Batalla en las Naciones Unidas

“NOSOTROS LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS RESUELTOS

a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles,

a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en 1a dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas,

a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional,

a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad,

Y CON TALES FINALIDADES

a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos,

a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales,

a asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará; la fuerza armada sino en servicio del interés común, y

a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos…”

Así comienza el Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas, escrita en el año 1945, a finales de la segunda Guerra mundial. Pero desde ese momento, sus nobles principios han sido pervetidos y no cumplidos por los países dominantes del mundo. A sesenta y un años después de su fundación, vivimos en un escenario de Guerra global que requiere una comunidad internacional fuerte y potente, pero la falta de respeto a las normas y valores de las Naciones Unidas por parte de los Estados Unidos lo esta llevando a la irrelevancia y la obscuridad. Si Venezuela pierda en el Consejo de Seguridad sera el resultado del control mafioso y la dominación impuesta por los Estados Unidos sobre una gran mayoría de países en nuestro mundo. La campaña sucia que ha realizado el gobierno de Washington durante estas elecciones para el puesto de América Latina/Caribe en el Consejo de Seguridad ha sido notoria y esperada. Solo se tenía que fijar en los movimientos y expresiones del embajador estadounidense ante la ONU, John Bolton, durante las rondas de votación en la Asamblea General para entender perfectamente que Guatemala, desafortunadamente, era nada más que un títere de Washington.

La candidatura de Venezuela representa una oportunidad de reconstruir la comunidad internacional y de reforzar el poder y la efectividad de las Naciones Unidas como cuerpo regulador de nuestros países. Pero el proceso de estas elecciones nos confirma que imposible es negociar con los Estados Unidos dentro del marco de la legalidad internacional, e inefectivo es combatir a las estrategias nefastas de Washington en un escenario controlado y dominando por ellos mismos. Por eso Venezuela se lanza hoy en día como un alternativo al imperialismo estadounidense que busca construir y crear nuevos ambientes de integración social de nuestros pueblos y países para lograr co-existir de manera cooperativa y humanista en este mundo tan lleno de miseria y injusticias. El hecho de que Venezuela logró tanto apoyo de los países miembros de la ONU demuestra que el mundo esta posicionado para cambiar y para romper las cádenas puestas por el dominante imperio.

Las Naciones Unidas nacieron como respuesta a un mundo lleno de Guerra, desigualdad y muerte, pero desde su creación, la pobreza, la miseria y la violencia mundial han aumentado, y la riqueza estadounidense esta consumiendo el planeta a un paso peligroso para nuestra humanidad. No se puede seguir creyendo en una comunidad internacional que permite a la dominación política y económica de un país sobre los demás; eso es una farsa que nos engaña y nos mantiene viviendo dentro de una mentira de derecho internacional que no existe. Ya es hora para que los pueblos del mundo y los países del Gran Sur se unan a formar una nueva comunidad mundial que honestamente se base en la igualdad, el respeto, la soberanía, la colectividad, la paz y la justicia. Venezuela ha dado el ejemplo y la inspiración para la creación de esta nueva colectiva, y con su valentía y determinación ha dejado una semilla de esperanza para rescatar ese sentimiento de pueblos unidos.


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Eva Golinger


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