Si Barack Hussein Obama resultara disfuncional a los poderes transnacionales (entiéndase económicos) que rigen el Estado norteamericano difícilmente habría sido elegido presidente en 2008, ni reelegido en 2011. Es el mismo Obama que solo dos meses después de haber recibido el regalo del premio Nobel de la Paz envió decenas de miles de soldados a Afganistán, el que ha autorizado cientos de ataques con drones que han costado la vida de cientos de civiles en varios países del mundo, el que participó en el complot que destruyó a Libia, el que ha armado a la llamada oposición siria fortaleciendo al autotitulado Estado islámico, el que aprobó el suministro de armas a Kiev luego del golpe de Estado, el presidente que ha estado detrás de la "primavera árabe" de fatales consecuencias en esa zona del mundo. Es el mismo que irrumpió (golpe de Estado) contra Venezuela en el 2002, y aún persiste en la macabra destrucción del país bolivariano.
No hay dos Obama, uno "bueno" y "otro malo". No estamos frente a una personalidad bipolar, sino en un personaje único, el político de carrera, quien más allá de sus características e historia personal, de sus modos domésticos de hacer política, es decir, ha sido siempre y es funcional a los intereses estratégicos de los poderes subsumidos en el capitalismo salvaje que regulan el Estado norteamericano. Es un político con carisma, dominio escénico, sentido de la oportunidad mediática, habilidad comunicativa; el mejor y más capaz para llevar a cabo los objetivos estratégicos del imperialismo hacia América Latina y el Caribe: sumisión y dependencia.
Es el mismo Obama que podría hacer mucho más desde sus atribuciones presidenciales y aún no la ha hecho, ni las hará, pero si consideró a Venezuela como un "peligro inusual" contra EEUU. En su visita a Cuba, Obama con su cara gentil no se disculpó por los crímenes contra la isla caribeña, no mencionó la Base Naval de Guantánamo, no habló de la Ley de Ajuste Cubano, no dijo por qué no hace más contra el bloqueo pudiendo hacerlo, y muchas otras increíbles omisiones.
No oculta el ánimo de seducir a la juventud, estimular en ella el egoísmo y el afán de mejoramiento puramente individual presentando el crecimiento capitalista como la panacea universal y no la causa de las crisis y del peligro del agotamiento de la naturaleza y la desaparición de la especie humana, incluyendo toda forma de vida.
En Obama hay un sólo propósito: recuperar la hegemonía norteamericana en Venezuela y en nuestra América Latina y Caribeña. Aunque su segundo mandato esté concluyendo sin vuelta atrás. No valió su afro descendencia.