Si un diputado de la oposición (Freddy Guevara) dice que hay que "calentar" las calles y que el proceso final para deponer al gobierno tiene "espinas", si los medios internacionales promueven a Henrique Capriles como el aspirante (presidencial) del cambio en Venezuela, si la Universidad Católica del Táchira (UCAT) ya encendió sus pretensiones de guarimba, si un periodista opositor (Nelson Bocaranda) corre la bola de que el gobierno tomará Alimentos Polar y detendrá al empresario Lorenzo Mendoza, y si un periodista afecto a la izquierda política (José Vicente Rangel) denuncia que la CIA activó un plan para promover la deserción entre los militares, ¿qué cabe concluir y pronosticar?
Lógicamente se concluye que existe un orquestamiento entre diputados de la Asamblea Nacional y factores en las calles venezolanas (estudiantes) para "calentarla"; que periodistas internos (Bocaranda) y externos (Diario de las Américas , ABC y otros muchos más) tienen la determinación de lanzar especies desinformativas inquietantes para contribuir con el "calentamiento", a la vez que realzan la figura de quien recogerá el fruto de la caída del presidente de Venezuela, es decir, Capriles; y que se busca, puntual y fundamentalmente, incidir sobre el establishment de las Fuerzas Armadas Nacionales (FAN) para moverlas al pronunciamiento respecto de la crisis nacional (el efecto plaza Altamira) y hacia una anhelada rebelión.
Una vez que la derecha política nacional e internacional conquista un espacio cívico para su lucha de acceso al poder (el legislativo), su pura tarea es infiltrar a las FAN. Las masas, la gente, poco importan en su acepción de poder puesto que desde siempre ha predicado que "pueblo no tumba gobierno", aunque sí ofrezca condiciones de maquinación y decorados convenientes para el amueblamiento de la opinión pública internacional e institucional. Por supuesto, se busca un montón de gente descontenta en la calle, en rebelión, para justificar el mínimo detalle del guión.
Cabe pronosticar, entonces, atenidos a la lógica de la guerra y sin ánimos de ser pesimista por serlo nomás, que en breve en Venezuela podrían resultar inevitable las guarimbas y el conteo de cadáveres, especies de leños que secularrmente se han utilizado para atizar el fuego (la Universidad Católica del Táchira se ufana de poseer armas y el gobierno no se pronuncia al respecto); que es factible la intervención osada de los EE.UU. en los asuntos internos de Venezuela, teniendo como base de que ya el país está declarado como "amenaza inusual" a los intereses norteños; que parece lógico el brote simultáneo de Guyana (ExxonMobil) y Colombia (bases militares y Plan Colombia) como coadyuvantes en el ataque estadounidense contra el país de Simón Bolívar; y que la guinda final serían los militares venezolanos atacados desde frentes externos (frontera) e internos (divisiones, sobornos) para incitarlos al desacato y el pronunciamiento.
Objetivo final: la "renuncia" de Nicolás Maduro, de modo tal que luego, jocosamente, se diga "lo renunciarion", como ocurre cuando no hay actitud de asunción de responsabilidades.
Vale mencionar aparte las seguras porciones de espacio y petróleo ofrecidas a Guyana, por un lado, y la rápida diligencia que Colombia realiza para pacificarse con la guerrilla y poderse desplazar sin obstrucciones hacia el ataque contra su vecino. EE.UU. ya ajustó cuentas de paz con Cuba para agilizar sus manos contra Venezuela. Narcotráfico, narcopolítica (los sobrinos de Cilia Flores), derechos humanos, crisis económica, hambruna, tiranía e inestabilidad social son ítems fáciles de adivinar para que suenen desde la agenda.
Blog del autor: Animal político