Las Fronteras como parte del Comercio Exterior

Tolerancia inmigratoria no debe confundirse con libertinaje de entrada. La asepsia de la frontera pasa por depurar sus aliados en el resto del país. Algunas encuestas nos vendrían bien.

Una ligera hojeada por las resultas de las inmigraciones durante las últimas 7 décadas, nos dejaría ver que casi todas ellas terminaron cuadradas con la clase burguesa y hoy son conocidos como escuálidos, con salvedad de muy pocas excepciones. Estos defectos perjudican el movimiento bolivariano.

Digamos que se ha importado gente proclive, no a movimientos de liberación de los mismos yugos que los obligó a salir de sus países de origen, sino que sólo han estado envidiando a la clase burguesa y tenido como meta dejar de ser explotados-si es que así lo reconocen-para pasarse a la condición de explotadores. Casi 100% del comercio menor, mediano y alto, y más recientemente informal, está representado por personal inmigratorio desde hace muchas décadas. Digamos que un tercio (1/3) y más de los eslabones de la cadena circulatoria del capital, está bajo su control[2].

Salvedad hacemos de la Colonia Tovar, quienes de paso se han mantenido sin mayor mestizaje, y de aquellos que también han recibido créditos blandos del Estado y hoy son sus más declarados enemigos, para quienes montaron unas cuantas pequeñas y estacionarias empresas de fabricación, y, al parecer, han sido los primeros en volar tan pronto olieron socialismo con la llegada de Chávez. Industriales del calzado y otras manufacturas, sirvan de ejemplos.

Este tipo de importaciones no debe seguir aumentando la densidad demográfica nuestra ya que, más que mano de obra sobrante en el exterior, necesitamos tecnología y ciencia. Bastaría hacer una selección y determinar personas dispuestas a realizar aportes en esa materia sin el veneno burgués.

No podemos seguir colaborando con la rancia Europa para aliviarle sus problemas irresolubles como lo hemos estado haciendo hasta ahora y con los mal agradecimientos que hemos recibido según las experiencias sufridas. El ejemplo del país de Occidente resulta obvio. En su mayoría son escuálidos, y ya estaría mejor que nos calemos una derecha criolla apátrida y alienada a que tengamos importados nuevos con las mismas cualidades adversas al presente proyecto bolivariano.


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Manuel C. Martínez


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