Nicaragua y Venezuela despiertan de su letargo ante el mangoneo de muchos líderes políticos que no velan por las inquietudes e intereses de cada comunidad. Pero, al país nica se le olvido su vieja estructura económica y no se actualizó ante los cánones internacionales y, allí nos encontramos con el fuego agitador que despierta cada mañana, ante una nutrida población que no tiene la manera de alimentarse.
Daniel Ortega y Rosario Murillo, están alarmados, porque, un grupo de personas que ellos, llaman vándalos desean fracturar el gobierno para acabar con el paraíso orteguista y avanzar hacia una libre competencia del neoliberalismo. Todo, volvió a comenzar un 18 de abril de 2018.
Lo malo del socialismo, es que, todo se construye sobre arena y, los miembros del gabinete ejecutivo, no se encuentran preparados para absorber las exigencias del modelo político aceptado, donde, todo se hace insostenible hasta llegar con la perversión de la justicia. El gran problema, es la dictadura familiar, ya en Venezuela existe una caracterización de la misma historia.
Tal vez en otra parte del mundo pudiera funcionar un sistema económico y político como el que Ortega y Murillo impusieron a partir de 2007, cuando mediante trampas y artilugios, recuperaron el poder. Pero en Nicaragua, aunque las encuestas engañosas dijeran que a la gente solo le interesaban las cosas materiales, la verdad es que los ciudadanos han demostrado que tienen valores espirituales, aman la libertad quieren la democracia y están dispuestos a conquistarla.
Aprovechando los pocos medios de comunicación independientes que dejó en pie la dictadura y los precarios espacios de libertad de expresión que no fueron arrasados, muchas personas advirtieron que ese sistema económico y político autocrático y corrupto no sería perdurable; que una economía sana y robusta solo puede ser sostenible en la democracia y el Estado de derecho. Sin embargo, no fueron escuchados, más bien los acusaron de enemigos de la empresa privada y del crecimiento y la prosperidad económica, de "apocalípticos" y personas fracasadas que querían lo peor para Nicaragua.
Pero el paraíso orteguista es falso y no resiste la prueba de la historia. Los estudiantes y el pueblo alzados a la lucha por la recuperación de la dignidad nacional, la libertad y la democracia, lo han hecho estallar en pedazos.
La ciudadanía tiene razón de estar preocupada. El orteguismo ha mantenido la represión y los asesinatos aún después de haber aceptado ir al diálogo. Hay motivo para desconfiar. Pero yo no creo que la aceptación de esta tregua sea un retroceso para la Coalición Universitaria y el Movimiento Anticanal.
En todo caso es, una vez más, una muestra de buena voluntad y un voto de confianza a la labor de mediación de los obispos. Los jóvenes y los campesinos, que han puesto los muertos, heridos, torturados y desaparecidos, una vez más existe una flexibilidad para permitirles a los obispos hacer su trabajo.
Así que más que preocuparnos y desconfiar —que con Daniel Ortega y Rosario Murillo siempre hay que hacerlo—, lo que tenemos que hacer el resto de nicaragüenses es mantener el enfoque en lo que realmente importa: democratizar el país.
Por eso repito, no nos desenfoquemos. La agenda en los próximos días en Centro y Latinoamérica debe ser, destitución de los altos mandos policiales por tener —parte— de la responsabilidad de la masacre.
Acordar el cambio total de autoridades en el Poder Judicial, Poder Electoral y el Ministerio Público para garantizar la separación de poderes que abone a la democratización y la investigación independiente que permita que se le haga justicia los asesinados por el régimen. Y poner fecha para la salida del poder de Ortega y Murillo. Y de quienes han quebrantado al gobierno de Nicolás Maduro Moros.
Porque si en algo tiene razón Rosario Murillo es en haber comparado a la resistencia ciudadana con las Siete Plagas de Egipto. No hay que olvidar que Dios envió esas plagas contra un faraón soberbio, opresor y asesino que se negaba a dar libertad a un pueblo.
Los tiempos bíblicos vienen cumpliéndose y Dios, Jehová, es anticomunista. Y Si los socialistas reprimen a las personas adversas, Ivanka Trump, envuelta en un vaporoso vestido que daba que hablar a los presentes, descubría la placa inaugurando la flamante embajada de Estados Unidos (EE. UU.) en Jerusalén, el Ejército israelí mataba a balazos a sesenta palestinos y hería a mil setecientos que, lanzándole piedras, trataban de acercarse a las alambradas que separan Gaza del territorio de Israel. Ambos acontecimientos no coincidían por azar, el último era consecuencia del primero.
La decisión del presidente Trump de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, anunciada en su campaña electoral, rompe setenta años de neutralidad de EE. UU. Este, al igual que sus aliados en Occidente, sostenía hasta ahora que la capitalidad de Jerusalén, reclamada tanto por palestinos como israelíes, debía decidirse en el acuerdo entre ambas partes que contemplara la creación de los dos Estados que coexistirían en la región. Aunque la teoría de los dos Estados todavía asoma a veces en boca de los dirigentes de ambos países, nadie cree ya que aquella fórmula sea todavía factible, dada la política expansionista israelí cuyos asentamientos en Cisjordania siguen devorando territorios y aislando cada día más a los pueblos y ciudades que conformarían al Estado palestino. De existir, este sería en la actualidad poco menos que una caricatura de los bantustán de Sudáfrica de los tiempos del apartheid.
El presidente Trump afirmó que su decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel era "realista" y que, en vez de obstaculizar el acuerdo, lo facilitaría. Es posible que no solo lo haya dicho sino, en su formidable ignorancia de los asuntos internacionales sobre los que opina a diario de manera tan poco responsable, lo crea. Pero dudo que lo crean muchos más que él y el puñado de fanáticos que aplaudió a rabiar cuando Ivanka desveló aquella placa y Bibi Netanyahu, con lágrimas en los ojos, exclamó: "¡Qué glorioso día!" En verdad, Trump abrió la caja de los fuegos y truenos con esta medida y, además de la confusión y desconcierto en que sumió a sus aliados, provocó en gran parte la cruel y estúpida matanza que se ha venido a añadir al suplicio que es ya, desde hace tiempo, la vida para los desdichados habitantes de Gaza.
La creación de los dos Estados que convivieran en paz era la fórmula más sensata para poner fin a esa guerra larvada que existe desde hace setenta años en el Medio Oriente y eso lo creyeron muchos israelíes durante mucho tiempo. Por desgracia, en tiempos de Arafat, los palestinos rechazaron un proyecto de paz en el que Israel hacía concesiones notables, como devolver buena parte de los territorios ocupados y aceptar que Jerusalén fuera compartida como capital de Israel y de Palestina.
Desde entonces, ese enorme movimiento de opinión pública israelí que quería la paz fue encogiéndose y creciendo el número de quienes, como Sharon, pensaban que la negociación era imposible y la única solución vendría de Israel solo e impuesta a los palestinos por la fuerza. Y hay mucha gente en el mundo, como Trump, que así lo cree y está dispuesta a apoyar esta política insensata que nunca resolverá el problema y seguirá llenando de tensión, sangre y cadáveres el Medio Oriente.
La población mundial, desea hoy, vivir fuera de esos ruidos de la política contemporánea que dejo un mal camino de tristeza y lastres sociales.
Este proceso es el que ha hecho factible un Gobierno como el que preside Netanyahu, el más reaccionario y prepotente que haya tenido nunca Israel, y seguramente el menos democrático, pues, convencido de su superioridad militar absoluta en toda la región, hostiga sin tregua a sus adversarios, les roba cada día un poco más de territorios y, acusándolos de terroristas y de poner en peligro la existencia del pequeño Israel, los tirotea y los hiere y asesina a mansalva con el menor pretexto.
El mundo, tiene como existencia, una política verdaderamente suicida que no permite la estabilidad emocional de los ciudadanos y, ahora, debe ponderar con pequeños partidos religiosos, como el de Javier Bertucci, quien mantiene una posición individualista ante el pueblo y no se traza una alianza con Henri Falcón para derrumbar la hegemonía del oficialismo.
El chavismo, prefiere vivir sin agua, esperanza, en edificios arruinados por el tiempo y sometido a un bombardeo constante de propaganda mediática, pero, su horizonte este plegado en los sueños del presidente Hugo Chávez Frías.
Esta, no es una vida civilizada, ni deseable, en cada nicaragüense y venezolano hay una incomprensión y un nivel de terror
En la actualidad, me preocupa La Asamblea Nacional Constituyente- ANC- que es una idea inútil e innecesaria porque, desconocemos sus invocaciones ante la historia y, constituye una manera retórica de engañar al pueblo. Necesitamos más transparencia e igualdad ante el pueblo.
Estoy a favor de la integración latinoamericana, por medio del mecanismo de Alianzas y, una realidad que funcione y traiga beneficios. Debemos, dejar atrás la época de los guerrilleros y dictadores, son dos formas de violencia muy destructiva. Hay que promover a los jóvenes hacia un trabajo emprendedor que ayude al fortalecimiento de toda la Región Continental.
Todo, esta al alcance de nuestras manos, Nicaragua y Venezuela son un buen modelo para crecer económicamente.
En lo particular, como periodista, filósofo, escritor, psicólogo y matemático deseo vivir en una sociedad en que las pantallas televisivas se cierren y salgan derrotadas para darle paso a los libros, estoy convencido en que dejan una huella profunda con sus efectos. La parrilla de las televisoras por cable, son muy nefastas y dañan la participación del joven en obras creativas. Me gusta ver programas seriados y dramas, pero, es necesario evolucionar el pensamiento para implantar una nueva sociedad, que le dé un verdadero carácter a la democracia socialista y no disfrazar las verdades. No puedo ser marxista y promocionar el pensamiento liberal. Es lo que hace Maduro en Venezuela.
Los efectos negativos en una sociedad, hay que borrarlos y ver una nueva América Latina crecer y, alejarnos del paraíso de las dictaduras y, quienes la promueven. En este particular, cada ciudadano debe ser responsable.
Hay una diversidad de dirigentes que promueven de una manera aberrante, la dogmatización de la historia, cuando Los Libertadores proclamaron la libertad.
Seamos responsables y dejemos de hablar de Maduro en las colas bancarias y, llega las elecciones y te vemos votando por Nicolás de una manera abierta y sencilla. En ese momento, tus problemas materiales han sido resueltos por la bolsa CLAP y un bono. Se responsable de tu conciencia política, porque de la espiritual, puedes manejarla como la desees. Es necesario leer, para entender los movimientos históricos en Nicaragua y Venezuela.