Estados Unidos, armas y violencia

Definitivamente y hágase lo que se haga para controlarla, que por cierto no es gran cosa, la violencia en todas sus formas es indetenible en Estados Unidos (EU). No hay forma de pararla ni es posible lograrlo. Y la razón es tan absurda como simple: y es que, junto a su arraigada idea de ser el pueblo excepcional elegido por la Providencia para dominar al mundo, la violencia, único camino para lograr y conservar ese dominio, es la esencial razón de ser de esa sociedad llena de prepotencia, desprecio racista por los otros, odio contra propios y extraños, y dominada por una violencia sin límites que desde sus orígenes como país ha orientado su conducta. Esa violencia estalla a cada paso, llena sus vidas y su conducta diaria, dicta sus relaciones no solo con los otros y con el mundo sino también las de unos estadounidenses con otros. Y así, no solo estalla en la larga secuencia de guerras criminales que han llenado su historia, dejando un reguero de millones de muertos y destrucción física, sino que explota también internamente a cada paso en lo tocante a relaciones entre estadounidenses. Es la única forma que unos y otros conocen y aceptan para enfrentar diferencias, sean estas insolubles o no, una vez que rebasan tiempo y límites mínimos de discusión, elementales para llegar a acuerdos sin tener que apelar para decidirlas a las armas cada vez más sofisticadas de las que todos y todas disponen para ello: para matar a los otros sin perder más tiempo, a tiros, sin duda y sin piedad.

La primera víctima de esa sociedad racista, violenta y expansiva fue la población indígena del norte de América. A mitad del siglo XVII empieza el genocidio que le permite hacer llegar su territorio hasta el Pacífico en 1890. EU se ha apoderado antes de las Floridas, de Texas, que los ingenuos mexicanos les permitieron colonizar, y de México, al que mediante una guerra plena de desprecio y racismo despojan de la mitad de su territorio. Los pocos indios que quedan en 1890 están dispersos o encerrados en reservas que son míseros campos de concentración.

La otra gran víctima de esa violencia brutal y racista es la población negra. Los negros son importados por las 13 colonias como esclavos, pero la mayoría de ellos es requerida por las

colonias del sur, encabezadas por Virginia, que dependen de la esclavitud y exportan materias primas agrícolas. El algodón será la principal a lo largo del siglo XIX. Las del norte requieren pocos esclavos pues dependen de manufacturas y comercio naviero que usan mano de obra artesanal o libre. Pero Virginia es la principal colonia y su esclavismo domina la Constitución. En realidad, EU son dos países: el norte manufacturero y comercial y el sur esclavista. Ese conflicto se resuelve entre 1861 y 1865 con la Guerra civil. En ella pesa el tema de la esclavitud, pero la guerra es para que el norte imponga la unidad forzosa al sur, que quiere secesionar. La esclavitud es abolida de nombre, pero en realidad es reemplazada por la segregación racial, que es igual o peor para los negros. Las protestas y luchas por sus derechos llenan las décadas siguientes y casi todo el siglo XX. Y la violencia racial, la represión, los linchamientos y matanzas masivas de negros se vuelven cotidianos. En 1965 la Corte Suprema declara al fin abolida en el papel la esclavitud, pero el violento rechazo armado del sur y la respuesta de los negros, también armados y dispuestos, explota en nuevas luchas. La policía sigue matando y masacrando negros y entre los 70 y 90 hay revueltas masivas de estos que cobran perfiles de guerra civil.

Entre tanto, ya dueño de medio mundo, EU provoca nuevas guerras. En los 50 en Corea usa tropas y armas biológicas para masacrar un millón de chinos y coreanos. En Vietnam en los 60 y 70, es peor: napalm y agente naranja, masacres de todo tipo, millones de vietnamitas, camboyanos y laosianos asesinados. EU pierde la guerra y muchos soldados que regresan al país, armados, drogados y frustrados, suben a azoteas de edificios o entran a supermercados o templos para disparar y matar a todos los que encuentran.

Y mientras las gentes corren a comprar más armas y empiezan a entrenar con ellas a hijos e hijas, EU sigue provocando y preparando guerras. Amenaza a Irán, que se resiste, la URSS se derrumba y EU expande la OTAN para rodear lo que queda de Rusia y controlar a Europa. Utilizándola, provoca las guerras de Irak, de Siria y de Libia. Pero empieza su creciente desgaste. La droga, el alcohol y el miedo se adueñan del país, y la violencia interna crece, ahora de todos contra todos. Y con ella crecen la compra de armas, los atentados y la masificación de la violencia, que se expande a liceos y escuelas. Los estudiantes se arman, entre ellos se pone de moda el bullying y estudiantes humillados por sus compañeros se suicidan o matan a tiros a quienes los desprecian. Las casas de familia rebosan de armas. Con frecuencia niños pequeños las hallan en bolsos o maletines y jugando con ellas provocan disparos que matan a sus padres. Un adolescente entra a un supermercado a probar su nuevo fusil automático matando clientes. Un joven blanco racista entra con su fusil automático a una iglesia llena de fieles negros y produce una matanza. Otro va armado al liceo a asesinar a sus profesores y el resultado, que lo incluye, son varios muertos. Estos son hechos cotidianos. Son rutina.

Y también lo es que entretanto la policía, asesina como siempre, siga matando negros por cualquier motivo. El hecho hasta entonces corriente de que un policía asfixiase con su policial rodilla a un negro rendido y tirado en el piso por sospechoso, pues todos los negros lo son, dejó de ser aceptado en el caso de George Floyd. La protesta masiva que ese asesinato produjo, sacudió al país abriendo espacio a firmes condenas del racismo antinegro. Mas ya se olvidó todo y, en silencio, nuevas rodillas policiales siguen tranquilas asfixiando nuevos negros.

El más reciente hecho relativo a armas y violencia que ha sacudido a la opinión pública estadounidense es lo de Uvalde, pueblo del sur, pequeño y pobre, habitado sobre todo por emigrantes latinoamericanos pobres, en el que un joven estudiante de 18 años, también latino, harto de las agresiones y humillaciones que le causaban en la escuela, entró a esta con un rifle AR 15, y asesinó a tiros a 21 personas entre condiscípulos y profesores mientras grababa y difundía por las redes lo que hacía, quedándose luego en espera de la policía que al cabo vino a matarlo.

Pero nada puede hacerse. Lo impiden la 2a enmienda y la Asociación Nacional del Rifle (ANR). Esa enmienda, que autoriza a la población a portar armas era válida en 1791 cuando EU carecía de ejército y el pueblo blanco ya estaba acostumbrado a usarlas, pero carece de sentido hoy cuando EU tiene el ejército que tiene. Pero esa momificada Constitución es intocable. Y tan poderosa como ella es la ANR, que defiende esa enmienda y ese libre uso de armas.

Mas no son solo ellas, es que la mayoría del pueblo de EU también quiere seguir usando armas, lo que es parte de su identidad. Por eso no puede hacerse nada. Y lo más grotesco son las soluciones que se ofrecen. Biden pide prohibir vender armas a menores de 21 años, como si los mayores no mataran. Trump propone armar a los profesores, hacer las paredes de las escuelas impenetrables y rodearlas de policías. Y en Florida se propuso un manual para enseñar a los niños a esconderse bajo los pupitres al oír ruido, a hacerse los muertos y otras burradas. ¿En qué convertirán las escuelas? ¿En bunkers de niños aterrorizados sospechando de todo y de todos? ¿O habría que armar a los niños? ¿Cómo pretende ese país ser el faro del mundo? ¿Y hasta cuando esta pobre humanidad se seguirá tragando esa basura?.

Tomado del diario Últimas Noticias.



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Vladimir Acosta

Historiador y analista político. Moderador del programa "De Primera Mano" transmitido en RNV. Participa en los foros del colectivo Patria Socialista

 vladac@cantv.net

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