Estados Unidos siempre ha considerado, erróneamente, que la inmensa, rica, joven y promisoria tierra latinoamericana es su patio trasero. En esta primera década del siglo XXI el coloso del Norte sigue aferrado a esa falsa creencia. Los sumisos, los que siempre han doblado la cerviz frente al Tío Sam, han contribuido con esta fijación que tienen los que controlan el poder en aquella nación.
De estas especies ocupan la primera fila quienes han incursionado en la política para envilecerla. Los personeros de los partidos habidos en nuestros contextos desde el siglo XX han sido el pivote para que Estados Unidos haya hecho los estragos manifiestos con su intervención e injerencia en los asuntos de estos territorios. Ni que decir de las oligarquías y, más tarde, de las burguesías latinoamericanas. Aquí ha habido complicidad y de la buena, con reparto incluido de ganancias.
La historia está allí para recordarnos que todo aquel que se ha atrevido a desafiar, contrariar o replicar al imperio se ha convertido en un objetivo. El caso más reciente en nuestro continente es el del Presidente venezolano. A estas alturas del recorrido histórico, las técnicas, los métodos (subliminales o abiertos), el "estilo de la CIA" son tan conocidos, que todo lo que lleve su factura se evidencia, así traten de edulcorarlo. Muchos inocentes pueden preguntarse: ¿objetivo para qué? Toda la red del poder estadounidense y el entramado más consistente de la potencia que asusta a muchos se han enfilado contra Venezuela: embajadores, secretarios de Defensa, directores de la CIA, voceros del Departamento de Estado. El propio Bush, pasando por Shapiro y Brownfield y terminando en personajes como Condoleezza Rice, Negroponte y Rumsfeld, día a día hablan e injurian al Presidente venezolano.
Ellos dicen: "Chávez encarna un populismo destructivo", "representa la mayor amenaza en el hemisferio", "Venezuela es un país cómplice del narcotráfico", "se debe investigar el nexo de Venezuela con la organización terrorista de las Farc", "se debe incluir a Venezuela en la lista de patrocinadores del terrorismo". En este escenario a Álvaro Uribe se le fue la frase "hay que llevar al Presidente venezolano a la Corte Penal Internacional". ¿Motivo? Lo que diga Estados Unidos.
Profesora UCV