Tomando como referencia la célebre frase de Karl von Clausewitz, cuando dijo que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, pudiera decirse, con el mayor cuidado intelectual posible que, la Diplomacia es la defensa de la Patria “…por otros medios”, pero esa defensa se asume cuando hay conciencia de que la Patria es amor, honor, espacio, tiempo, militancia, pueblo, Estado, gobierno, Humanidad.
Los hechos conocidos públicamente en relación a la “renuncia” del Ministro Consejero venezolano ante la ONU, colocan en blanco y negro, una vez más, la incansable tarea de fortalecer, día a día e ideológicamente, los frentes de combate en áreas neurálgicas, fuera y dentro del país. Como todo proceso vivo, la historia no perdona los errores que se cometen al fragor de la lucha y destapa, de manera recurrente, las fisuras por donde se cuelan los traidores, mujiquitas, camaleones, cobardes y apátridas.
Quienes hemos tenido responsabilidades diplomáticas en alguna parte del planeta por corto, mediano o largo tiempo, hemos sido testigos excepcionales de cómo han sido designados o designadas para ejercer semejante responsabilidad personas para quien el cargo adjudicado es una lotería y, el sueldo en dólares, una bendición.
Han llegado al rango de Embajador, Ministro Consejero, Cónsul, Primero, Segundo o Tercer Secretario, Agregado, tantos “militantes de izquierda”, “súper revolucionarios”, chavistas hasta cuando están dormidos como arribistas, familiares y amigos de éste o aquel alto dirigente del partido de gobierno, quienes al llegar al país donde cumplirán una “misión”, queda demostrado cuan incapaces y farsantes son, en realidad.
En cuestión de horas cambian de máscaras, de ser cargamaletín , adulador impenitente, con aires de intelectual consumado, diputado archileal, ex - ministro o “dirigente” de algunos de esos partidos que se alquilan al mejor postor , de pronto están rodeados de inmunidades y privilegios, abrumadoras invitaciones a cocteles las 24 horas del día, con chofer particular, 2 secretarias, residencia, en fin, beneficiados por las particulares condiciones laborales y de relacionamiento propios de este tipo de tarea política.
Pocos mantienen la serenidad ante el halago hipócrita. Manejan con prudencia y calculo estratégico la relación con sus nuevos colegas “de oficio”, sean éstos “de carrera” o “en comisión”. Conocen en carne y hueso a sus compatriotas radicados en ese país. Hacen hasta lo imposible por ayudarlos desde todo punto de vista. Exponen la realidad de nuestro país con claridad intelectual, solidez política y una visión ideológica que no refleja arrogancia ni falsa sencillez. Por lo menos, leen un libro al mes. Convierten cada tribuna en una oportunidad para fortalecer nuestros sagrados principios de independencia, soberanía e identidad nacional. Dejan claro que amamos la Libertad y somos capaces de defenderla hasta con la vida, si fuera necesario.
El caso del “renunciante” diplomático venezolano ante la ONU, con rango de Ministro Consejero, es uno de los tantos que “pescaron en río revuelto”, porque aun cuando los lineamientos políticos de nuestra diplomacia son precisos, comenzando por la Constitución Nacional y expuestos, inicialmente e infinidad de veces, por el Comandante Chávez, la podrida estructura burocrática y los vicios del Poder siguen mellando este delicado, sinuoso, comprometedor y clave espacio internacional.
En el año 2005 publiqué mi segundo libro titulado: LA DIPLOMACIA DEL CAMALEÓN, (Editorial AGR. Asunción. Paraguay. 1era. Edición. 305 págs.) Libro que salió a la calle (Paraguay y Venezuela) luego de haber sido destituido por la canallada de un “izquierdista embajador”, cuya mejor referencia de legado diplomático fue haber sido denunciado, con pruebas en la mano, por acoso sexual contra la secretaria privada, engaño pusilánime a nuestros compatriotas, amén del sectarismos con fuerzas políticas locales que se solidarizaban con nuestra lucha y, como corolario grotesco, levantar un altar con vela y foto incluida del comandante Chávez para el día de su cumpleaños, el 28 de Julio…. El “pequeño” detalle es que el comandante no había muerto ni andaba de parranda, estaba haciendo la revolución bolivariana, es decir, estaba vivo...
Hago reseña de este libro porque como Ministro Consejero tenía una voluminosa constancia escrita de la misión que me fue asignada y ejecuté, llevando a mi País-Pueblo en el corazón y, consolidando la militancia irreductible dentro un proceso revolucionario cargado de sueños y riesgos inevitables. Entonces, al consumarse la inmoral destitución y regresar a mi profesión de Periodista y Escritor, concebí y edité este libro como “…un acto de soberanía ética en una etapa crucial de la historia viva de mi país: Venezuela”.
El Ministro Consejero que, al fin se quitó la máscara para mostrar el verdadero rostro, no hizo nada extraño ni fue desleal menos traidor, simplemente consiguió la guarida que mejor lo representa: el imperialismo norteamericano, al que le rinde pleitesía desde antes de infiltrarse en el servicio exterior: ¿Cuántos como él están jugando con cartas marcadas, esperando la hora para quitarse el disfraz de “Diplomático Bolivariano”?
Nuestra Diplomacia solidaria, valiente, firme, estoica, ecológica, humanista, planetaria seguirá avanzando contra la corriente y sobre las piedras, a pesar de todo. Así como el imperialismo norteamericano y sus cipayos no cesan en su intención por descabezar este tierra de hombres y mujeres libres, igual toca a quienes jamás estaremos en la acera de enfrente no abandonar el puesto de combate que la conciencia impone y la realidad exige.