El conductor de la limosina asesino al Presidente Kennedy

Crímenes made in CIA

En los Estados Unidos de América hay dos gobiernos, uno oficial y otro agazapado, uno en silla de cuero dirigido desde la Oficina Oval, donde aun buscan milimétricos aparaticos de espionaje escondidos hasta en las hojas de flores artificiales colocadas al anterior gobierno de George Bush padre.

El segundo gobierno el más temible, el que opera a solo unas cuantas manzanas de la casa mas protegida del globo terráqueo. El gobierno de El Pentágono, sitio de reclusión de los Secretarios de Seguridad con salas situacionales que levantan confabulados escenarios, agresiones y control sobre el resto de los países del mundo.

El Pentágono no descansa, no duerme, se trasnocha, trabaja sobre tiempo, progresivamente va adaptando bajo estudio de especialistas y Generales el control militar para el abastecimiento de las principales reservas de energía del mundo, la más importante, el petróleo.

Sus famosas agencias de seguridad CIA, FBI, DEA, NED, USAID, realizan amplios financiamientos para encubrir acciones, todos los presidentes han aprobado sus actuaciones, Husein Obama no se escapa, han desarrollado por décadas dejando tras de sí y por todo el mundo a olvidados gobiernos mantenidos en la guerra y la muerte.

Sus embajadores estrella, Otto Reich y John Negroponte trabajan abiertamente alimentando militares y partidos de oposición en todos los países latinoamericanos y caribeños.

La furia de El Pentágono es tal que desclasifican documentos sin ningún remordimiento, más aun, ningún tipo de sanción les es impuesta. Por eso se ha descubierto el asesinato del General George S. Patton, Héroe en la Segunda Guerra Mundial, la CIA le ejecuto un atentado y lo hicieron para ocultar las denuncias que se disponía a destapar, por los errores garrafales de los Aliados, lo cual costo miles de vidas. Planificaron y ejecutaron un accidente en el auto en que se desplazaba este General, siendo los graves resultados casi de un desnucamiento.

Posteriormente en su lecho de agonía, paralizado, en un hospital de Alemania, exactamente en Heidelberg fue envenenado, murió de un "coágulo de sangre en su cerebro" doce días después del “accidente” en 1945. Esto fue investigado por el historiador Robert Wilcox, quien señalo que Patton fue envenenado ya que estaba próximo a revelar todos los errores que llevaron el desastre del Comando Supremo Aliado, incluyendo al propio Presidente Eisenhower, a quien se le hubiese caído su presidencia si este General hubiese llegado a hablar.

Patton pondría al descubierto muchos secretos de guerra que arruinarían varias carreras, denunciando el desembarco sobre la Bahía de Normandía, el famoso día D. Los EE.UU estaban entrando tarde a la guerra, esto por coquetear con los intereses de los nazis, tenían que dejar ante el mundo “su sacrificio” por eso, estas fallidas tácticas militares.

El asesino fue Douglas Bazata, la orden la dio el colega de Patton, el General William Donovan, jefe de la oficina de Servicios Estratégicos de los EE.UU.

El poder de El Pentágono no descansa, siendo su mayor atrevimiento el propio asesinato de John F. Kennedy. El ex miembro del equipo de información de la Inteligencia Naval de los Estados Unidos, William Cooper fue asesinado en el 2001 por el Departamento de Estado, esto por la publicación del libro “Behold a Pale Horse” alli denunciaba ante el mundo los oscuros secretos de la CIA, Departamento de Estado y NASA, así como también de varios gobernantes.

Cooper llega a la conclusión que el conductor de la limosina, militar francotirador perteneciente al primer anillo de seguridad del Presidente Kennedy y su esposa, es quien voltea su brazo hacia el asiento donde conversaba el primer mandatario y con una certera puntería le acierta un certero tiro en la cara al Presidente.

Esto explica la complicidad de esta militar, quien sigue conduciendo el vehículo de forma tranquila, serena, mientras dos pacientes francotiradores le aciertan dos tremendos tiros en su humanidad.

Este militar no se comportó como un conductor entrenado para estos eventos, siguió tranquilo, su comportamiento no fue el de un escolta, mientras la Primera Dama entraba en estado de pánico y es sostenida por otro escolta que apenas logra equilibrarse en el parachoques del vehículo, quien con su brazo extendido apenas logra tomarla aquella tarde de Dallas de Texas de un veinte y dos de noviembre de 1963 ve desorbitada como su esposo moría en el asiento de su limosina presidencial.

Por esto Cooper fue asesinado, él relataba en su libro la existencia de un video muy preciso, del cual tuvo acceso en su investigación y es este video el cual demuestra como el primer disparo lo recibió Kennedy del conductor asignado para llevarlo en aquel desfile.

Esto son solo dos aspectos de la voracidad homicida de El Departamento de Estado, quienes también están incursos desde mil novecientos noventa en el derrocamiento y asesinato de diez y seis mandatarios mundiales de los cinco continentes, en otra entrega conocerán más a fondo los escondidos y tapados crímenes presidenciales, incluyendo el de un importante mandatario del Caribe Oriental.



venezuela01@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 3047 veces.



Miguel A. Jaimes N.

Politólogo. Magister scientiae en ciencias políticas. Doctor en ciencias gerenciales. Posdoctor ontoepistemología en geopolítica de las energías. Cursando doctorado en letras. Cursando Posdoctorado en literatura del petróleo en Venezuela. Libros: El oculto poder petrolero, apertura petrolera, poder de PDVSA vs. poder del estado. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Primera edición. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Segunda edición. Director del diplomado internacional en geopolítica del petróleo, gas, petroquímica y energías – Venezuela. Director de la web https://www.geopoliticapetrolera.com

 venezuela01@gmail.com      @migueljaimes2

Visite el perfil de Miguel Jaimes Niño para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Miguel Jaimes Niño

Miguel Jaimes Niño

Más artículos de este autor