Trump y la derrota al guerrillero

 

En relación al reciente conflicto EE UU – Colombia originado por Donald Trump y la brutalidad con que impuso la política migratoria su gobierno, sorprendió leer en X cualquier cantidad de comentarios de cipayos, la mayoría de ellos colombianos, argumentando que “Petro no debía meterse con Trump” y que Colombia pagaría cara las consecuencias de ello.

Es comprensible esta reacción, sabiendo que buena parte de ellos son “antipetristas furibundos” que hace mucho perdieron la dignidad, si es que algún día la tuvieron, y hoy se posicionan del lado del imperio y sus políticas como siempre lo han hecho, asumiendo que Petro no es más que un guerrillero, un comunista, un socialista, un alcohólico, etc., etc.

Mas allá de las diferencias que se puedan tener con el Presidente Gustavo Petro, la agresión de Donald Trump y su gobierno a Colombia, deberían imponer a los suramericanos, del partido y la tendencia que fueren, la unidad para rechazar la agresión a la soberanía de nuestros países y de nuestros pueblos. El maltrato a los colombianos deportados y al gobierno de Petro, implica un mensaje a los latinoamericanos sobre lo que hará el amo en lo que siempre ha considerado su patio trasero.

Petro no hizo en su momento más que responder con la dignidad de un Presidente de un país digno, en representación de un pueblo y en nombre de todo un país, a las agresiones de un sujeto y de un gobierno, que en nombre del poder de los cañones y de los bombarderos, apuesta a imponer sus políticas a los demás a garrotazo limpio, ¿Como esperar que Álvaro Uribe, por mencionar solo a uno de estos exponentes de la oligarquía colombiana cipaya, entienda esto?.

No debería haber ni un solo colombiano, como tampoco ningún suramericano, que se considere digno, que se oponga a los reclamos, las exigencias y demandas de Petro en relación al atropello de Donald Trump y su gobierno a los migrantes ilegales en el proceso de deportación a sus países de origen, así como a los propios gobiernos y países de origen de estos ciudadanos. Lastimosamente el resquebrajamiento de la moral y la dignidad de nuestras sociedades hace que las clases dominantes (oligarquías) tengan veneración por los actos de aquellos a los que consideran sus amos y señores y a los que como decía Maquiavelo además de temerles los aman.

Pero lo peor no es que sean Álvaro Uribe, Vicky Dávila, Iván Duque, y sus acólitos quienes apuesten a que su amo imperial usurpe, lo que deberían considerar su suelo sagrado, y entren los marines y se lleven cuan criminal de guerra al Presidente Petro a cumplir condena en EE UU por los supuestos delitos del “guerrillero”, sino todo ese vasto pobrerío en Colombia y Suramérica que hoy creen a pie juntillas el “relato” de esa extrema derecha que los desprecia por pobres, por negros, por indecentes, etc., etc.

En Venezuela pasamos por eso cuando el liderazgo continental de Hugo Chávez lo hizo blanco del ataque despiadado de los cipayos del imperio, pero el apoyo mayoritario, decisivo y audaz de todo un pueblo valiente fue capaz de derrotar a los lacayos y las pretensiones imperiales que sus amos.  

Hoy los lacayos, en Colombia y el Continente, “celebran” lo que asumen como derrota de Trump al guerrillero. Los pueblos que tienen en su memoria ancestral la independencia de todo un Continente como resultado de la derrota de un poderoso imperio, no deberían seguir siendo despreciados por los poderosos de estos tiempos.

Es claro también que todo imperio decadente es peligroso.

 


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Carlos Luna Arvelo


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