La nueva realidad política de América latina obligó al Presidente de los EEUU, George W. Bush, a organizar una gira que solo busca frenar el avance de los cambios y la transformación de las estructuras sociales hacía un nuevo modelo socioeconómico sustentado en la independencia económica, la justicia social y la lucha por la Soberanía Nacional. El Presidente Norteamericano pretende impulsar una nueva “Alianza para el Progreso” como mecanismo de dominación para alimentar sus pretensiones hegemónicas.
La “Alianza para el Progreso” fue un plan político disfrazado como programas sociales y económicos dirigido a frenar el avance de la Revolución Cubana en América Latina. Fue elaborado en la reunión de la Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) de la Organización de Estados Americanos – OEA- en agosto de 1.961. Este documento se conoce como la Declaración de Punta del Este y fue aprobado con los votos de todos los países salvo Cuba que se opuso porque conocía la esencia política del referido plan.
La “Alianza para el Progreso” tendría una duración de 10 años y contemplaba una inversión de 20.000 millones de dólares que el Gobierno Norteamericano utilizaría a través de sus agencias de ayuda y organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo –BID- y el sector privado con la Fundación Panamericana de Desarrollo.
El plan del Presidente Jhon F. Kennedy estimaba que, en 10 años los EEUU lograría frenar el avance de la Revolución Cubana que se proyectaba en toda América Latina y al mismo tiempo tenía el nefasto objetivo de profundizar la dependencia económica, política y social que le permitía mantener el control sobre los recursos naturales de estos países. Fueron los años cuando la hegemonía del imperio Norteamericano dejó abiertas las venas de América Latina como magistralmente los demostró Eduardo Galeano.
En aquella oportunidad el Presidente Kennedy tenía como aliados incondicionales a los Presidentes Rómulo Betancourt (Venezuela), Janio Cuadros (Brasil), Arturo Frondizzi (Argentina), Fernando Belaunde Terry (Perú), Eduardo Freí (Chile), Carlos Lleras Restrepo y Alberto Lleras Camargo (Colombia). Estos Gobernantes se convirtieron en voceros del Gobierno Norteamericano y soportes de la dependencia de América Latina. Se conformaron con programas supuestamente dirigidos a impulsar la reforma Agraria, modernización de las comunicaciones, acceso a la vivienda, mejoras en las condiciones sanitarias, planes de educación y cooperación monetaria. Dejando las puertas abiertas a la dominación Norteamericana que terminaría esclavizando nuestros pueblos, apropiándose de nuestros recursos naturales (esencialmente el petróleo Venezolano que sirvió de sustento a la economía Noretemaericana) y violentando nuestra Soberanía Nacional con planes de penetración a través de la educación y el proceso de transculturización. De la “Alianza para el Progreso” solo recordamos la dadiva alimentaría que se repartía por medio de la iglesia católica y solo sirvió para mitigar el hambre de un día que posteriormente se transformó en pobreza estructural.
La “Alianza para el Progreso” devino en estruendoso fracaso para los Gobiernos Latinoamericanos y los EEUU logró su objetivo de aislar a Cuba aunque no pudo destruirla como pretendió con la invasión de Bhia de Cochinos, ordenada por el propio Kennedy. Posteriormente se desataron los Golpes de Estado como alternativa para imponer Gobernantes que funcionarían como siervos de la hegemonía del Norte.
Hoy el Presidente de los EEUU, George W. Bush, pretende reciclar la vieja y desgastada estrategia de Kennedy impulsando una nueva “Alianza para el Progreso”. Ha comenzado con una gira desesperada por América Latina buscando aliados. En esta oportunidad se habla de una inversión de 75 millones de dólares a ser ejecutados en 3 años en Programas Sociales y atención a la pobreza.
La nueva “Alianza para el Progreso” promete una cifra irrisoria para los grandes problemas de América Latina y se contradice con la cuantiosa Deuda Externa que mantiene frenadas las economías de nuestros países. Si Bush quiere suscribir una verdadera Alianza para el Progreso debe comenzar condonando la deuda externa que ya ha sido pagada con creces.
El objetivo de Bush es frenar el avance de la Revolución Bolivariana y su influencia en los países de América Latina. El verdadero objetivo de Bush es frenar el impulso del ALBA, el Banco del Sur, Petrosur, Petrocaribe, Telesur y todas las formas de integración social, económica, política y cultural que se desarrollan en América Latina. El objetivo de Bush es mantener los niveles de dependencia que le garantizan la apropiación de nuestros recursos naturales y al mismo tiempo perpetuar su atropello a la Soberanía Nacional con una globalización que se sostiene sobre el mercado como único regulador de las relaciones sociales de producción, convirtiendo a cada hombre y cada país en vulgares mercancías que circulan en un mercado de valores, bienes y servicios controlado por el Gobierno Norteamericano.
La nueva “Alianza para el Progreso” está destinada al fracaso porque los pueblos de América Latina han desarrollado un nivel de conciencia que ha permitido abrir el camino a un Proceso de Cambios y Transformación Social que no tiene vuelta atrás. Un proceso que alcanzó un carácter irreversible con Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, Néstor Kirchner en Argentina y ¿por qué no? Lula Da Silva en Brasil, Tabaré Vásquez en Uruguay, Michelle Bachelet en Chile y por supuesto Hugo Chávez en Venezuela y la Revolución Cubana como referente de dignidad y perseverancia.
La nueva “Alianza para el Progreso” como mecanismo de dominación ha tropezado con un contexto político, social y económico diferente al que disfrutó Kennedy. Ha tropezado con la Revolución Bolivariana y una América Latina que se decidió a transitar por el camino de la transformación social hasta lograr una sociedad donde impere la justicia social como esencia de una Sociedad Socialista…
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