Alquimia Política

La importancia de llamarse Donald Trump

 


Ilustración: Obra de Mercedes Moreteau, en formato digital, usando emojis, 2019.

 

A finales del siglo XIX, en 1895, se escribió una obra de teatro notable y con una carga psicológica-humorística muy novedosa para la época, se tituló "La importancia de llamarse Ernesto" (The Importance of Being Earnest), y su autor fue Oscar Wilde (irlandés, 1854-1900); la obra tiene como argumento la vicisitudes de un hombre en el contexto de las costumbres y la seriedad de una sociedad moderna que se estaba descubriendo así misma. La narración de los hechos plantea un conflicto con la vida puritana de la época y las excentricidades de la nueva generación que veía en la postura conservadora de la sociedad un obstáculo a su libertad y emancipación.

Tal como expone Lluís Blanco, si se toma el título original de la obra en inglés The importance of being earnest, el autor juega con el significado de la última palabra que en inglés viene a significar serio o formal. La obra es divertida por el desenlace de los enredos, donde los dos personajes principales inventan una doble vida que utilizan, entre otras cosas, como excusa para poder faltar a los diversos compromisos sociales además con esta artimaña aparentan ser personas honestas y formales a los ojos de la gente. El autor coloca en evidencia las falsas apariencias y las rígidas costumbres de la sociedad inglesa de la época; en los diálogos, cargados de ironía e ingenio, con palabras como "bunburysta" y "Bunbury", que en la obra se da a conocer en el siguiente diálogo: "ALGERNON: …Siempre he sospechado que eras un firme y secreto bunburysta; y ahora estoy absolutamente seguro. / JACK: ¿Bunburysta? ¿Qué demonios quiere decir bunburysta?/ ALGERNON: Te revelaré el significado de esta incomparable expresión… En realidad eres el bunburysta más consumado que conozco…/Ahora que he confirmado que eres un bunburysta, es natural que quiera hablar de bunburysmo contigo. Quiero contarte las reglas…"

Según Paqui Oviedo, el Sr. Bunbury, es un personaje ficticio, creado por uno de los protagonistas, Algernon, como un gran amigo que está muy enfermo y que justo tiende a recaer en el momento más oportuno, sirviéndole de excusa para evitar acudir a reuniones, actos sociales o cualquier situación que desea eludir… Bunburysmo, dícese del hecho de visitar al Sr. Bunbury en sus recaídas, o el hecho de utilizar una mentira que nos deja en buen lugar para evitar una situación que no deseamos o nos incomoda, manteniendo así nuestra intachable y respetable buena apariencia…Bunburysta, es aquel que practica el bunburysmo, ya sea de forma consciente o inconsciente…Términos que no aparecen en el Diccionario de la Real Academia Española, obviamente se dan en lengua inglesa, pero debería incluirse, por el mismo motivo que se han incluido otros términos: por la asiduidad con que se utilizan.

En ese escenario literario valga extrapolar la historia de Wilde, en la obra por entregas que lleva escribiendo el Presidente número cuarenta y cinco, de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump (Nueva York, 1946). El personaje de Trump tiene mucha similitud con Jack, creado por Wilde, que es el protagonista de la historia y quien tiene una personalidad muy distinta a la que adopta cada vez que viaja a Londres, ya que allí se encuentra su amada novia, con la que planea casarse bajo la identidad de Ernesto. Trump se muestra con la cara del patriotismo ultraconservador y con la cara del estadista capitalista competitivo y "tiburón". Un especie de héroe de historietas que en vez de luchar contra el mal, lucha contra la pobreza y el subdesarrollo, pero nunca buscando insertarlo al progreso, sino aniquilándolos desde la raíz, con sus Estados Nacionales y sus instituciones. Pero en la obra de Wilde hay otro personaje que también, por otros intereses distintos a los de Jack, adopta el nombre de Ernesto, este es Algy Moncrieff, el mejor amigo de Jack, con el fin de casase con la joven Cecily, hermosa dama que viene de una familia adinerada.

Trump, como lo describe Abraham F. Lowenthal, "…no despliega una sola política latinoamericana, sino que se enfocado en articular diferentes estrategias bilaterales o subregionales: México, América Central y el Caribe conforman un área integrada, a través de la migración y el comercio, a EE.UU; la zona andina constituye el foco de mayor preocupación norteamericano, debido a la inestabilidad política y el narcotráfico; mientras que los países del Cono Sur cuentan con un margen de maniobra que no existía en el pasado. En general, la agenda estadounidense para América Latina está menos basada en la geopolítica, la seguridad nacional y la ideología y más centrada en la economía, en el marco de problemas compartidos como el narcotráfico, el ambiente y la migración…" La personalidad que ha creado Trump (su Ernesto), es de mostrar "los dientes"; trasladar los desaciertos de su política de seguridad nacional hacia un "chivo expiatorio" con pocos dolientes en norteamérica que son la comunidad latina, sobre todo los mexicanos y los grupos de inmigrantes de centro américa que han enfocado su interés en el sueño americano.

Ya lo había avizorado en el 2018, Chris Cillizza, al decir que Trump dejó claro que está feliz de dividir el mundo en países que ve como sus amigos y aquellos que ve como sus enemigos no merecidos, cuando él dice que está examinando la asistencia exterior de los EE.UU, en cuanto a que si los países que reciben los dólares y la protección, también tienen nuestros intereses en el corazón; Trump fue tajante en decir: "…vamos a dar ayuda extranjera a aquellos que nos respetan y, francamente, son nuestros amigos".

Es decir, según el Trump político, con los cambios en el balance del poder, el riesgo de confrontación puede aumentar, si se compara esta situación con la Guerra del Peloponeso en la antigua Grecia, se tiene que Tucidides escribió: "Fue el ascenso de Atenas y el temor que esto inculcó en Esparta lo que hizo que la guerra fuera inevitable". La cosmovisión de Trump es que si se mantiene a los países separados hay mayor posibilidad de dominarlos y por ende doblegarlos a los intereses norteamericanos; en el caso de Venezuela, que se ha circunscrito en la realidad geopolítica actual, es una "golondrina" en el Caribe, por su radical postura de ser un sistema político democrático anti-imperialista (con la excepción de Cuba), esa estrategia de división la han aplicado hacia los partidos políticos modernos y es la razón por la cual la alternancia que tanto anhelan los denominados demócratas de oposición, no ha podido concretar sus intereses de ascenso al poder, cosa contraria al movimiento para el cambio revolucionario que se mantiene sólido, en una unidad organizativa y política lubricada para enfrentar los procesos electorales que se les presente. Trump ha terminado siendo uno de los mejores aliados del Gobierno bolivariano en Venezuela, con sus altibajos claro está (sanciones injustas que perjudican al pueblo no al Gobierno), pero si influyendo en un auge de divisiones y contradicciones, a los movimientos políticos que adversan al Presidente Nicolás Maduro.

El otro "Ernesto" de Trump, es lo describió acertadamente Héctor Tobar en el 2016, en un artículo de opinión en "The New York Time", la "…nominación de Trump por parte del Partido Republicano, permanecerá en la memoria de los latinos en este país durante muchas generaciones. Nuestros historiadores del futuro escribirán sobre la campaña de Trump y la furia nacionalista que desencadenó con el mismo dolor que sienten los afroamericanos cuando ven las atrocidades que en el pasado cometió Jim Crow, el mismo que los estadounidenses de origen asiático sienten cuando recuerdan la injusticia de la Ley de Exclusión de Chinos…" ¿No es acaso la realidad de la política interior y exterior hacia el pueblo latino por parte de Trump?

En este aspecto, a juicio de Wolf Grabendorff, América Latina "…no representa una prioridad para el gobierno de Donald Trump, ya que, a diferencia de otras regiones del mundo, casi no encarna intereses estratégicos de Estados Unidos. En vista de la consigna America First proclamada por el presidente, la política hemisférica desarrollada por otros mandatarios estadounidenses para asegurar el propio rol de potencia mundial solamente aparece ahora como estrategia de defensa…"

A grandes rasgos, según la visión de Grabendorff, EE.UU. en la era de Trump, ha moldeado una política de polarización frente a sus vecinos del sur, haciendo un daño inmenso en las relaciones con la América Latina en proceso de desarrollo, y "…acentuado aún más la fragmentación regional, potenciada por las consecuencias de la globalización. Pese a las declaraciones oficiales en contrario y a las visitas presidenciales de carácter diplomático, la disposición para desarrollar una cooperación institucional intra- e interregional es muy limitada. Además, para muchos actores políticos latinoamericanos, la prioridad actual consiste en estabilizar el sistema hacia adentro, lo que reduce el apoyo a un debilitado orden liberal internacional y –como en otras partes del mundo– promueve la creación de estructuras autoritarias…"

El segundo "Ernesto", que se comporta como el "tiburón" capitalista, o doctrina Trump, se apoya en razones de política interna ofreciendo a los estadounidense que son sus electores, una oposición retórica frente a los conceptos de política exterior vertidos por su predecesor Barack Hussein Obama II​ (Kapiolani Medical Center for Women and Children, Honolulu, Hawái, EE.UU., 1961). A lo sumo, esgrime Grabendorff, lanza "…amenazas, aunque no cambia sustancialmente las estrategias del gobierno de Obama. Todo ello queda reflejado también en la retórica oficial mantenida sobre los valores comunes dentro de las Américas. La política de Trump respecto a Cuba y a Venezuela sigue este patrón, que incluso puede observarse en las complicadas negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en inglés North American Free Trade Agreement (NAFTA) y en francés Accord de libre-échange nord-américain (ALÉNA)…"

De una manera concreta, Trump se va manejando con un estilo político populista, buscando sostener esa popularidad desde un papel protagónico en Latinoamérica juzgando y sentenciando Estados Nacionales y liderazgos locales, para acrecentar su figura de poder sobre la masa ultraconservadora que domina los cuadros político internos en los EE.UU., sobre todo, busca instaurar un modelo de liderazgo gubernamental, tanto hacia adentro como hacia afuera, que sin importar de que sea nocivo para las frágiles democracias latinoamericanas, le solucione el problema interno de credibilidad y de confianza del pueblo estadounidense hacia su figura política y su conducta capitalista moderna. El problema particular de los EE.UU., es que el Gobierno regenta una administración pública fragmentada, desleal y corrupta en algunos peldaños de las instituciones de poder, pero el Estado está bajo el control del denominado "Estado profundo", que es una red de funcionarios públicos que opera secretamente para impedir que quien gobierne, caso Trump, lleve adelante sus políticas. De ahí que Trump desde que ganó las elecciones presidenciales en el 2016, con 304 votos electorales contra 227 de Hilary Clinton. En el caso de Trump han activado la figura del impeachment, la cual es el juicio político por parte del Congreso de EE.UU., al Presidente promovido desde acusaciones de particulares hasta por acciones de cooperación nada claras entre Trump y algunos líderes del capitalismo global. El interés es una posible destitución del Presidente, amparándose en lo que reza la Constitución norteamericana de que "…debe ser destituido de su cargo si es acusado de y condenado por traición, soborno, u otros crímenes o delitos graves".

El Estado profundo ha encontrado en Trump un adversario "duro", así como él ha calificado al Presidente Maduro, porque a todas las acometidas que han intentado manchar el nombre de Trump, ha salido un "Ernesto", que con su capacidad de mostrarse de una manera elegante partidario de las reglas del juego político en el marco de las instituciones, promueve de manera paralela al Estado profundo, otra red, secreta igualmente, que ha ido anticipando movimiento y manteniéndolo en el poder, A Trump no le importa la democracia venezolana, ni colombiana ni brasileña, entre otras; le importa Trump, su estilo, su personalidad política. La importancia de ser Donald Trump radica en que su verdadera cara, ya sea la de Jack o la de Algernon, siempre es la de aquella caricatura que dice: "Hoy no fio, mañana sí"; es un comerciante, un acumulador de capital, de riquezas, que jamás podrá disfrutar a sus anchas de ellas, pero que él gravita pensando que su vida es y era para eso, desperdiciando una oportunidad única en la vida de poder servir con desprendimiento y humildad al prójimo. EE.UU., no tiene un Presidente del "pueblo y para el pueblo", tiene un populista "para él y para él", donde pierde camino la egolatría y todo queda como una simple anécdota de alguien que fue el Presidente número cuarenta y cinco, de la gran nación norteamericana.



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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