Hitler obtuvo tantos votos en las elecciones de marzo de 1932 que fue
imposible no concederle la cancillería después de la muerte de
Hindemburg. Más tarde, al fusionar ésta con el cargo de Führer queda como
líder supremo del Reichstag o el famoso Tercer Reich.
Sus actos y crímenes están allí, en la historia, para horror de la
humanidad; pero según la tesis esgrimida por el Presidente español en la
XVII Cumbre Iberoamericana, no puede ser calificado de fascista o de
criminal sin ofender al pueblo alemán.
En las elecciones de 1948 el pastor protestante Daniel Malan fue elegido
como Primer Ministro de Sudáfrica. Un poco más tarde (1950) promulgó una
ley que segregó a los ciudadanos según su raza.
Malan prohibió legalmente la presencia de negros en algunas ciudades,
playas, autobuses, hospitales, escuelas y hasta bancos de parques
públicos; pero no puede (según Zapatero) ser calificado de racista o
fascista porque fue electo por el pueblo sudafricano.
Johanes Strijdum, fue el sucesor de Malan en Sudáfrica y también llegó a
ser Primer Ministro por vía electoral. Él eliminó los derechos políticos,
incluido el voto, a los negros y mestizos pero según la novísima tesis
del premier español eso lo libra de cualquier acusación como violador de
los derechos humanos.
George Bush, según la tesis zapateriana, merece respeto por el simple
hecho de haber sido elegido como presidente por el pueblo norteamericano.
Que haya ordenado el asesinato de más de un millón de seres humanos en
Iraq y Afganistán por intereses económicos y basado en informes por él
manipulados, carece de importancia… las formas hay que conservarlas.
Podríamos pasar el resto de nuestros días escribiendo sobre personajes
que merecen la repulsa de la humanidad por las atrocidades cometidas una
vez que el pueblo le concedió poder. De hecho en Venezuela tenemos como
para escribir una enciclopedia.
Ese no es, sin embargo, el objetivo de esta nota. Hicimos esta larga
introducción para dejar evidencia de lo banal que resulta el argumento
esgrimido por Rodríguez Zapatero en la XVII Cumbre Iberoamericana y la
falsa imagen que desde hace tiempo intenta proyectar, con la ayuda de
algunos medios de comunicación.
Él, que sabe mejor que nadie del servilismo, de las mentiras y de los
crímenes de Aznar se da por ofendido (y argumenta que se ofende al
pueblo español) cuando el nefasto expresidente es llamado fascista y se
denuncia públicamente que alentó, financió y respaldó un golpe de estado
en Venezuela.
El rey Juan Carlos, por su parte, explota ante las denuncias contra Aznar
y como si le hablara a un súbdito, ordena al Presidente venezolano que se
calle.
¿Qué se habrá pensado este manganzón? ¿acaso creerá que le está hablando
al encargado de la Capitanía General de Venezuela?
Ni Chávez, ni el pueblo venezolano pueden callar ante la agresión de
Aznar cuando apoyó a Carmona Estanga, ni cuando hoy alienta una campaña
internacional contra Venezuela.
La molestia del rey de bastos y del hacedor de zapatos no es sino la
mejor demostración de cuan afines son con el pensamiento y el accionar de
Aznar.
Se equivocan si creen que con la formalidad diplomática de Zapatero, la
explosión de “su majestad”, el apoyo de los medios o el respaldo de
políticos reaccionarios de derecha, podrán intimidar al Presidente o al
pueblo venezolano. Bueno es que tengan en claro que aquí (en Venezuela)
ni creemos ni nos intimidan los reyes.
Allá en España podrán pagarle diez millones de euros a un vago, mujeriego
y cazador de osos drogados para que sea jefe de estado, simplemente por
tener “sangre azul”.
Ese es problema de los españoles, pero aquí en Venezuela, Simón José
Antonio de la Santísima Trinidad hace casi doscientos años que mandó a
los reyes españoles al mismísimo demonio.
Ubíquese señor Borbón