El Libertador Simón Bolívar, en fecha 5 de agosto de 1829, le advierte al pueblo venezolano y a la Gran Colombia:
"Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad".
Allí está la doctrina de James Monroe que es uno de los grandes temas de la historia de las relaciones internacionales del continente americano. Originalmente fue parte del mensaje anual del presidente Monroe al Congreso de EEUU, en fecha 2 de diciembre de 1823, que con el tiempo se convirtió en parte fundamental de la política exterior norteamericana.
Mucho de su significado descansa en el hecho de que su esencia ha sido por 200 años parte de la geopolítica del pensamiento de los régimenes estadounidense.
El mensaje articuló ideas en la política exterior de EEUU al articular la idea de la separación geográfica, política, económica y social del mal llamado nuevo mundo con respecto al viejo continente, subrayando los diferentes intereses americanos.
Los principios de Monroe complementaron el arraigado nombre que reciben los planes y programas políticos que inspiraron el expansionismo de EEUU, tras la incorporación de importantes territorios que habían pertenecido al imperio español que se resumen así:
No a cualquier futura colonización europea en el Nuevo Mundo; abstención de EEUU en los asuntos políticos de Europa y no a la intervención de Europa en los gobiernos del hemisferio americano: "América para los americanos".
EEUU inició su expansión territorial no en defensa de la América Latina sino en perjuicio de los países que se habían independizado de la corona española.
Los gringos privaron de su independencia a los pueblos de Filipina, Hawai, Puerto Rico, Haití y República Dominicana; menoscabaron la soberanía de los hermanas naciones de Cuba, Nicaragua, Honduras y Panamá, imponiendo servidumbres políticas, militares o económicas, le segregaron a Colombia su provincia de Panamá e intervinieron en México ocupando por la fuerza el Puerto de Veracruz y la parte de la frontera septentrional.
Esta época fue llamada el "destino manifiesto", el cual se definió, a saber:
"Es un hecho inevitable y lógico que nuestro destino manifiesto es controlar los destinos de América".
A lo que se agrega la proclama de Teodoro Roosevelt, en fecha 2 de abril de 1903: "hablad con suavidad y llevad un grueso bastón; iréis lejos", una fórmula que se convirtió en el slogan de su política exterior.
Roosevelt, en el mensaje anual de 1904, complementando la doctrina Monroe, formuló el siguiente corolario:
"Si una nación demuestra que sabe actuar con una eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política, si mantiene el orden y respeta sus obligaciones, no tiene por qué temer una intervención de los Estados Unidos. La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir a fin de cuentas, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados Unidos a la doctrina Monroe puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de política internacional".
Asimismo, a través del secretario de Estado, Richard Olney, el presidente Cleveland hizo saber a Gran Bretaña y al mundo entero que:
"Los Estados Unidos son prácticamente soberanos en este continente y su voluntad es ley para las cuestiones en que intervienen".
Todo esto forma parte de la verdad profetizada por Bolívar acerca de la amenaza estadounidense en el hemisferio de Latino América y el Caribe.
Venezuela ante la criminalidad estadounidense no se rinde ni se rendirá. El cerco financiero internacional dirigidos por bancos y corporaciones vinculados a Washington y otros organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que están deseosos de dar al traste con la democracia social, protagónica y participativa desarrollada por la Revolución Bolivariana, que es una realidad hemisférica y mundial.
Los pueblos de NuestraAmérica ya no se tragan la criminalidad del criminal imperialismo estadounidense, que ampara el reino de unos pocos a expensas de las ciudadanas y ciudadanos que habitamos la Patria Bolivariana.
Nuestros pueblos han ido gradual y progresivamente arrodillando al imperialismo y el capitalismo salvaje se ha ido desvaneciendo.
Así lo revela la historia que precisa en su dialéctica que Monroe no tiene nada que buscar en NuestraAmérica.