Desde que el Presidente Hugo Chávez asumió el poder por primera vez en el año 1999, la agresión del gobierno de los Estados Unidos en su contra solo ha ido aumentado e intensificando. Tengo dos libros escritos sobre el tema: “El Código Chávez” (Monte Avila Editores, 2005) y “Bush vs. Chávez: La Guerra de Washington Contra Venezuela” (Monte Avila Editores, 2006), que comprueban con documentos del propio gobierno de los Estados Unidos como ellos mismos han ido intentando desestabilizar a la revolución bolivariana y derrocar al Presidente Chávez de cualquier manera, incluyendo através de golpes de estado, sabotajes, infiltraciones o el magnicidio. El año pasado, el ex-secretario de defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, comparó a Chávez con Hilter, clasificándolo como una amenaza grave para la región. Y solo días después, el Director Nacional de Inteligencia y veterano de la Guerra sucia en América Latina, John Negroponte, anunció que Washington veía a Chávez y Venezuela como un peligro para la seguridad de los Estados Unidos y sus intereses en el hemisferio. La secretaria de estado Condoleezza Rice ha dicho de todo sobre Chávez, desde llamarlo “una fuerza negativa para la región”, a decir que es un líder anti-democratico y anti-americano, peligroso y autoritario. Durante el 2006, bajo la supervisión de Negroponte, la CIA estableció una nueva misión especial para Venezuela y Cuba para aumentar sus acciones de inteligencia y sabotaje en los dos países, y el Presidente George W. Bush clasificó a Venezuela como un país que “no colabora suficientemente con la guerra contra el terrorismo”, entonces imponiendo una sanción que prohíbe la compra de armamento de los EEUU y de los países que fabrican armamento con material estadounidense. Pero cuando el Presidente Chávez ganó las elecciones el 3 de diciembre pasado con una abrumadora mayoría y el vocero del departamento de estado dijo que su gobierno deseaba “una mejor relación” con el gobierno venezolano, muchos políticos y voceros venezolanos lo creyeron y manifestaron su esperanza de tener una relación más adecuada con el imperio del norte. Tuvieron fe en una sola declaración, ambigua además, de un vocero de Washington, a pesar la extensiva evidencia que demuestra las intenciones del gobierno estadounidense de nunca aceptar un líder como Hugo Chávez y una revolución como la bolivariana.
Entonces, no debe sorprender que otra vez caemos en lo mismo este año. Ya el 2007 comienza con la publicación del informe de la Dirección Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, preparado por John Negroponte, ahora ex-Director Nacional de Inteligencia y nuevo Sub-Secretario de Estado, clasificando a Venezuela como “una amenaza a la democracia mundial” y llamando al Presidente Chávez “un líder que hará todo bajó su poder para impedir la influencia de los Estados Unidos en América Latina y a nivel internacional.” También el informe indica que la compra de los aviones rusos SU-30 señala una intención de parte del gobierno venezolano de comenzar una carrera armamentista en la región. Esto es absurdo cuando se considera que el presupuesto militar de Venezuela ni siquiera llega a los “Top Cinco” de América Latina. Brasil, Colombia, México, Argentina y Chile gastan mucho más que Venezuela en defensa, y el gobierno estadounidense gasta más que cualquier otro país en el mundo.
Pero esta línea de Negroponte, de que Venezuela es la “gran amenaza” en el hemisferio, es la política que ahora llevará al Departamento de Estado. Negroponte aceptó la posición del segundo más poderoso en la política exterior de Washington después de que Condoleezza se lo suplicó durante meses. Después de que renunció en Julio del 2006 su ex-sub secretario de estado, Robert Zoellick, ferviente anti-chavista y el responsable por la escala en agresiones de la política hacia Venezuela, Rice no logró conseguir a nadie para ocupar ese lugar. Negroponte, quien apenas asumió la dirección nacional de inteligencia en enero del 2005 y fue responsable por la reestructuración de la comunidad de inteligencia de ese país, resistió las solicitudes de Rice hasta el fin del año 2006, cuando aceptó el cargo. Aunque Negroponte asumirá una gran parte de la situación en Irak, siendo el ex-embajador en Irak y el ex-embajador ante las Naciones Unidas (fue embajador cuando lanzaron la Guerra en Irak en el 2003), también se enfocará en América Latina, y particularmente, en Venezuela. Esto nos indica que la agresión y la hostilidad de Washington hacia Venezuela no cesará durante este nuevo periodo presidencial sino que aumentará como lo ha hecho durante los últimos cinco años. Hay que estar más vigilantes e inteligentes que nunca sobre los próximos pasos y acciones del gobierno estadounidense, y especialmente, hay que impedir los objetivos de la nueva misión de la CIA en Venezuela, establecida por Negroponte hace apenas seis meses, que se activará ahora y que continuará profundizando su trabajo de desestabilización y penetración de la revolución.
evagolinger@hotmail.com