La reciente reunión de la ONU ha puesto de nuevo sobre el tapete la dicotomíade las dos visiones que imperan en el mundo globalizado. La visión imperial: genocida, arrogante, visceral, arrasadora, y la visión liberadora de los pueblos pequeños y subdesarrollados, que construyen su historia a contracorriente; enfrentados, tiempos ha, a los imperios que en el mundo ha habido.
La tribuna de la ONU permite que el verbo aflore y a través de él se corre el velo a un discurso hipócrita, maniqueo y solapado. El imperio siempre ha visto con sorna y menosprecio las posturas de los pueblos del mundo. Sólo ellos tienen la razón. Sólo ellos pueden explorar el espacio; explotar y comerciar cuanta mercancía esquilmen a otras tierras. Sólo ellos pueden explotar la energía atómica, con cualquier fin, sin dar ningún tipo de explicación.
Hoy, la política imperial denota y connota al Gobierno de Estados Unidos, cualquiera que éste sea. Los oscuros tentáculos de los viejos imperios coloniales se han extendido al gobierno de este país que olímpicamente ha ignorado las resoluciones de la ONU y los llamados de este organismo por la paz mundial. El mundo ha visto perplejo las terribles acciones desplegadas por el poder imperial en el Oriente Medio: Palestina, Líbano e Irak, son una cruda y dolorosa muestra de ese daño.
El imperio acusa, estigmatiza, encasilla, califica y condena, pretendiendo aplastar los derechos de los otros. En América Latina no hay una sola nación que no haya padecido, por décadas, el oprobio de la expansión, intervención e injerencia de los gobiernos estadounidenses. Este drama, que se arrastra por siglos, no ha impedido que Latinoamérica con hidalguía defienda su soberanía y su derecho inalienable a construir su propia historia.
En la visión imperial no calza la independencia ni la libertad de criterio que preconizan distintas naciones. Todos los que se nieguen a seguir los designios del Gobierno de Estados Unidos son descalificados políticamente y acusados de "dictadores" y "enemigos de la libertad". Con toda razón el Presidente de Nicaragua señaló al Gobierno de aquel país como "dictadura planetaria", al margen del sector que ejerza el poder en dicho país. ¿Quién da más? La confrontación continúa.
Periodista / Profesora universitaria
