Esa Cumbre tuvo su Once

Más allá del poderío militar y la prepotencia del gobierno de los Estados Unidos, la VII Cumbre de las Américas ha demostrado al mundo que efectivamente en esta región del mundo se vive, al decir del compañero Correa, un cambio de época. Transformaciones y diversas perspectivas revolucionarias. Con la diversidad de matices o como se quiera llamar a cada una que surge al calor de las luchas populares, lo cierto es que todas se abren paso ante el histórico sueño de la inclusión social.

Para los analistas, es mucha la tela que hay que cortar en esta América irredenta. Cada acto de encuentro ratifica al alto espíritu de solidaridad, hermandad y unidad que crece en nuestros pueblos, para despecho de quienes tratan de generar diatriba y desunión. También sirven estos encuentros para demostrar el creciente aislamiento en que hoy se encuentra el gobierno norteamericano.

Cualquiera se puede imaginar la reacción de la dirección política del gobierno norteamericano en un encuentro en el cual le dieron hasta con el tobo por injerencistas. Pero, ¡cuidado!, es posible que esa fiera se sienta herida y más allá de cantar victoria hay que estar preparado para quien reconoce, sin desparpajo, que efectivamente al revisar la historia han tenido muchos “momentos oscuros”. Se trata, entonces, de toda una cadena de invasiones, intromisiones, golpes sangrientos y asesinatos avalados o cometidos por su ejército en países inofensivos militarmente.

La presencia de Cuba es un aval victorioso para reforzar la unidad latinoamericana y la ratificación de apoyo a Venezuela, exigiéndole al gobierno yanqui que derogue el decreto injerencista y amenazante, seguramente son las referencias de una VII Cumbre que se desarrolló en el marco de un abril de victorioso para los venezolanos.

Esta Cumbre que tuvo como escenario a Panamá no trae buenas noticias para los Estados Unidos en su afán por retomar el territorio que descuidó, según algunos analistas, y que ahora pretende retomar. Tratan de engañar a los países del CARICOM con dádivas para debilitar la unidad iniciada por Chávez. Pero más allá de esta oferta, no deben dudar que hay posiciones tomadas que van más allá de la repartidera de dólares que luego se pagan con altísimo costo, amén de la desvergüenza del sometimiento y la condena histórica.
En fin, y como han podido ver, sin que Obama en su intervención dijera alguito sobre el decreto de amenaza sobre Venezuela, él y sus asesores se terminan de convencer que algo “inusual y extraordinario”, que no es de su agrado, ha ocurrido en Latinoamérica: se alborotó el avispero y abril no le trae buenas noticias.


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Juan Azócar


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