La irrealidad real son dos realidades: una verdadera y otra falsa. En sana lógica no puede haber realidad falsa. Lo real es lo cierto. Verdad y realidad son la misma cosa. Sin embargo, cada día la campaña mediática nos atropella con la realidad falsa (caso de los “falsos positivos” que son irrealidad real: morir como guerrillero sin serlo). Veamos otros ejemplos:
(1) Las bases militares en Colombia según, Barak Hussein Obama, son irreales, son “conventos de hermanitas de la caridad” que tienen a su disposición el más sofisticado armamento. Sin embargo, todo el mundo sabe que son reales; que son la violación de la soberanía del pueblo colombiano; soberanía territorial invadida por el ejército de una potencia extranjera, por un acto oligarca de alta traición a la Patria. Fuerza militar utilizada para amenazar a los países vecinos e intervenir en la guerra interna que tiene más de cien años (desde la guerra de los mil días); guerra de estricto carácter social, económico y político que nada tiene que ver con el narcotráfico, cuyo real origen no está en la producción, sino, en la demanda que existe en los EE.UU., primer consumidor mundial con sus cincuenta millones de drogadictos fijos y 60 millones de ocasionales, suministro que requiere de una red interna de supernarcomercados que entregan la dosis diaria y respectiva a cada drogadicto. Esta es la irrealidad real. Según un estudio químico reciente, el 95% de los billetes (dólares), tienen trazas de cocaína. Otra irrealidad real es combatir en Colombia, Bolivia o Venezuela, el efecto de un problema interno de EE.UU. La lucha armada del pueblo colombiano contra la oligarquía, nada tiene que ver con el narcotráfico – ya había guerra cuando no existía la droga - comenzó hace sesenta años con los chulavitas, asesinos promovidos por Ospina Pérez, Laureano Gómez, y desde los púlpitos de las iglesias y las sacristías. De esta prédica salió la muerte de Gaitán, el 9 de abril, “el bogotazo”, por la desesperación popular que se desbocó a quemar templos, matar curas, asaltar conventos y todo lo que simbolizara a la Iglesia católica, real agitadora del conflicto. ¿En qué se diferencian los chulavitas de Laureano Gómez de los paramilitares de Uribe Vélez? Según Uribe, en Colombia no hay guerra y sus narcoparamilitares son honorables senadores que se sientan en las curules del Congreso para aprobar su reelección las veces que el imperio ordene.
(2). En Honduras hubo un golpe de Estado. Por primera vez en la historia hay unanimidad mundial en denunciarlo como tal. El gobierno de facto, sostenido por EE.UU., convierte en irrealidad el regreso de Zelaya. A Obama no se le está pidiendo que intervenga en Honduras, sino, que deje de intervenir para que se cumpla lo ordenado por la OEA, la Asamblea General de la ONU, demás organizaciones internacionales y la voluntad mayoritaria de los hondureños.
(3). La guerra en Afganistán, genocidio de una nación, igual al de Irak o Yugoslavia. La realidad de una guerra, frente a la irrealidad de una supuesta amenaza de terrorismo, del cual es acusado el Talibán, sin que hasta el momento hayan sido presentadas las pruebas, igual a lo ocurrido “con las armas de destrucción masiva”, que no poseía Irak. La realidad de la guerra en Afganistán es crear una cuña militar entre China y Rusia, cuyo poderío militar y económico, le impiden al imperio el dominio mundial. Afganistán como Colombia ¡que coincidencia! limitan con las dos mayores reservas mundiales de petróleo. La irrealidad mediática (subjetiva), frente a la realidad de los pueblos (objetiva). Irrealidad real: valga el galimatías.
leonmoraria@cantv.net
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