En la nomenclatura hegemonista del último cuarto del siglo XXI, los Estados Unidos acuñaron el término de Estado Forajido, para referirse, infundadamente, a aquellos países de gobiernos progresistas y revolucionarios que, en el marco de un conflicto social y político, tomaron medidas restrictivas de las libertades civiles y políticas para enfrentar, legítimamente, la insurrección de fuerzas reaccionarias o, la guerra directa de las fuerzas imperialista y sus aliados internos y externos.
Tal etiqueta la recibieron, entre otros, la Iran Islamista y la Panamá torrijista de los años 70, la Nicaragua sandinista de los años 80, la Serbia progresista de los años 90 y, la Irak nacionalista de la primera década de este siglo XXI; todos los cuales, luego de una persistente campaña global de mentiras surgidas de los laboratorios de la “guerra sucia” de la CIA, difundidas a través de la formidable maquinaria mediática y cultural de las empresas transnacionales de la comunicación, terminaron siendo agredidos por los Estados Unidos, directamente, en alianzas con sus socios de la OTAN o, mediante organizaciones terroristas armadas y dirigidas por las agencias de espionaje de los países imperialistas.
Al margen de los principios de Solución Pacífica de las Controversias y Renuncia al Uso o la Amenaza de la Fuerza en los Conflictos Internacionales, de los acuerdos tomados por los organismos internacionales encargados de preservar la seguridad y la paz internacional y, aún más, contrariando el reclamo de la gran mayoría de los Estados Miembros de las Naciones Unidas; los gobiernos de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, desarrollaron guerras de agresión en contra de estos Estados, produciendo grandes pérdidas humanas y materiales y, promoviendo o imponiéndoles a esos pueblos, gobiernos contrarios a la voluntad democrática de la mayoría de sus ciudadanos; todo ello, con la mayor impunidad y sin indemnizaciones por los daños ocasionados.
En las actuales circunstancias que vive la hermana República de Honduras, sin embargo, el gobierno de los Estados Unidos se ha abstenido de calificar a la dictadura de Micheletti como ESTADO FORAJIDO, pese a que se trata del gobierno represivo de un Estado que viola los derechos humanos, con un comportamiento criminal en contra de la resistencia legitima, constitucional y no armada de su población y que además, desafía abiertamente, las decisiones de la ONU, OEA, SICA, ALBA, UNASUR, PAISES NO ALINEADOS, que reclaman el restablecimiento del orden constitucional, el regreso al ejercicio de su cargo del presidente legítimo José Manuel Zelaya Rosales y el respeto y protección de los derechos humanos de la población.
Esta renuencia del gobierno de los Estados Unidos, a calificar a la dictadura de Micheletti se explica, porque de hacerlo, tendría la obligación, conforme a las leyes estadounidense, de aplicar medidas radicales en contra de sus viejos y consecuentes aliados de la oligarquía hondureña y sus intereses personales dentro y fuera de los Estados Unidos y no, la conducta ambivalente y el “goteo” de medidas diplomáticas que ha caracterizado la conducta del gobierno de Barack Obama y su Secretaria de Estado, Hillary Clinton Rodas, durante estos tres meses de crisis política hondureña, tratando de buscarle salidas negociadas al conflicto político, que le garantice, la continuación del control de la base militar de Soto Cano( Palmerola) y de su Fuerzas Especiales Delta y, una transición política que impida el control del próximo gobierno por parte de las fuerzas de Manuel Zelaya y su alianza con ALBA.
Esta típica doble moral de los bárbaros imperialistas, confirma que el principal Estado Forajido, es precisamente, los Estados Unidos, porque en Honduras y en el resto del mundo irrespetan el Derecho, las instituciones y la opinión públicas internacionales, al promover y sostener gobiernos represivos de Estados Forajidos que han asolado los pueblos del mundo, provocando decenas de guerras regionales y locales que han producido millones de muertos y destrucción de bienes materiales y culturales de incalculable necesidad y valor para los pueblos y toda la Humanidad.
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