Donald Trump comenzó por hacerse multimillonario y cuando ganó las elecciones ya tenía 45 mil millones de dólares; era un desconocido en política al aspirar a la candidatura republicana, y derrotó a sus 16 contendores y a los líderes republicanos que se le opusieron; pero obtuvo otra victoria importante, pues venció a las encuestadoras y los poderosos e influyentes medios, a los que calificó públicamente de corruptos y que nunca antes en la historia política y mediática de EEUU habían sufrido una derrota tan aplastante como ahora. Y por si fuera poco, derrotó al Partido Demócrata, al que desplazó de ambas cámaras del Congreso, y hasta acabó con la Clinton al punto que la hizo perder el habla. No había dicho ni esta boca es mía hasta ayer bien tarde.
Sobre las causas de esa victoria, o más bien, de esa derrota, apenas comienza a escribirse y a difundir los más variados análisis. No es concha de ajo lo que ocurrió entre los estadounidenses, ni los efectos e interrogantes que están teniendo en el mundo. Sería precipitado hablar de un voto contra el sistema, pero un alto porcentaje de la votación de Trump refleja el descontento, el malestar que hay en esa sociedad. Pero no fueron precisamente los latinos, ni los afrodescendientes ni las mujeres, de quienes se aseguraba formarían una barrera que haría infranqueable la candidatura demócrata. No fue así, también entre ellos se expresó el descontento.
En cuanto a las relaciones internacionales, lo que más se destacó ayer fueron las declaraciones de Vladimir Putin, el premier ruso, esperanzado en mejorar las relaciones entre ambos países. En el mismo sentido, pero más moderado, habló la Cancillería china.
Y con respecto a sus relaciones con América Latina, las privilegiará con Argentina y Brasil. Habló solo de dos países: México, con cuyos nacionales residentes en EEUU fue bastante duro, y de Cuba: seguramente no seguirá la línea del gobierno de Obama. ¿Habrá retrocesos? Es posible, pero lo más probable es que por un tiempo tengamos un estancamiento en esas relaciones y después habrá indicadores más nítidos. ¿Y qué decir de Venezuela? ¿Revocará el decreto que declara a Venezuela una amenaza a la seguridad de EEUU? Será su prueba de fuego. Seguro que la Clinton no lo habría hecho.