Harto interesante y despreciable las políticas imperialistas de los EEUU, para hacerse de las riquezas energéticas de los pueblos del planeta. Hace 13 años, poco le importó hacerse cerca de 2 mil víctimas de su propio pueblo, al complejo militar-corporativo que gobierna el imperio, para justificar la invasión de Afganistán inicialmente y, luego, Irak. La ruta del gas y la producción de la heroína (narcóticos) eran los objetivos de la invasión de Afganistán, mientras que en Irak, el control de su producción petrolera, allí se resumen los objetivos del imperio, tras el auto atentado en su propio territorio. Para hacerse el control de las riquezas energéticas de ambos pueblos, fue necesario asesinar millones de hombres, mujeres, niños y niñas, poco le importa al imperio la vida humana sobre la tierra, solo energía y el control de los negocios en el planeta.
Para justiciar su acción de muerte y terror en Afganistán, los EEUU crearon toda una historia de terror y odio hacia la humanidad, pero, en el contrario. Los talibanes se convirtieron en el banco predilecto del complejo mediático y de entretenimiento del imperio, que se activó para producir el suficiente miedo en el pueblo de los EEUU, hasta inmovilizarlo ante las acciones de sus líderes políticos, acciones más dantescas y terroríficas de las producidas de quienes decían defenderlos. "En la escena de la batalla, cráteres de proyectiles salpicaban los patios y la metralla había abierto boquetes en las paredes. Las habitaciones se habían derrumbado y ladrillos de barro y ropa rasgada se quedaban en montones donde la gente había estado cavando. En dos lugares sangre estaba salpicada en un techo y una pared… El olor de cuerpos persistía en un complejo, lo que motivó a los aldeanos a empezar a cavar con palas. Descubrieron el cuerpo de un bebé, cubierto de polvo, en el rincón de una habitación bombardeada". Los sobrevivientes "describieron bombardeos repetidos sobre casas donde decenas de niños dormían, abuelos y tíos apiñados con ellos" (New York Times, 08 de septiembre 2003).
La visión imperialista de los EEUU, había ubicado en Afganistán un objetivo esencial en su política expansionista, así lo reseñaba Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad nacional durante la administración Carter en 1997: "una potencia que domina a Eurasia controlaría a dos de las tres regiones más avanzadas y económicamente productivas del mundo… Cerca del 75 por ciento de las personas del mundo viven en Eurasia, y la mayoría de las riquezas materiales del mundo está ahí… Eurasia representa cerca del 60 por ciento del PIB y cerca de tres cuartos de los recursos de energía conocidos del mundo" (Zbigniew Brzezinski, The Grand Chessboard: American Primacy And Its Geostrategic Imperatives, Basic Books, Nueva York, 1997). Importante considerar, la historia afgana ya que nos da suficientes luces sobre los que viene a ser en nuestros tiempos, el Estado Islámico. Eran los tiempos de la Unión Soviética, la URSS, quien en 1979 invade Afganistán y logra el control del país a través del Partido Demócrata del Pueblo, derrocando al régimen del presidente Mohamed Daoud Kha. La resistencia a los soviéticos, se fue estructurando alrededor de los mujahidines, quienes en el tiempo, comenzaron a recibir apoyo de los EEUU. De tales mujahidines, surgirían los llamados talibanes o "estudiosos del Islam". Con la caída de la URSS, la retirada de los soviéticos de Afganistán, los talibanes que controlaban gran parte del territorio afgano se fueron haciendo del poder en ese territorio. Mientras que, a la par de esos hechos, otros intereses se movían alrededor del pastel que significaba Afganistán. El argentino Carlos Bulgheroni presidente de la compañía petrolera Bridas, contacta los talibanes para proponerles la construcción de un gasoducto de 1.400 kilómetros desde un yacimiento en Turkmenistán que llegara al sur de Afganistán, hasta Sui en la provincia de Beluchistán. La norteamericana Unocal, también estaba interesada en el gasoducto, al igual que su socia Delta Oil, propiedad de Arabia Saudita. Afganistán entraba así, a la disputa por el control de su territorio para surcarla con un gasoducto. Los talibanes se convertían en la traba principal para tal propósito. Los "estudiantes del Islam" no eran de la completa confianza del imperio, una garantía a los intereses del imperialismo en Afganistán. Por ello, se activa toda una campaña mediática internacional para desprestigiarlos y convertirlos en enemigos de la humanidad. De aquellos tiempos, provienen aquellas decapitaciones de personas que eran grabadas y difundidas al mundo. La mujer, se convirtió en un símbolo de la barbarie talibán: "Los talibanes, quienes hacen una interpretación extremista del Islam, imponen un estricto régimen disciplinario en todos los órdenes de la vida, afectando principalmente a las mujeres. Un nuevo ejemplo de lo duro que es vivir bajo el control de los talibanes lo reporta ahora la Acción Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA), que publicó en su sitio web las 29 prohibiciones que los talibanes les imponen a las representantes del sexo femenino".
Esa era, parte de la receta en la que se explayaba la mediática imperialista para colocar a los talibanes en el extremo de la barbarie, su expresión más fiel. Historias inimaginables de aberraciones cometidas por los talibanes, recorrieron el mundo a través de la mediática imperialista. Y con ellos, se asocia la figura de un tal Osama Ben Laden, cuya existencia la ponemos en duda, tanto como su final de película, al estilo Hollywood. Los talibanes, al igual que Ben Laden, fueron una creación de los EEUU, tal como lo devela la Directriz de Decisión de Seguridad Nacional 166, firmada por el presidente Reagan en marzo de 1985, la cual "autoriza una escalada en el apoyo militar a los mujaidines, y dejaba claro que la guerra secreta afgana tenía una nueva meta: derrotar a las tropas soviéticas en Afganistán a través de acciones encubiertas y propiciar su retirada. El apoyo estadounidense comenzó con un dramático aumento en el suministro de armas –hasta llegar a 65 mil toneladas en 1987- así como un "incesante fluir" de especialistas del CIA y del Pentágono a los cuarteles secretos del ISI paquistaní para ayudar a planear las operaciones de los rebeldes afganos" (Steve Coll, Washington Post, 19 de julio 1992). La CIA, utilizando a la ISI paquistaní, jugó un papel fundamental en el entrenamiento de los mujaidines, al que les integraron las enseñanzas del Islam: "Los temas principales eran que el Islam era una ideología socio-política integral, que el sagrado Islam era violado por las tropas soviéticas ateas, y que las personas islámicas de Afganistán deberían reivindicar su independencia derrocando el régimen izquierdista afgano impuesto por Moscú" (Dilip Hiro, Las consecuencias de la jihad afgana, Inter Press Services, 21 de noviembre 1995). Los "estudiantes del Islam", los llamados talibanes, fueron una creación de la CIA que actuaron según los intereses de los EEUU. Una creación que, cuando ya no concordaban con sus intereses, se le hizo necesario al imperio, destruirlos.
El propio Brzezinski, intentando justificarse ante la historia se pregunta: ¿Qué es más importante para la historia del mundo? ¿Los talibán o el colapso de la Unión Soviética? ¿Unos musulmanes apasionados o la liberación de la Europa Central y el fin de la guerra fría? (Le Nouvel Observateur, Entrevista a Zbigniew Brzezinski, Consejero para la Seguridad Nacional del Presidente Jimmy Carter, Paris, 15-21 January 1998). Menos optimista que Brzezinski, el investigador estadounidense Selig Harrison, experto en Afganistán, afirmó en 1994, durante una conferencia sobre terrorismo y seguridad nacional en Londres: "La CIA cometió el error histórico de instalar grupos islámicos de todo el mundo a concentrarse en Afganistán", y es probable que haya adoptado esa conducta con la intención de contrarrestar el poder iraní, al cual consideraba una amenaza para los intereses estadounidenses en la región". Como asociado principal de la Dotación Carnegie para la Paz Internacional desde 1974 hasta 1996, Harrison estuvo en estrecho contacto con la CIA: "Les advertí que estábamos creando un monstruo. La CIA cometió un error histórico". Pero, poco importa si se trata de un monstruo o no, si sirve a los intereses de los EEUU. Esa historia de Afganistán, la repite los EEUU con el llamado Estado Islámico, quizás hasta sean los mismos combatientes formados a finales de los 90 por la CIA y demás agencias de inteligencia de los EEUU, quizás sus descendientes. Lo real es, que el actual Estado Islámico es una creación de los EEUU con un solo objetivo: desestabilizar el Oriente Medio.
Todo nos indica que, el Estado Islámico y con ello, los EEUU, orienta su acción hacia la conquista de Siria. Hace un año, los EEUU intentaron tomar por asalto esa nación hermana, al estilo Irak, devastándola y debilitándola, mediante bombardeos aéreos. La consecuente actuación, con el pueblo sirio, del gobierno y el pueblo Ruso, les impidió tal pretensión. Durante el último año, el imperio de los EEUU y las monarquías amigas de sus intereses en la región: Arabia Saudita, Qatar y los Emiratos Árabes, se concentraron en la creación del Estado Islámico, fortalecerlo en armas y pertrechos, la oposición al régimen de Bashar, le llamaron. Más al norte, fortalecieron la oposición en Ucrania e impulsaron un golpe de Estado fascista, con el cual pretendieron inmovilizar y distraer la atención de la potencia rusa. Al sur, en la Venezuela Bolivariana, propiciaron la desestabilización de esa nación para distraer cualquier tentativa de oposición en el continente americano, a su política intervencionista.
El Estado Islámico es la expresión, en este 2014, de la política imperialista de los EEUU, en el Medio Oriente. Así, como lo comienza a ser en la Venezuela Bolivariana, la llamada MID. La oposición "venezolana" y el Estado Islámico son la expresión de una misma política imperialista y de sometimiento de nuestros pueblos por la fuerza, para hacerse de sus riquezas energéticas y de todo tipo. Cuando los EEUU, comienzan a delinear su política de invasión sobre el pueblo Sirio; en la Venezuela Bolivariana, se incrementan las acciones de guerra psicológica sobre su población. Los recientes hechos ocurridos en el Hospital Central de Maracay, aludiendo la existencia del ébola en nuestro país; los intentos de güarimbas en Zulia y Táchira; las campañas tendiente a vincular al gobernador del Estado Aragua, camarada Tareck El Aissaimi con el movimiento nacionalista libánes Hézbolla; el anunciado golpe parlamentario hecho, desde ya, por el dirigente opositor de Primero Justicia, Julio Borges, al anunciar que de ganar la mayoría de la Asamblea Nacional mediante una reforma reducirían el mandato al Presidente Maduro; la división en filas opositoras, entre una facción anunciando que éste es el momento de derrocar al Presidente Maduro y otra que se debe esperar las elecciones parlamentarias del venidero año. Son la expresión de que no habrá paz posible en lo que resta de tiempo, hasta las elecciones parlamentarias de 2015.
Eso debemos tenerlo claro, la guerra económica continúa intacta en su impacto negativo sobre nuestro pueblo. Las medidas tomadas por el Gobierno Revolucionario del Presidente Maduro, apenas impactan en sus bases las políticas de caos económico impulsadas por el imperialismo desde finales de 2012, y que tienen un soporte muy fuerte en una sociedad, como lo es la nuestra, en que el capitalismo continúa siendo la economía preponderante. La Revolución, debe acelerar sus ritmos de la batalla que está en curso y cuyo desenlace es poco pronosticable en este momento, en un juego que apenas inicia sus calentamientos. En esta hora de dificultades que asedian nuestra Patria, solo nos queda recordar a nuestro líder histórico y sus palabras antes de partir en la búsqueda de su eternidad: "Ante cualquier dificultad, la respuesta es Unidad, Lucha, Batalla y Victoria" (Hugo Chávez, 08-12-2012).
Caracas, 13-09-2014