Lo que explica la política de EEUU ante la agresión israelí contra los palestinos, pese a toda su potencia ha sido incapaz de atenuar los ataques contra un pueblo inerme
Sus autores son los profesores universitarios John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt, quienes se definen como “pro Israel” en el sentido de que “ambos somos partidarios de su derecho a existir, admiramos sus múltiples logros, deseamos que su ciudadanía disfrute de una vida de prosperidad y seguridad, y creemos, en fin, que Estados Unidos debe acudir en auxilio de Israel si corre peligro”.
Veamos ahora algunos aspectos del contenido de un libro que “describe el extraordinario nivel de apoyo material y diplomático que EEUU proporciona a Israel y sostiene que este apoyo no puede explicarse solo desde un punto de vista estratégico o moral, sino que se debe en gran medida a la influencia política de una coalición flexible de individuos y organizaciones que trabajan activamente para moldear la política exterior estadounidense en un sentido favorable a Israel”, según The New York Review of Books.
“La razón real por la que los políticos estadounidenses son tan respetuosos es el poder político del lobby israelí... Demócratas y republicanos temen por igual la influencia del lobby. Todos saben que cualquier político que desafíe sus políticas tiene pocas posibilidades de convertirse en presidente” (p. 23).
“...el Washington Post estimó en una ocasión que los candidatos demócratas a la Presidencia ‘dependen de que sus partidarios judíos aporten hasta 60% del dinero recaudado en fuentes privadas’ ” (p. 273).
“...la ayuda estadounidense a Israel aumentó de 1.900 millones de dólares en 1975 a 6.290 millones en 1976 y de 4.400 millones en 1978 a 10.900 millones en 1979...” (p. 72). “Increíblemente, Israel es el único receptor de ayuda económica estadounidense que no tiene que dar cuentas de cómo lo gasta” (p. 57).
Pero vean ahora esta manera de EEUU de dar su apoyo a Israel, que aunque no se puede contabilizar en millones vale tanto como la ayuda económica. “Además de estas formas tangibles de ayuda económica y militar, Estados Unidos facilita a Israel apoyo diplomático. Entre 1972 y 2005 Washington vetó 42 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que eran críticas con Israel. Esa cifra es mayor que el resultado de sumar todos los vetos emitidos por todos los demás miembros del Consejo de Seguridad en el mismo período y supone ligeramente más de la mitad de todos los vetos estadounidenses durante esos años” (76).
Aunque los autores reconocen que el lobby no controla los medios de comunicación, un estudioso de la materia, Eric Alterman, “enumeró un total de 59 columnistas y comentaristas de los que se puede dar por hecho que apoyarán a Israel por reflejo y sin escatimar elogios”. A la inversa, identificó a solo cinco personas influyentes que critican de manera consistente la conducta de los israelíes o bien avalan las posiciones proárabes (p. 284). Esa sería “la razón por la cual el lobby invierte tantos esfuerzos en controlar los medios y todo lo que estos dicen acerca de Israel” (p. 283).
“Aunque en estos periódicos ocasionalmente publiquen artículos de opinión algunos autores invitados que cuestionan la política israelí, el balance de las opiniones favorece claramente a Israel” (p. 284). “No es de extrañar que este sesgo proisraelí se refleje asimismo en los editoriales de la prensa” (p. 286). También hizo referencia a la forma como se autocensuran. “Los periodistas, los directores y los propios políticos se lo pensarán dos veces antes de criticar a Israel... El lobby judío es francamente bueno si se trata de orquestar la presión” (p. 288).
“Respaldar a Israel puede haber arrojado beneficios estratégicos en el pasado, pero los beneficios han decaído acusadamente en años recientes mientras que los costos económicos y diplomáticos se han incrementado. En lugar de ser un activo estratégico, Israel, de hecho, se ha convertido en una carga estratégica para EEUU” (p. 91).
“El País de España escribió alguna vez: ‘Si el peso de un país se mide por su grado de influenciar en los acontecimientos, la superpotencia no es Estados Unidos sino Israel’ ” (p. 347).
El capítulo “El lobby contra los palestinos”, plantea que EEUU puede ejercer una enorme influencia sobre Israel para tratar con Israel y los palestinos, y podría aislar a Israel como lo hizo con Suráfrica. Pero esa posición parece imposible. “La capacidad de Israel para desafiar a EEUU -y para que Washington acepte sus puntos de vista a la hora de tratar con los palestinos- es un ejemplo típico de la forma de actuar de un grupo de presión” (p. 372). El lobby es muy fuerte, capaz de lograr que EEUU mantenga su apoyo a la política de Israel, y el lobby “quiere también que EEUU contribuya a que Israel siga siendo la potencia dominante de la región” (p. 373).
Lo que explica la política de EEUU ante la agresión israelí contra los palestinos, pese a toda su potencia ha sido incapaz de atenuar los ataques contra un pueblo inerme.
En primer término, recordar la importancia que el presidente Hugo Chávez le dio a todos los procesos de integración, unidad y relaciones entre los países de la región, y con otros continentes; en tal sentido transcribo del programa-ley Plan de la Patria, esta expresa disposición: “4.3.1.2. Impulsar el acercamiento y la coordinación entre los nuevos mecanismos de unión latinoamericana y caribeña (Alba, Unasur, Celac) y el grupo Brics, con el fin de dar mayor contundencia a la voz de los pueblos del Sur en la agenda global”. Los encuentros habidos en estos días estaban pensados hace dos años, cuando Chávez los incluyó en su programa de gobierno, hechos ley en la Asamblea Nacional.
El otro es insistir en la importancia que tienen tales eventos en la geopolítica de hoy y de mañana; apuntan por la creación de mecanismos financieros independientes del Banco Mundial y del FMI, reveladores de cómo se debilita ese polo de poder, mientras emerge otro con los países emergentes. Lo que hoy solo aparece como un ente del área económica y financiera, más adelante, a no dudarlo, asumirá posiciones políticas, e incluso en el área de cooperación en la defensa. Es decir, que se pierde de vista la evolución de estos procesos, acuerdos y alianzas