“¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”
Mateo VII, 3
Mateo VII, 3
Sandy Brash era una niña estadounidense de 12 años de edad cuando con su propia vivencia supo identificar una característica de la pobreza, ella dijo un día a su madre “sabes, mamá, ser pobre es muy caro” de esa manera caracterizó con claridad el elevado precio que se paga al nacer pobre en una sociedad capitalista. Cualquier logro implica un esfuerzo mayor y en medio de la pobreza lo normal es que un niño pobre enfrente la pérdida de oportunidades, la ausencia de condiciones adecuadas de alimentación, la falta de acceso a los servicios de salud y el elevado costo de sobrevivir en un medio lleno de dificultades y sin seguridad personal.
Según el Census Bureau de los Estados Unidos equivalente al Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela-INE- desde que George Bush asumió la presidencia, el número de pobres en dicho país se ha incrementado en 5 millones de personas. Al cierre del año 2005 en los Estados Unidos 37 millones de habitantes vivían en situación de pobreza. Ello equivale a 12,6 por ciento de la población.
Cuando se dice que uno de cada ocho ciudadanos norteamericanos vive con un ingreso por debajo al de la línea de la pobreza, tal vez no impresione a quienes viven en países cuyos índice de pobreza se encuentra entre 30 y 50 por ciento. No obstante, cuando se añade que se trata de una nación en la cual el PIB por habitante asciende a 46.536 dólares en un país que produce el veintinueve por ciento del PIB mundial mientras que su población es únicamente el 4,6 por ciento de la población del planeta. Uno se pregunta ¿y con tanta riquezas pueden tener 37 millones de pobres?
Lo más impactante de las cifras de la pobreza en los Estados Unidos es que el porcentaje de niños pobres es de 17,6 por ciento; es decir, sensiblemente superior al promedio nacional de 12,6 por ciento, estos niños pobres tendrán que enfrentar las dificultades de crecer con limitadas oportunidades para recibir una buena educación, con restringido acceso a servicios de salud y precarias condiciones en la dotación de vivienda y de otros servicios.
Al cierre de año 2005 uno de cada ocho habitantes de los Estados Unidos se autodefine como negro, entre ellos uno de cada cuatro vive en situación de pobreza. Uno de cada siete habitantes se define hispano y de ellos 21 por ciento vive en situación de pobreza, en la población blanca 8 por ciento vive en situación de pobreza.
Aunque en el mundo no existe un buen lugar para ser pobre, en muchas circunstancias ser pobre en un país rico termina siendo peor que ser pobre en un país pobre. Ser parte de los excluidos al no tener una póliza de seguro médico, puede ser peor en un país donde el servicio médico privado es muy costoso como en los Estados Unidos.
Según el economista Jefreey Sach el sistema de salud de los Estados Unidos es de los más caros del mundo, lo que los estadounidenses gastan en salud equivale a 15 por ciento del PIB. No es ese camino el que deben transitar países con niveles de ingresos intermedios, como es el caso de Venezuela cuyo ingreso por habitante es de 5 mil dólares anuales, y mucho menos para países cuyo ingreso per cápita es inferior a mil dólares, por esa vía tendrían que esperar muchos años para que con suerte pueda notarse una mejoría de la asistencia médica, especialmente de la población en estado de pobreza.
En los Estados Unidos existen regiones con menores y mayores índices de pobreza, uno de los estados donde la pobreza es más elevada es en Dakota del Sur, y en dicho estado es en el Condado de Buffalo es donde el índice de pobreza es mayor, allí la pobreza alcanza el 56,6 por ciento. En esa comunidad el cien por ciento de la población negra vive en situación de pobreza. Existe una clara señal de que el sueño americano no ha llegado a dicho condado.
En Dakota del norte se encuentra el condado SIUX, constituido en un cien por ciento por un reservorio indígena, en dicha comunidad el 85 por ciento de población es indígena y el índice de pobreza en el condado Siux es de 40 por ciento.
En varios estados del sur de los Estados Unidos la pobreza es mayor que la media nacional. Tal vez el huracán Katrina dejó en evidencia en Nueva Orleáns que la pobreza no solamente es un problema de países subdesarrollados, y que los pobres de los Estados Unidos necesitan también de la atención de quienes dentro y fuera de los Estados Unidos tienen una sincera preocupación por las personas que viven en pobreza.
En los Estados Unidos el 32,7 por ciento de la población hispana no posee ninguna forma de seguro médico. No es lo mismo no poseer póliza de seguro en un país donde existe un sistema de salud pública gratuito, que en uno en donde la totalidad de los servicios de salud son privados, incluso aunque en una minoría de centros de salud orientados a asistir a familias de bajo nivel de ingresos se brinda asistencia médica a bajos precios, entre treinta y sesenta por ciento por debajo de los precios del mercado y aunque en ciertos casos reciben subsidios del gobierno para personas de bajo nivel de ingresos, el gasto en salud aún puede ser elevado para una persona pobre.
En Washington DC la pobreza puede ser vista con mucha facilidad, incluso través de los vidrios de una limosina que transita por la avenida Pensylvania rumbo a la Casa Blanca. En las plazas de la ciudad frecuentan los llamados homeless (sin techo) quienes duermen en las calles arropados con frazadas en medio de las frías noches de invierno. Tal vez sea con el metal de la viga del ojo propio con el que se escribió en la entrada del Banco Mundial la inscripción que reza: “Nuestro sueño es ver un mundo libre de pobreza”
El autor es Profesor de Desarrollo Económico UCV. Actualmente se desempeña como Ministro Consejero de Asuntos Económicos en Comisión en la Embajada de Venezuela en Washington.
E-mail: Josesojo1@hotmail.com