Los EU, cada vez más cerca de vivir sus horcas caudinas (¡!)

El imperio –dizque más poderoso del planeta— con su poderosa máquina de hacer dinero inorgánico a voluntad, su omnipotente panoplia militar, sus misiles inteligentes, su bombas nucleares, su escudo invisible antimisil, sus satélites espías y la arrogancia de sus líderes y gobernantes de baja ralea, tendrá que recibir el demoledor contragolpe de la historia por sus arteros desmanes, crímenes de lesa humanidad, expoliaciones, genocidios, robos, saqueos indebidos, invasiones injustificadas, irrespeto a pueblos y violaciones flagrantes de la vida y de los más elementales derechos humanos. Y, tantas y tantas otras ignominias y perversidades...

Lo que EU no pueda probablemente imaginar todavía, es que tendrá que pasar por las ‘horcas caudinas’ de la humillación del imperio, que se resiste a reconocer su decadencia moral en medio de la derrota y la debacle económica, al igual que lo hiciera Inglaterra un siglo antes, o por la que paso un tiempo más atrás el imperio Romano 321 años antes de Cristo.

Cuenta la historia que, en la entrada a la Campania, entre Arpaya y Montesarchio (dos bellas localidades italianas), existe un desfiladero que ha sido inspiración de los clásicos durante siglos, y que es todo un signo de sumisión y humillación. En ese desfiladero, en el año 321 antes de Cristo, dos poderosas legiones romanas –comandadas por el orgulloso cónsul y estereotipo de noble romano, Espurio Postumio Albino— fueron derrotadas por las tropas de los sammitas, pueblo bárbaro vecino de Roma, que se interponía en su inicial expansión por la Península Itálica.

Los sammitas, tras cercar y derrotar en ese desfiladero, conocido por los clásicos como Caudinae Faucae (Horcas Caudinas), obligaron a los legionarios derrotados a desarmarse, a entregar rehenes, y a pasar, para salir del desfiladero, bajo dos lanzas sammitas (agachándose para ello), humillando de esta manera a los romanos como nunca nadie logró hacer. Hoy en día, la expresión pasar por las ‘Horcas Caudinas’ sirve para expresar la humillación que debe sufrir el vencido a manos del poderoso, para intentar salir lo más indemne posible.

Es bien interesante traer este relato a colación por cuanto en él tendrá que verse –como el verse en un espejo— el imperio norteamericano. Ya que desde su sordo, ciego y omnímodo poder y sin que haya en este planeta un sammita, un sirio o un iraní, que sin importar que sean pequeños y sin necesidad de tener todo el inmenso poderío de una superpotencia, en definitiva, solo se necesita imbuirse de una inmensa voluntad de triunfo para dar al traste con las desbocadas perversiones hegemónicas, del cínico imperio del horror y la maldad.

Todo en este mundo tiene un lado positivo y otro negativo, un lado bueno y otro malo. Es así, que el imperio de los EU desde su oscura omnipotencia, con su omnímodo poder económico militar y con un pueblo que le dio la espalda, incurrió en el averno contra los pueblos más canijos y mancilló con cínica saña los más elementales principios de la ética, el honor y la dignidad de los pueblos. En tal sentido, tendrán que asumir con responsabilidad (si es que la tienen y sin derecho a pataleo…) el costo de los errores cometidos, así como recoger el fruto de sus arteras políticas de genocidio, criminalización, subyugación, dominación, invasión y usurpación.

Su arrogancia, prepotencia y las equivocadas locuras megalómanas de sus gobernantes, ha llevado a los EU y a su pueblo al borde del paroxismo y la irracionalidad. La humildad, el honor y la dignidad se fueron hace mucho tiempo de lo que en el pasado reciente fue una referencia de ilustres ciudadanos estadounidenses como Benjamín Franklin o Abrahán Lincoln.

Benjamín Franklin, a diferencia de lo que es la actual bazofia de la Casa Blanca, fue un ciudadano humilde –y quizás es el mejor ejemplo en la historia norteamericana— que habiendo nacido en una relativa pobreza pudo este joven, que no recibió una educación formal, trasformarse hasta llegar a ser un próspero hombre de negocios, diplomático, erudito, cosmopolita, inventor y ciudadano del mundo.

Hoy cobra mucha vigencia aquel inequívoco apotegma de nuestro Padre Libertador Simón Bolívar: “Los Estados Unidos de Norteamérica están llamados por la providencia, a poblar a la América de miseria en nombre de la libertad…” Al lanzar para la posteridad su visionaria manera de percibir lo que nos acechaba desde el norte, y el peligro que significaba el imperio de los EU para Venezuela y para el resto de América, el Libertador, contra el inminente peligro del imperialismo norteamericano, se atrevió a lanzar esa bizarra sentencia hace mas de 180 años. Por ende, esta visionaria revelación adquiere hoy en día en pleno siglo XXI, una gran relevancia histórica.

joseagapo@cantv.net


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José Agapito Ramírez


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