Una de las pruebas de la depresión bárbara en EEUU es la crisis del empleo. Las cifras oficiales, ya de por sí cuestionadas, ubican el paro en 6,7%. Algunas fuentes que critican los métodos burocráticos para determinar si alguien está o no desempleado, lo suben hasta un 14% o más de 22 millones de personas. Un asesor de Wall Street, David John Marotta, ha ido más lejos y establece un escandaloso guarismo de 37,2% (*), lo cual sobrepasaría con creces los índices de la Gran Depresión de 1929 (25%). Con estos números, el escenario de EEUU sería más desolador que el de España o Grecia, con indicadores oficiales de desempleo de 26 y 28%, respectivamente. En tres años, ocho urbes gringas han abrazado la bancarrota, entre ellas Detroit, otrora enclave automotor. Desde 2008, 495 bancos se han declarado en quiebra en EEUU y las ejecuciones hipotecarias han dejado a más de cinco millones de personas sin vivienda. Si asumimos que cada individuo víctima de estas medidas tiene un núcleo familiar de tres personas adicionales, pues la cuantía de gente sin hogar debido a las ejecuciones hipotecarias, en EEUU, desborda los 20 millones. En el peor año de la Gran Depresión, 1933, la tasa de ejecución hipotecaria era un poco mayor al 1%. Unas mil casas por día entraban en el terreno del “foreclosure”. Desde 2008, un promedio cotidiano de unos 5.479 hogares han sido tomados por los bancos en EEUU, lo que representa entre un 3,4 y un 3,5% de la tasa de inmuebles con hipoteca (**). No cabe duda: los indicadores de crecimiento económico, así como las cifras de desempleo, están manipulados por Washington con el fin de evitar el pánico en el ámbito financiero.
 
La flor que faltaba a la corona luctuosa de EEUU era la del “debt ceiling” o “techo de deuda”. Debido, en enorme medida, a las aventuras militaristas imperialistas en cualquier recoveco del orbe, los yanquis han acumulado una estratosférica deuda pública que remonta los 14 mil millones de dólares anuales (más del 100% del PIB) y un déficit fiscal de 680 mil millones. La solución de la Reserva Federal (banco central) ha sido la de intensificar el grifo de dinero inorgánico con la anuencia de los legisladores; por tal razón, se han dado las coyunturas de vencimiento de los “debt ceiling” que han puesto en jaque al “establishment” estadounidense. Si en algún momento no pudiese concretarse la elevación del “techo de deuda” en EEUU, éste entraría en cesación de pagos o “default”. C’est-à-dire, no lograría honrar sus deudas con los acreedores y yacería literalmente en bancarrota. Aunque para algunos suene descabellado, ese día está muy cerca. La creciente amenaza del grupo BRICS de sustituir el dólar estadounidense como moneda de reserva, ha llevado a los yanquis a la desesperación. Si el billete verde pierde el privilegio de marras, sería la estocada mortal al Imperio. Por lo anterior, Estados Unidos necesita una novel conflagración mundial donde sus adversarios sean la Federación Rusa y la República Popular China, ya que estos lideran la propuesta de desligar el dólar del sistema económico global. En añadidura, la deuda de Washington con Beijing es impagable (más de 1.200 billones de dólares) y el complejo militar-industrial desea zafarse –a como dé lugar- de ese incómodo compromiso con los asiáticos. Ahora bien, ¿cómo iniciar esa nueva confrontación planetaria?
 
EL ASESINATO DE OBAMA PARA ENCENDER LA MECHA: UN “COPYCAT” DEL MAGNICIDIO DE JFK
 
En 2013 se conmemoraron 50 años del asesinato del Presidente John Fitzgerald Kennedy. A pesar de toda la desinformación barata vertida sobre el caso y el mito del “tirador solitario” acerca de Lee Harvey Oswald, el tiempo ha demostrado que Kennedy fue ajusticiado por propios. En realidad, el 22 de noviembre de 1963 se consumó un Golpe de Estado en EEUU. JFK había firmado la Orden Ejecutiva #11110 que perjudicaba a la Reserva Federal (***), se oponía a una intervención más directa en Vietnam y estaba teniendo un acercamiento “peligroso” con la extinta URSS. Para colmo, su actitud durante la invasión mercenaria a Playa Girón, en Cuba, fue considerada como una traición por el exilio batistiano de Miami. Sólo que el magnicidio de Kennedy no desató una guerra mundial porque estaba muy fresca, en EEUU, la “Crisis de los Misiles” y el pánico a una hecatombe nuclear estaba aún en su clímax. Pero, luego de eliminar a JFK, Washington libró su cruzada belicista en Indochina y brindó dividendos a la industria armamentista.
 
Barack Obama, primer mandatario afroestadounidense, es el candidato a reeditar la tragicomedia de Elm Street y todas las graves consecuencias que se deriven de ello. Así como el derribo de las Torres Gemelas sirvió de pretexto para invadir a Afganistán e Irak, el muy probable asesinato de Obama daría un renovado impulso a las pretensiones hegemónicas de EEUU en el orbe y colocaría en segundo plano la agudización de la depresión económica. El “establishment” yanqui volvería a apostar por la guerra, tal como lo hizo tras el “crack” de 1929. El financiamiento descarado de grupos de choque en Ucrania (antes del derrocamiento de Yanukóvich) y Venezuela, por parte de EEUU, despliega el tapete infame de lo que está por venir. Al provocar desestabilización en Kiev y Caracas, Washington persigue provocar a Moscú y a Beijing. Donetsk y Lugansk, verbigracia, podrían ser el epicentro de una confrontación bélica entre Oriente y Occidente. En su virtual decadencia, EEUU hará todo lo posible por salvar al dólar y preservar su deshilachado dominio global.
 
Los movimientos revolucionarios del planeta deben cohesionarse en un bloque indestructible ante la arremetida del imperialismo y el capitalismo en depresión. Debemos evitar la contienda que se nos pretende imponer desde el complejo militar-industrial estadounidense. El exhorto es también a las masas dentro de EEUU, para que neutralicen las abominables estratagemas de los halcones de Washington y detengan una espiral que nos conduciría a la extinción.
 
ADÁN GONZÁLEZ LIENDO
@rpkampuchea
 
(*) Asesor de Wall Street asegura que tasa real de desempleo en EEUU es de 37,2%: http://www.aporrea.org/internacionales/n243815.html
 
(**)  How Many People Have Lost Their Homes? US Home Foreclosures are Comparable to the Great Depression: http://beforeitsnews.com/alternative/2013/05/how-many-people-have-lost-their-homes-us-home-foreclosures-are-comparable-to-the-great-depression-2651698.html
 

(***) El cuatro de junio de 1963, JFK intentó arrebatar a la Reserva Federal su poder de prestar dinero –con interés- al gobierno estadounidense. La Orden Ejecutiva #11110 devolvía a la Administración Federal la facultad de emitir dinero con respaldo en las reservas de plata del Tesoro de Estados Unidos. Esta decisión hería de muerte a la Fed: http://www.john-f-kennedy.net/executiveorder11110.htm



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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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