El domingo pasado se realizó la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, acto plagado de violencia y saboteo por parte de la oposición, como una forma de minimizar la asistencia del electorado a sus centros de votación. Se conoce de asesinatos, lanzamiento de granadas de manera indiscriminada, entre otras maldades que de alguna manera sirvieron para intimidar a muchos votantes que no pudieron ejercer su voto. Tal acción debió influir en el resultado final en el sentido de que en vez de haber sido 8.089.320 votos, pudo haber sido una cantidad cercana a los diez millones de votantes. Sin embargo, hay quienes todavía no digieren este resultado, porque aún no creen que lo presenciado sea realidad.
En efecto, muchos opositores se preguntan de dónde salió el mismo, "si todos los centros estaban solos" expresión que parece ser la nueva matriz de la oposición para seguir engañando a quienes todavía le siguen, que son bastante. Posiblemente, quienes manifiestan que los centros estaban solos, puede ser porque recibían información de los canales de televisión afectos al golpe de Estado; o porque no vieron o se hicieron los ciegos ante la voluntad del pueblo, expresada en los riesgos corridos para hacer efectivo el voto. Si se toma una muestra referencial de los deseos de votar del pueblo, basta con mirar la forma como un grupo de personas atravesaron un rio, huyendo de las barricadas paramilitares; o ver también como una persona discapacitada de ambos brazos, votó utilizando su pie; o ver la cantidad de personas haciendo colas inmensas en los centros de votación. Y así por el estilo pueden conseguirse más casos.
Esto es más significativo que la versión que pueda dar cualquiera respecto a considerar que las derrotas electorales de la oposición, siempre se dan porque la institución electoral acomoda todo como le gusta al gobierno, manipulando y aplicando ventajismo. Es la canción de siempre, cuando se creen víctimas de fraudes y no se dan cuenta de que quienes les dirigen, solo le inventan matrices para que sigan allí, manteniendo falsas esperanzas y alimentándoles cada vez más un odio irracional, que no se justifica, si cada quien se pusiera a pensar por sí mismo y a analizar la situación política desde su perspectiva, y no desde el punto de vista de quien le interesa seguir utilizándolos para justificar las remesas de dólares que reciben por acabar con Venezuela a fuego limpio.
En fin, el resultado obtenido, del cual duda la oposición, es muy importante en términos comparativos. Esos 8.089.320 votos pueden servir para hacer un ejercicio que dice mucho de la importancia de los mismos. Fíjese usted, un bloque de concreto tiene una medida de 40 centímetros de ancho. Imagine que cada votante es un bloque de concreto, es preciso tomar como base, 40 centímetros de la parte frontal del abdomen. Coloque un votante al lado de otro, hasta llegar al número 8.089.320. ¿Usted sabe cuánto espacio se cubre en ese ejercicio? Bueno, nada más y nada menos que 3.235 kilómetros. ¿Quiere saber más? Con esa distancia se cubre la línea fronteriza Colombo/Venezolana que según Wikipedia, es de 2.219 kilómetros. Calcule esa línea imaginaria de votantes como un muro en la frontera. Un gentío, ¿Verdad?
Es más, con 3.235 kilómetros de votantes venezolanos, colocados como dije anteriormente, pero ahora, entre la frontera de Estados Unidos y México, fácilmente se cubriría la distancia del muro que pretende hacer Trump en la misma de 3.185 kilómetros.
Igualmente, la cantidad referida también sirve para hacer un muro de la dignidad y la moral a Trump, para que entienda que Venezuela es Venezuela y que debe respetarse por ser un país libre y soberano con su propio gobierno democrático, elegido por el pueblo. Son 8.089.320 votos que servirán para reorientar la política venezolana a través de la Asamblea Nacional Constituyente. Con esto, no hay razón para seguir molestando a los venezolanos, ni estar imponiendo sanciones a nuestro presidente, como si los millones que votaron eran invisibles. Y eso que falta sumar los votos indígenas. Esto definiría un muro más fuerte y más extenso que hay que respetar así como él exige a los mexicanos que respeten su muro. Queda claro, que primero le hicimos el muro a Trump que él a México.