La debacle del régimen del martineliato, el destape de la corrupción generalizada y el robo escandaloso de la propiedad pública, la percepción cada vez más clara de que el sistema político panameño no es democrático, pese a las “elecciones” periódicas, sino que estamos gobernados por una oligarquía rapaz, el deterioro del nivel de vida de la gente, pese al crecimiento económico, todo eso más otros ingredientes, llevan a la convicción de que algo debe cambiar pronto, pero esto no da para más.
La clase dominante también lo percibe así, por esa razón el presidente Juan C. Varela se ha comprometido en convocar una Asamblea Constituyente para julio de 2015. Las circunstancias imponen un debate acalorado sobre la reforma del régimen político y la constituyente, pero en el campo del movimiento obrero y popular, que no salió muy bien parado de las elecciones de mayo pasado (no solo por los resultados electorales, sino por la falta de unidad y los métodos sectarios), reina una completa confusión respecto a qué proponer.
¿Constituyente, paralela, originaria, autoconvocada?
La confusión empieza por el tema de cuál es la salida política a la crisis actual, en que cada organización parece tener una propuesta diferente, creándose una Torre de Babel en la que no nos entendemos, pese a que parece que queremos decir lo mismo: asamblea constituyente, constituyente paralela, constituyente originaria, constituyente autoconvocada, etc.
Para poner claridad al asunto, empecemos por asumir que la consigna (o demanda) de una Asamblea Constituyente es una fórmula algebraica, es decir que su contenido o forma concreta se irá llenando según lo dicte la relación de fuerzas entre las clases sociales y sus partidos. Quien tenga mayoría impondrá sus criterios. Si la clase trabajadora quiere una Constituyente que le favorezca debe movilizarse y organizarse y dar fuerza a su (s) partido (s).
La consigna de Asamblea Constituyente no es un fin en sí, sino un instrumento
En última instancia, la consigna de Asamblea Constituyente tiene una finalidad educativa: explicarle a la clase trabajadora que hay que cambiar el régimen político burgués actual, para lo cual debemos movilizarnos y organizarnos, para imponer un régimen político y un gobierno que responda a nuestra clase, no a la burguesía como hasta ahora.
Para los socialitas, la verdadera salida no es la Constituyente, sino el Gobierno de los/las Trabajadores/as. La Constituyente es una transacción que expresará la relación de fuerzas entre diversas clases y partidos, pero el gobierno de la clase trabajadora, como quiera que se concrete a futuro, es la única forma de que el país se construya bajo los criterios que convengan a la mayoría.
La Asamblea Constituyente no es un fetiche, como algunos políticos de “izquierda” o de “centro” pretenden. No es un principio inamovible, ni una “panacea”, pues si la burguesía logra imponer su mayoría y sus criterios la nueva Constitución Política que salga de ella será lo mismo que la actual, y tal vez peor en algunos aspectos. Ahí está el caso de Colombia, donde la Constituyente no cambió nada de fondo.
La consigna de Asamblea Constituyente es un escalón intermedio, no es el objetivo final desde la perspectiva de la clase obrera y los sectores populares, el objetivo final es el gobierno de la clase trabajadora. Tenemos que usar la Constituyente como un mecanismo para concientizar, para movilizar y organizar, no para construir un falso ídolo que luego no controlaremos.
Usar la Constituyente para organizar, movilizar y construir la alternativa popular
¿Cómo organizarnos usando la consigna de Constituyente? Creando un frente o movimiento común que nos unifique a las fuerzas populares exigiendo una constituyente originaria y una fórmula de elección de los constituyentes que permita a la clase trabajadora tener sus voceros y representantes, que no sea el sistema corrupto basado en el dinero por el que elige al Presidente y los diputados. Si logramos constituir ese frente unitario, ya habremos dado un gran paso adelante, superando los errores de las pasadas elecciones.
En principio, desde la izquierda y el movimiento obrero debemos rechazar la pretensión del gobierno de convocar una Asamblea Constituyente “paralela”, como establece la actual Constitución, porque ese criterio los inventaron los diputados corruptos del régimen actual para que una reforma no los saque de su mandato (o sea, del “negocio” político) antes de los cinco años.
En principio no a la “paralela”, pero si se convoca hay que participar
Que nos opongamos a “la paralela” no significa que no participemos de su elección, si se llegara a convocar y no tuviéramos fuerza para imponer otra salida más democrática. Es el mismo criterio que se usa para participar de las elecciones generales, aunque están regidas por un Código Electoral antidemocrático, se participara para organizar y movilizar, para concientizar a favor de un gobierno popular y construir su “instrumento político”.
Si estamos tan débiles como ahora (hay que empezar asumiendo la real relación de fuerzas) y Varela convoca una Asamblea “paralela”, sería deseable participar bajo los mismos criterios de otras elecciones: organizar y concientizar. Mejor si resolvemos la desunión que hubo en las últimas elecciones y se presenta un bloque popular y clasista.
El objetivo de participar sería el mismo: construir un referente político con sus dirigentes populares que propongan el país que necesitamos (en base a los programas electorales del FAD y Jované de 2014) y que se oponga a los intentos burgueses de una Constitución neoliberal, que recorte derechos sociales y políticos.
Constituyente autoconvocada u originaria evitemos desviaciones ultras
No nos hagamos líos entre nosotros respecto a si hay que proponer “Constituyente”, “Constituyente originaria” o “Constituyente autoconvocada”. Si no hacemos un fetiche de las consignas y no perdemos el “norte”, que es el gobierno de los trabajadores y sectores populares, que tiene como prerrequisito constituir una alternativa política que lo exprese, todo lo demás es táctico.
Una “Constituyente autoconvocada” es una forma de decir una revolución popular y socialista, pues para que el pueblo se autoconvoque se requiere que haya roto completamente con las instituciones políticas de la burguesía, creando sus propias instituciones políticas (consejos/soviets/asamblea popular). Esta consigna sirve como propaganda, pero casarse con ella bajo cualquier circunstancia, o pretender que no se acepta menos que eso (que la revolución) sería cometer un error ultraizquierdista de mucha monta.
No es imposible que una “paralela” se convierta en “originaria”
Tampoco hay que casarse monogámicamente con la consigna Constituyente originaria o nada, sobre todo si se carece de fuerza para imponerla. Hay que usar la originaria para explicar y denunciar al sistema corrupto que esconde la “paralela”, pero si el gobierno convoca a esta última, se puede participar para seguir el proceso político y ayudar a la maduración de la conciencia y movilización.
Además, nadie quita que la paralela se transforme en originaria, como pasó en Ecuador o Venezuela: es decir, que una vez redactada la nueva Constitución, renuncie el presidente y se cierre la Asamblea Nacional y se convoquen nuevas elecciones. Todo depende de la relación de fuerzas y la situación concreta.
Repetimos, en cualquiera que sea el caso, lo importante es no hacer un fetiche de las consignas, porque lo importante es la movilización y organización popular para construir su propia alternativa política independiente de la burguesía y sus partidos.
Para tratar de despejar el problema usemos un criterio que nos permita entendernos:
- El problema político central es que los sectores más conscientes de la clase trabajadora panameña decimos: basta del régimen corrupto, oligárquico y antidemocrático surgido de la invasión norteamericana hace 25 años.
- Para cambiar este régimen corrupto proponemos una salida simple y democrática: la convocatoria a una Asamblea Constituyente originaria que cambie las reglas del juego y democratice al país.
- Rechazamos, en principio, el criterio de convocar una Constituyente paralela. Pero si se convoca podemos participar construyendo un Bloque Popular.
- La Asamblea Constituyente no es la panacea para todos los males, ni hay que convertirla en fetiche, porque si la burguesía la controla impone sus intereses.
- El objetivo central, bajo cualquier circunstancia: organizar, movilizar y construir el instrumento político de la clase obrera y popular.