Hay una suerte de mentira primordial, que data de 1630 perfilando la conducta futura de lo que más tarde se convertiría en los EEUU; y es aquella afirmación del puritano John Cotton, uno de los pasajeros que llegó a bordo del Mayflower en 1.620: “Ninguna nación tiene el derecho de expulsar a otra, si no es por un designio especial del cielo como el que tuvieron los israelitas, a menos que los nativos obraran injustamente con ella. En este caso tendrán derecho a entablar, legalmente, una guerra con ellos así como a someterlos”.
Esta suerte de afirmación falsaria, retomando las podridas tesis del falsario de Popper, es la que da origen a la estructuración del llamado DESTINO MANIFIESTO. Es esa suerte de sino providencial que expresa el periodista John L. O'Sullivan en un artículo de la revista Democratic Review de Nueva Cork en 1845: “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”.
Antes de la audaz aseveración de O'Sullivan, a comienzos del siglo XIX, en 1803 para ser precisos, el presidente Thomas Jefferson había practicado la mentira primordial de Cotton comprando Luisiana y Florida a Francia por 15 millones de dollares. Durante toda la centuria decimonónica compran a precio de gallina flaca o pelean los territorios de los Países débiles. Esta terrofagia de la naciente potencia imperial no tiene límites ni escrúpulos. En la América del Norte asesinan y desplazan a sus Pueblos indígenas. Este Imperialismo, más arrogante y poderoso que ninguna otra fuerza imperialista de la historia, no solamente, esclaviza o guerrea dentro de sus propias entrañas, sino que invade y se apodera de Puerto Rico, Cuba, Panamá (la Compra un gobierno traidor de Colombia por 20 millones de dollares), Alaska (a través de un negocio con Pedro el Grande), Hawai, Filipinas, Guam, Islas Vírgenes, entre decenas de casos más. También habrá que recordar que no todo ha sido color de rosa para la voracidad terrófaga de este imperialismo fetidondo. Fuerzas de resistencia le han infringido humillantes derrotas, como aquellas de Vietnam, de Laos, de Camboya, de Cuba en Bahía de Cochinos; y de esa muy particular que esta sufriendo ahorita en Irak.
La mentira primordial del fanático Cotton, no es ningún modo una filosofía, es simplemente una cartilla grosera que guarda como único escrito un designio providencial, al cual no se le puede aplicar el criterio de falsabilidad del charlatán Popper. Los Pueblos desprevenidos en su cándida inocencia, y empapados ya de la perniciosa ideología burguesa, han terminado por aceptar el Destino Manifiesto como si fuera un dictamen inapelable, como si tratara de un fallo de la Esfinge. No es que la conducta imperialista estadounidense signada por aquel supuesto destino providencial, sea en si mismo la justificación de sus invasiones en gran parte del Planeta; no, la supuesta legalidad de ese atropello a las Naciones sometidas, no está dada por el Invasor, sino por los invadidos, que validan por el Terror, o por la pérdida de su dignidad, el saqueo del territorio, de las riquezas, y hasta del nombre de los Pueblos.
A partir de esta inconsciente aceptación de designación providencial del Imperialismo norteamericano, se da la relación hegemónica con los Pueblos sometidos o por someter. Remontándonos en la Historia de esa hegemonía hasta el establecimiento de sus 13 Colonias hasta nuestros días, la manifestación de aquel destino esclavizador de los trabajadores, ha sustentado el perfumado mojón de que Dios escogió al Pueblo de los EEUU para ser un potencia de la Economía y de la Política de dominación de la soberanía de los Pueblos. Una nación, superior a cualquier nación, y por lo tanto, con el derecho de: "extenderse por todo el continente que nos ha sido asignado por la -Divina- Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno". Según dijera el propio presidente Thomas Jefferson. Quedaba así plenamente justificado por la divinidad, el crecimiento, el colonialismo, la expansión del imperialismo, como destino.
La aceptación de ese destino de la gran del pueblo mexicano que no participo en las acciones bélicas de resistencia, permitió al presidente James Knox Polk impulsar la victoria de la guerra contra México para anexarse más de la mitad de su territorio desde 1846 a 1848. En este último año, Estados Unidos se apropió de 2 millones 500 mil kilómetros cuadrados de territorio mexicano, a cambio de los cuales se comprometió a pagar 15 millones de dólares. Este vasto territorio comprendía los actuales estados de Nuevo México, Texas, California, Nevada, Utah, la mayor parte de Arizona, una gran porción de Kansas, Oklahoma, Colorado y Wyoming. En 1853 México fue obligado a vender al Imperialismo norteamericano el territorio de La Mesilla (con 110 mil kilómetros cuadrados), para que a través de él se construyera una ruta para el ferrocarril que debería llegar a California. Con este robo matizado de conquista, El Imperialismo transoceánico de los EEUU quedó conformado en toda su vastedad geográfica de plataforma continental.
Se propagaba, con estas acciones de pillaje, la mentira de que la Misión dada por Dios al pueblo de los EEUU era la de explorar y conquistar nuevas tierras para llevar la antorcha de la Democracia con su preciosa carga de libertad y de acción civilizatoria. Este espejismo reafirmaba también la creencia bufa de que la democracia propiedad del Imperialismo era la forma de gobierno favorecida por Dios, y por la tanto la más perfecta. Esta doctrina, en el papel, rechazaba el uso de la violencia, Pero desde 1840, los EEUU no han hecho otra cosa que utilizar la violencia en sus invasiones, y en su expansión territorial mediante el bárbaro recurso de la Guerra.
La idea central en la que se estructura la mentira imperialista, desde sus orígenes, se subdivide en tres premisas que intentan demostrar y auto imponerse como un compromiso obsesivo: la primera de esas auto obligaciones es con la Divinidad (no pueden dejar de cumplir el destino impuesto por Dios), la segunda con la Religión (fingiendo por todos lo medios posible, una moralidad irreprochable), y la tercera, con la comunidad (defendiendo supuestamente su Libertad, su seguridad y su propiedad). Las tres son tres mentiras de mierda: en los EEUU hay 50 millones de pobres, cuya libertad es la de morirse de frío y de hambre mirando la estatua que lleva ese nombre sobre la bahía de Nueva York, y esa supuesta divinidad sólo ha servido para atemorizar en su nombre, y en su maldito designio, a los Pueblos desprevenidos que han sido despojados en su territorio y en su dignidad.
En toda la Historia del Imperialismo norteamericano sus líderes, que no son otra cosa, salvo algunas excepciones, que rufianes de la peor ralea, han invocado a ese Dios gaseoso en sus alocuciones, y obstinadamente insisten en la obligación de cumplir la Misión trascendente que le ha señalado el destino.
En Colombia, esta mentira imperialista se hizo gobierno. En nombre de una supuesta Seguridad Democrática se asesina a las mayorías de un pueblo aterrorizado por el ruido de las motosierras empuñadas por los paramilitares matarifes. En Nombre de una supuesta lucha en contra del Terrorismo, el gobierno narcoparamilitar del capo Uribebush se ejerce el terrorismo de Estado, y se asesina cobardemente a los miembros más destacados de las FARC-EP. En Nombre de combatir un supuesto peligro comunista, se ha dado legalidad a la mafia que ha convertido a Colombia en una finca que funciona como una factoría para producir Cocaína, heroína, y todo tipo de estupefacientes.
Esa mafia narcoparamilitar que se hace votar en todas las elecciones, mediante la amenaza de muerte, sobre todo en el sector rural, ha asimilado, como la alumna más aventajada, la mierdófila de la mentira Imperialista. Recientemente el Uribebush, salió de la cumbre de Río creyendo que no va responder a los colombianos por el vil asesinato de Raúl Reyes y de sus compañeros de campamento. Uribebush está como ensorbecido por una suerte de versión neogranadina del Destino Manifiesto.
Tanta mierda junta nos confunde…
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