En política, lo más importante, lo más difícil es definir por un lado las leyes generales que determinan la lucha a muerte que se libra en todos los países del mundo, y por el otro descubrir la combinación especial de estas leyes para cada país. Todos los pueblos actuales, desde los trabajadores del mundo, viven atados al yugo del imperialismo. No hay que olvidarlo ni un solo minuto. Pero esto no significa que el imperialismo se manifiesta de la de la misma manera en todos los países. No. Algunos países son los conductores del imperialismo, otros sus víctimas.
Estados Unidos, gracias a condiciones históricas favorables y a la posesión casi absoluta de todo un continente de una inagotable riqueza natural, extendió sobre el mundo su manto “protector” de manera muy “pacifica” y “democrática”, si dejamos de lado tonterías tales como el robo de los mejores territorios de un país, por ejemplo México. Sin embargo, esta forma de explotación “idílica” ya pertenece al pasado. La rápida y apabullante decadencia del imperialismo norteamericano le plantea de una manera cada vez más obviamente militar su posibilidad de supervencia.
La docilidad “carneril” de las “democracias” de nuestra América no es producto del amor a la paz sino de la debilidad. La causa de esta debilidad no reside en el régimen “democrático” como tal sino en la desproporción entre las bases económicas de los centros metropolitanos las de los imperios coloniales heredados del pasado.
A esta desproporción se agrega la lucha por la liberación, amenaza estallar en una conflagración. En estas condiciones la “democracia” docente se convierte realmente en una fuente más de debilidad para las viejas potencias imperialistas. En un sentido general, la democracia le es indispensable al imperialismo en la época de la “libre” competencia. Al capitalismo monopolista, que no se basa en la “libre” competencia sino en la dirección centralizada, la democracia le es inútil, le pone obstáculos y dificultades. El imperialismo puede tolerar la democracia como un mal necesario solamente hasta un cierto asunto. Pero su tendencia lógica es hacia la dictadura.
Para Venezuela, por ejemplo, democracia significa el deseo del pueblo, un país tercer mundista, de escapar a la dependencia, de darles la tierra a los campesinos, de darles a los trabajadores de la ciudad medios de producción y de elevar el nivel cultural. En otras palabras, los problemas democráticos son de carácter progresivo y revolucionario. ¿Y qué quieren decir para el “gobierno socialista” para el madurismo? La conservación de lo que existían anteayer, “lo viejo”, en la época del puntofijista, (adeco y copeyano) sobre todo del dominio del pueblo. Lo mismo que se aplica en gobiernos de nuestra América, Chile, Argentina y Colombia, etc. Los maduristas la bandera del “socialismo” ocultan la hegemonía de la minoría privilegiada sobre la mayoría oprimida.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!