"La inocencia no mata al pueblo pero tampoco lo salva" (Alí Primera)

"Deseos no empreñan"

Dije en el programa por el canal clásico de Radio Nacional de Venezuela que no quería ser ave de mal agüero. Aún me debato entre esta suerte de alegría y optimismo generalizado y mis temores. En mi opinión -que no es más que el resultado de lo que me dice la historia- la guerra en Colombia dejó hace algún tiempo de ser un asunto colombiano para devenir en un plan específico del imperio. Colombia tiene un presidente de acuerdo con las formalidades de las leyes internacionales y su propia constitución, pero en la práctica sólo tiene un ejecutor de las políticas del imperio. Esto es particularmente cierto en todo cuanto tiene que ver con el llamado Plan Colombia. Que la gestión humanitaria del Presidente Chávez alcance el resultado feliz de la liberación de estas tres personas signifique algún grado de compromiso por la paz del gobierno colombiano es poco probable, es más, es ingenuo. Dadas las relaciones tan particulares de dependencia del gobierno colombiano con las directrices del gobierno estadounidense, habría que concluir -de producirse algún progreso al respecto- que el gobierno de los EE.UU., está interesado en la paz en Colombia. Eso…deseable…muy deseable, no es cierto.

La historia de los últimos veinte o veinticinco años -los de la abierta implicación de EE.UU. en el conflicto- niega esa posibilidad. A comienzos de la década de los ochenta surgió una convergencia de fuerzas políticas fruto de las negociaciones del presidente Belisario Betancourt y las FARC marcando la posibilidad cierta de la inserción de la guerrilla en el ámbito de la práctica política. Nació entonces el movimiento político colombiano Unión Patriótica (UP) amparado en los compromisos firmados y sellados entre Betancourt y el estado mayor de las FARC, llamado "Acuerdos de La Uribe" Se trazaron allí las normas para la progresiva incorporación de la guerrilla a la actividad política. El resultado de esta ingenuidad de las FARC fue el genocidio practicado contra los líderes desmovilizados e incorporados a la UP. Se práctico contra la UP una política de criminalidad masiva mediante la aniquilación de sus miembros, así como la persecución de sus simpatizantes

En 1984, se presentaron los primeros asesinatos y desapariciones forzadas. Existen abundantes pruebas de que tras estos asesinatos se encontraban fuerzas del estado (ejército o policía) así como integrantes de su brazo ejecutor la Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), los grupos paramilitares. Sometidos a una persecución grotesca los miembros de la UP no recibieron la menor protección del Estado colombiano. Un proceso de exterminio que se prolongó por más de 20 años. Es precisamente esa historia del gobierno colombiano sujeto a los mandatos de los centros del poder en los EE.UU., la que obliga a preguntarnos si habrá disposición por poner finiquito a una guerra que, por un lado, significa un pingüe negocio para sectores de la oligarquía colombiana amén de un freno a cualquier movimiento reivindicativo del pueblo, y por otro, se ajusta perfectamente a los planes imperiales hegemónicos de control de América del Sur y sus recursos naturales.

En el marco de esta experiencia se encuadra el llamado "palo a la lámpara" que dio el presidente Uribe a las gestiones exitosas del presidente Chávez ante las FARC. EE.UU., no está en Colombia con su Plan del mismo nombre sólo por el espacio físico de ese país. El Plan Colombia tiene objetivos más suculentos. En los últimos nueve años el objetivo fundamental del imperio en la región tiene un nombre: Hugo Chávez Frías y la Revolución Bolivariana. En todos estos años el imperio ha aplicado contra la Revolución Bolivariana todos los libretos conocidos con un saldo negativo. Si en la década de los ochenta el Departamento de Estado llegó a concebir a la Nicaragua Sandinista como un enemigo contra la seguridad de los EE.UU., no debe costar mucho imaginar lo que representa Chávez y la Revolución Bolivariana.

La destrucción de la Revolución Bolivariana y su extirpación ejemplar es cosa de vida o muerte para el imperio y lo saben, acaso somos los venezolanos revolucionarios quienes deberíamos saberlo con la misma certidumbre que tienen ellos. Cada una de las acciones en las que la teledirigida oposición venezolana se embarca, llámese abstención, votación, golpe, guarimba o lo que sea, responde a un solo y único fin último: Acabar con la Revolución Bolivariana en Venezuela y -ahora- en buena parte de "su" América.

La guerra en Colombia es la excusa perfecta para estar a un salto de mata del odiado enemigo bolivariano. Ejerce además un control sobre otros países de la región como Ecuador o Bolivia. Representa esta guerra además el segundo negocio más importante del planeta después del petróleo: la droga. De modo que la permanencia en Colombia le permite mantener control sobre dos grandes negocios y recursos imprescindibles para su estabilidad hegemónica: petróleo y droga.

De nuevo no quiero ser aguafiestas. Ojalá me equivoque. Sé cuanto importa para la paz social en Venezuela una Colombia pacificada. No en vano tenemos entre nosotros millones de desplazados por la violencia y varías decenas de miles de paramilitares infiltrados no sólo en la región fronteriza sino en los barrios de Caracas. Ahora..."deseos no empreñan"...

SIN CHÁVEZ NO HAY SOCIALISMO
SIN SOCIALISMO NO HAY CHÁVEZ

martinguedez@gmail.com


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Martín Guédez


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