Hay una antigua conseja, de dudoso origen, sugiriendo que: “No es lo mismo decir Constantinopla que las manoplas de Constantino. Entendiendo que en Colombia hay una guerra boba, pero guerra al fin, en los centenares de miles de muertos que produce, los millones de desplazados que ha arrancado de sus espacios naturales, el grave daño al medio ambiente, y las incalculables pérdidas a la economía nacional; y por lo tanto, en una situación así, no se entendería que se hable de secuestros en lugar de Prisioneros de Guerra.
Los Miembros de la Sociedad Civil colombiana en poder de la FARC-EP son folklóricamente llamados Secuestrados, mientras que los combatientes del Ejército Popular, atrapados en las cárceles del Estado fascista colombiano, son llamados simplemente prisioneros.
Tal paradoja es la que nos lleva a sostener que la guerra de exterminio en la que el gobierno fascistoide del cipayito Uribe, genocidia a los pobres de Colombia, es una Guerra Boba. Boba, por que en primer lugar la Guerra no ha sido declarada por la clase social que está siendo asesinada por la llamada sociedad civil colombiana, con el auxilio de la maquinaria guerrerista del imperialismo yankee; en segundo término por que esa clase dominada signada por el desempleo, la pobreza, y la miseria, no termina de plantear una guerra a muerte que democratice los muertos entre la oligarquía y la clase trabajadora; y en último término por que la clase expoliada no se ha planteado seriamente arrebatarle el poder a la oligarquía, que ha gobernado a Colombia a través del bipartidismo liberoconservatista, y por encargo del Imperialismo norteamericano.
Un paso importante en la búsqueda de una posible solución, a la situación Colombiana, es definir claramente la semántica de su conflicto. Si el Mundo no despierta a la realidad colombiana, y más importante, si la propia clase trabajadora colombiana, siguen aceptando que las víctimas de esa Guerra boba, sean llamados terroristas, aun después de ser asesinados; si se permite que el genocida de Uribe, a través sus paramilitares, y de la maquinaria másss mediática del imperialismo, continúe llamando secuestrados a los prisioneros de guerra en poder la FARC-EP, como uno de los bandos de la guerra boba; mientras motea de bandidos a los guerrilleros presos en sus cárceles; entonces tendríamos que admitir que la luz de una posible paz en Colombia, ni siquiera ha empezado a vislumbrarse. Una paz auténtica pasaría necesariamente por el triunfo definitivo de la clase trabajadora, y esa victoria no será posible, sin el planteamiento y la práctica de una guerra de socialización que debe comenzar por la declaratoria de un decreto popular de Guerra a muerte.
Al imperialismo le ha resultado relativamente fácil mantener una victoria política en Colombia, su gran aliada, la oligarquía colombiana se mantiene en el poder por encima de la masacre de la clase trabajadora, y de la pobreza que encarna más del 80% de la población. Nada le conviene más al imperialismo para seguir conservando su victoria que el desarrollo de esta guerra boba en Colombia. Tal situación le permite seguir lucrándose con el negocio de las armas, el negocio de la Paz, el negocio de las drogas, para citar tres de sus negocios más jugosos. El imperialismo estaría de pláceme si la FARC-EP entrega sus armas, y se lanza al ejercicio de la política electoral. Serían asesinados como asesinaron a la UNIÓN PATRIÓTICA. La historia ha demostrado que no es posible derrotar al imperialismo en las urnas electorales, o a través del llamado juego democrático. De tal manera que la Clase trabajadora colombiana está obligada a ganarle una Guerra de Socialización al imperio norteamericano. No tiene otra manera de construir una paz duradera, es decir, una sociedad de iguales.
La actuación del Presidente Hugo Chávez en el llamado “Canje Humanitario” será de una importancia capital. Chávez ha logrado que el mundo se fije en el conflicto colombiano. El desarrollo de esa operación de intercambio de prisioneros de guerra ha avanzado lo suficiente como para que no sea posible volverlo a detener por parte de Uribe, el fascistoide capataz de un gobierno entregado a los intereses del imperialismo. La propia dinámica de esta verdad, hará sin duda que la clase trabajadora y empobrecida de Colombia despierte definitivamente a su realidad de guerra no declarada, de guerra de exterminio de los pobres, es decir despertará sin equívocos a la realidad de su guerra boba.
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