Dea, Soberanía y conspiración antibolivariana

Con el triunfo del comandante Chávez en las elecciones de 1998 y el desarrollo de la revolución bolivariana y socialista, el gobierno de los Estados Unidos perdió uno de los países con gobiernos dictatoriales o de democracias oligárquicas, tradicionalmente más serviles a sus políticas intervencionistas en América Latina y el Caribe y una base económica de la mayor importancia estratégica

Los cambios políticos operados en la dirección del gobierno venezolano, debe agregarse el desarrollo de una política energética soberana del gobierno bolivariano que ha permitido reasumir el control de nuestra industria petrolera y la propiedad mayoritaria de todas las empresas mixtas creada por la “apertura petrolera” cuarta-republicana, fortaleciendo las políticas de precio y volúmenes de producción de la OPEP y desarrollando una agresiva política de cooperación e integración energética y financiera con los países de América Latina y El Caribe que afectan los intereses mercantiles y políticos de las grandes compañías transnacionales del petróleo de Estados Unidos ( en la que participan el presidente Bush y su vicepresidente Dick Cheini) y otras potencias del mundo capitalista.

Esa política de reafirmación de nuestra soberanía nacional del gobierno del comandante Chávez se ha profundizado con el rompimiento de todos los acuerdos que en materia militar, policial y antidrogas estaban suscrito entre ambos países, finalizando las operaciones marítimas conjuntas UNITAS, el sobrevuelos de aviones espías norteamericanos, el proyecto de radares bajo el control norteamericano, la presencia de la misión norteamericana de Fuerte Tiuna, la participación de nuestros oficiales en la Escuela de las Americas y, más recientemente, el cierre de las oficinas y la salida de los agentes de la DEA (por sus siglas en ingles) incrustados en los niveles de mando y operaciones de los organismos policiales y de inteligencia venezolanos.

En el caso de la DEA, el gobierno norteamericano, con el falso argumento de unificar los esfuerzos de los gobiernos del continente en la lucha contra el flagelo de la droga, no solo se permitió organizar, vigilar y realizar operaciones encubiertas de tráfico de narcóticos, sin el conocimiento ni mucho menos participación de los cuerpos policiales venezolanos, sino que, por instrucciones del Jefe Nacional de Inteligencia – quien coordina a la CIA, FBI, Agencia de Seguridad Nacional, La Oficina de Información Sobre Migraciones, la DEA, la Agencia de Control de Armas y Tabaco (ATF) y los organismos de inteligencia de sus Fuerzas Armadas - realizaron actividades de recolección de información sensible del gobierno bolivariano y de reclutamiento elementos policiales y militares venezolanos para servir como espías de los Estados Unidos; razón por la cual, en ejercicio pleno de nuestra soberanía nacional, el gobierno bolivariano decidió terminar el acuerdo de cooperación en materia de narcóticos con el gobierno de los Estados Unidos, proponiendo un convenio en el cual se preservara el control nacional sobre todas las actividades que cumplieran los agentes de la DEA enviados a nuestro país, además de negarle toda posibilidad de intervenir en nuestros asuntos internos; acuerdo que, por supuestos, los Estados Unidos se han negado a suscribir.

Cortadas “las patas y el hocico” (quedan muchos ojos, brazos y mentes) del Caballo de Troya imperialista en la Venezuela Bolivariana y , a pesar de los evidentes progresos de nuestros organismos de seguridad en la lucha contra el tráfico de narcóticos proveniente de Colombia y en tránsito al floreciente mercado de consumidores de los Estados Unidos y Europa; el gobierno de Bush, en la voz del señor Walter, Director de la DEA, utiliza la justificada negativa de nuestro gobierno bolivariano de permitir las operaciones de espionaje de la DEA en Venezuela, para agredir al gobierno del presidente Hugo Chávez Frías, en su doble propósito preparar una agresión militar en contra de nuestro país y, apoyar a la narco-oligarquía colombiana, hoy acorralada por los juicios sobre la narco-parapolitica a miembros del entorno del presidente Alvaro Uribe Velez y, la ofensiva humanitaria y de paz que el gobierno venezolano ha promovido en la comunidad internacional para resolver el conflicto armado interno de Colombia y terminar con la tragedia fraticida que durante más 60 años ha martirizado ese hermano y noble pueblo.

La Venezuela Bolivariana digna y soberana no tiene porque presentarles cuentas al imperio de su sacrificada lucha contra el flagelo moderno del narcotráfico, generado en la enferma sociedad norteamericana, pero debe estar vigilante de los movimientos políticos y militares que el imperio y sus lacayos de la oligarquía santanderiana realicen en las cercanías de nuestra frontera occidental, en donde pareciera estarse dibujando el escenario de la provocación imperial para justificar su intervención militar en nuestro territorio. Presidente: ¡Ojo Pelao!. Pueblo Bolivariano: ¡Rodilla en Tierra!

yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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