Lo acontecido la pasada semana en Panamá durante la celebración de la llamada Cumbre de las Américas, deja material para analistas políticos y periodistas se pudiera decir que por toneladas. Es muy difícil dejar plasmado en un solo artículo tantos y tan variados acontecimientos de una riqueza política incalculable para los intereses del movimiento popular y de la auténtica izquierda que se enfrenta sostenidamente contra el imperialismo.
En el más sencillo lenguaje coloquial o popular, como decimos en el castellano de Venezuela, aquello fue en verdad una cayapa contra el jefe del imperio. Recibió golpes hasta en la cédula de identidad por la mayoría de los jefes de Estado de las naciones al referirse al infame Decreto del 9 de marzo. "Ridículo" llamó Cristina Fernández al Decreto. "Golpe contra nuestros pueblos", lo calificó el jefe sandinista Daniel Ortega. Atentado al derecho internacional "y particularmente el literal E, del artículo 3 dela Carta de la OEA", señaló Rafael Correa. "Venezuela no es ni puede ser una amenaza a la seguridad nacional de una superpotencia como Estados Unidos", señaló el comandante Raúl Castro. "Rechazamos el decreto ejecutivo de EE.UU contra Venezuela", dijo el presidente uruguayo Tabaré Vásquez. "La situación de amenaza a Venezuela pone en riesgo a todos los Estados del continente", manifestó Ralph Gonsalves, Primer Ministro de San Vicente y las Granadinas. "Chile condena las políticas que impone Estados Unidos contra el gobierno y el pueblo de Venezuela", dijo Heraldo Muñoz, canciller chileno. "Apelando al principio de autodeterminación de los pueblos, consideramos que la reciente orden ejecutiva sobre Venezuela debería dejarse sin efecto", dijo el presidente revolucionario de El Salvador, Sánchez Cerén.
Esas son algunas de las voces que condenaron el Decreto y en presencia del jefe de Estado norteamericano Barak Obama. El rechazo de la América Latina y el Caribe fue unánime, desde gobiernos de derecha como Honduras, Colombia, Perú pasando por la variada gama de gobiernos de centro y de izquierda, todos, como ya lo habían hecho previamente a través de la Unasur, la Celac, la Alba. Lo nuevo aquí es que si había dudas, la oportunidad se la pintaron calva y el debate permitió a los jefes de Estado decirle a Obama en su cara, con indignación, a propósito del Decreto infame, no sólo el apoyo a Venezuela, sino el firme rechazo al injerencismo yanqui en nuestros países y la lesión a nuestras soberanías nacionales.
El rostro de Obama parecía de piedra, hierático, como el de aquellos trabajadores que en las grandes tiendas les toca recibir las quejas y reclamos del público porque tal o cual producto está dañado, no sirve, etc. Así, a veces con una mueca de sonrisa, el presidente norteamericano se aprestó a escuchar, mejor dicho, a recibir aquella interminable metralla de críticas, aun cuando pudiera decirse que huyó saliéndose del salón donde se daban las intervenciones cuando a nuestro presidente Nicolás Maduro, le correspondía intervenir. Igual cuando habló la valiente presidenta argentina.
Obama sabía por dónde iban a ir los tiros de esas dos exposiciones, Nicolás y Cristina, como en efecto ocurrió, dos valientes y bien fundamentados discursos que pusieron sobre el tapete, sin máscaras, los lunares, manchas y pústulas de la política exterior norteamericana contra nuestros países. Nicolás fue firme, habló con gran dignidad y valentía. Llegó a aquella reunión de Jefes de Estado con una victoria de masas y de la solidaridad mundial, en las manos. Sólo entre Venezuela y Cuba catorce millones de firmas y un apoyo universal de gobiernos y pueblo, por las redes sociales que pasaron a ser dominadas por la Revolución Bolivariana y eso debe continuar, como una vez lo intentó Mario Silva.
Los 4 puntos de Venezuela expuestos por Nicolás Maduro en la Cumbre son armas de principios y de dignidad de nuestro pueblo y de nuestra nación. Retirar ya el Decreto Ejecutivo, espada de Damocles que pende sobre nuestra soberanía. Reconocimiento del Gobierno venezolano, del Presidente Maduro, de la soberanía y a la Revolución Bolivariana. Desmontar el centro de espionaje, de guerra política, económica, psicológica y militar en el que se ha convertido la Embajada de los Estados Unidos en Venezuela. Detener la conspiración abierta y pública que desde el territorio norteamericano realizan exiliados de origen cubano y venezolano y sectores estadounidenses contra el gobierno venezolano.
El presidente Ortega de Nicaragua en su intervención señaló que no creía que el gobierno de Obama retirara el Decreto. No somos tan pesimistas como Daniel. Ciertamente los Estados Unidos son la primera potencia, la que más armas tiene y con esas armas chantajean al mundo. Pero resulta que esa potencia acaba de recibir la más grande paliza política después de la derrota del Alca precisamente en otra Cumbre de las Américas, y aquella no estaba tan cohesionada como la de esta VII Cumbre ni fue tan unánime. El aislamiento de los Estados Unidos no puede ser más evidente y ellos a esa actitud y de esa decisión no pueden hacerse los locos ni darle la espalda a algo de tanta monta.
¿Esperaba el gobierno y el Estado norteamericano esta virtual rebelión de las naciones de su "patio trasero" y, para más simbolismo, en Panamá donde se reunió hace 187 años el Congreso de pueblos y naciones que convocara el Libertador Simón Bolívar, esperaba tan contundente derrota política?