El 12 de abril de 2002, después de ver las ilícitas y brutales detenciones de Ramón Rodríguez Chacín y Tarek William Saab, oír por la radio y televisión cómo se exhortaba a la “sociedad civil” delatar a los chavistas y esa noche el decreto dictatorial de Pedro Carmona disolviendo la Constitución y los poderes públicos; no tuve otra alternativa que decirle a mi esposa con todo mi dolor que si la situación política empeoraba, procedería a hacer maletas y “enconcharme”. En esos momentos recordaba las torturas y prisión que sufrió mi familia durante los mandatos de Marcos Pérez Jiménez, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, así como el vil asesinato y desaparición de varios amigos por parte de la Digepol adeco-copeyana y el Sifa militar.
Pero veamos que pasó después del golpe de abril de 2002: vinieron los paramilitares colombianos para intentar matar al Presidente Chávez y los ministros, los sucesivos asesinatos de líderes campesinos, indígenas y funcionarios públicos, la arrechera mortal del majunche lechero, las guarimbas asesinas ocasionando numerosos fallecidos y destrucción; hasta hoy en día, cuando siguen acosando nuestros hogares y nos amenazan de muerte, escuchando a ciertos líderes opositores y vecinos escuálidos mientras hacen compras.