Los arrumacos y alabanzas del inquilino de la Casa Blanca a Michel Bachelet, recientemente electa presidenta de Chile por segunda vez, no son de gratis y la correspondencia de la mandataria sureña a los halagos, denotan que no le desagrada que el coloso del norte considere a Chile, un modelo de democracia, que puede resultar muy importante en la lucha para combatir en la región los “puntos de conflicto” que aún persisten en el área de la democracia. No hay que ser un experto para saber a cuales puntos de conflicto se refiere el “Premio Nobel de la Paz”, que mantiene, en llamas al Medio Oriente y a un importante sector de Euroasia. con su política exterior.
“Los puntos de conflicto” en la región evidentemente que los lidera Venezuela, con su revolución bolivariana, conjuntamente con Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Uruguay, El Salvador, Argentina, Brasil, el Caribe, y demás países del Continente donde existen gobiernos independientes y soberanos que toman sus propias decisiones, sin consultar a ningún centro de poder.
Michel Bachelet, a quien Barack Hussein Obama, refirió como su segunda favorita, asociándola a su esposa, Michel Obama, también se deshizo en elogios para Estados Unidos, de acuerdo a las reseñas de prensa. La mandataria austral, celebró el hecho de cumplirse diez años del tratado de libre comercio entre ambos países, que ha hecho de Estados Unidos, el principal inversionista extranjero en su país. En el mismo renglón, expresó el interés de su gobierno de continuar profundizando la “fuerte y madura relación” que mantiene su país con los EEUU, con el que espera avanzar en “áreas como energía, educación, ciencia y tecnología o las relaciones entre los dos pueblos”.
Más clara no puede estar en su camino de privilegiar las relaciones de Chile con Estados Unidos, que busca a través de la Alianza del Pacífico, integrada por México, Perú y Chile, frenar la avanzada de la llama bolivariana que que mantiene ardiendo la pradera suramericana y cuyo fuego se expande a Europa, África y otras regiones del mundo.
El presidente norteamericano en su desmesurada alabanza a su invitada y al país que representa, en salón oval de la Casa Blanca expresó.“Chile ha sido capaz de hacer transiciones constantes de gobiernos de centro izquierda a gobiernos de centro derecha, pero siempre de forma consistente con las tradiciones democráticas”
“Obviamente, esas tradiciones costaron trabajo y la presidente Bachelet sabe mejor que nadie lo difícil que fue lograr la democracia, y el hecho de que ahora Chile respete y luche por el proceso democrático en todo el espectro político lo convierte en un gran modelo para todo el continente”, señala Obama
Obama también sabe mucho de eso, porque fue justamente esa misma patota, que el representa la que en su momento patrocinó a través de la ITT (International Telegrafic and Telephone ) y la CIA, el golpe de Estado y el asesinato del presidente Salvador Allende, para acabar con el gobierno de la unidad popular, primer triunfo revolucionario por la vía electoral, con un programa socialista, que abría nuevos horizontes para la patria de Bernardo O'Higgins Riquelmi. Luego del cruento golpe, vino un oscuro período de 17 años de corrupción, represión, asesinatos en las calles de líderes revolucionarios por parte de los cuerpos de seguridad del Estado, desapariciones forzosas y torturas, comandado por el
sanguinario Augusto Pinochet, que con el apoyo del Pentágono, la Casa Blanca y la Unión Europea, ahogó en sangre inocente las esperanzas de libertad del pueblo chileno.
La aspiración de Obama es clara, utilizar sus relaciones con la presidenta sureña, para torpedear el movimiento bolivariano y fue directo en el planteamiento a su invitada: “ha habido un gran progreso en términos de democratización, en parte debido al liderazgo de Chile, pero obviamente quedan puntos de conflicto que tenemos que intentar afrontar así como temas de seguridad en áreas como Centroamérica y el Caribe”. Obama, dijo a Bachelet que Chile, “puede servir como líder en muchos asuntos, desde las misiones de paz a la resolución de conflictos, pasando por el cambio climático”, y seguir siendo así “una fuerza positiva en el mundo”. La relación entre EEUU y Chile va “más allá de cualquier partido político” y se mostró seguro de que su sucesor en la presidencia estadounidense, que llegará a la Casa Blanca en 2017, tendrá “la misma relación excelente”.
La visitante, no titubeo en afirmar, que su disposición es de:profundizar la “fuerte y madura relación” que mantiene su país con los EEUU, con el que espera avanzar en “áreas como energía, educación, ciencia y tecnología o las relaciones entre los dos pueblos”.
“Este año – expresó-, conmemoramos 10 años del tratado de libre comercio entre los EEUU y Chile. Y Estados Unidos es nuestro inversor extranjero más importante”.
“Queremos continuar en ese camino”, añadió. “Queremos que nuestras relaciones en todos los ámbitos -político, económico, social, etcétera- sean más y más fuertes cada día”.
La desesperación del imperialismo por asegurarse la subsistencia, que depende de las grandes reservas energéticas en el mundo, luego del desengaño sobre la creencia que habían descubierto en suelo norteamericano fabulosas reservas de hidrocarburos, que lo liberarían de su dependencia, es cada día más grande y busca como alcanzar sus planes globales, que cada día se alejan más ante la realidad geopolítica mundial.
Por eso luego del fracaso de los intentos por ucranizar a Venezuela en busca de un efecto dominó contra el proceso bolivariano en Suramérica y el Caribe y, ante la incompetencia de sus operadores en suelo venezolano, para realizar la plana, busca ahora aliados regionales, que le ayuden en esa tarea, en los países de la llamada Alianza del Pacífico. En ese plan tiene como ícono a Chile, que todavía no se ha deslastrado del modelo Pinochet y los gobiernos que sucedieron a la dictadura han sido de tendencia centro derecha y derecha, que no han propiciado cambios, más allá de ir a las urnas a votar.
En esta entrevista en la Casa Blanca del “Premio Nobel de la Paz”, con la recién reelecta Bachelet, queda claro como noche en plenilunio, que Estados Unidos, busca apoyo en la AP contra el bolivarianismo.