Hace muchísimo tiempo que el imperialismo, actuando de acuerdo a su naturaleza de forajido, recurre al recurso de la mafia para controlar jugosos negocios ilícitos mediante la utilización de supuestos capos de ciudades y condados como Al Capone en Chicago y sus alrededores.
Por cierto que Al Capone era un miserable y lastimoso chivo expiatorio que fungía como el responsable de la producción, trafico y comercio de la droga de los licores en buena parte de los EEUU. Llama poderosamente la atención que nunca fue juzgado por ese horrendo delito, sino que al final es encarcelado por evasión de impuestos. Esta es la clave de algo que nunca se ha dicho, y que es una verdad irrefutable puesta en práctica por el imperialismo norteamericano: El estado imperialista es una mafia que controla y jefatura todas las mafias en la administración de todos los negocios que les pertenecen por entero.
La mafia imperialista en sus aventuras de súper capo, oxigena su economía con las industrias de la inseguridad y la de la producción, tráfico y comercio de las drogas. La industria de la venta de armas ha sido la que de manera abierta le ha proporcionado mayores dividendos a la economía imperialista; pero de manera encubierta, son estas dos industrias la que en realidad le brindan a los EEUU la mayor ganancia.
Jhon Negroponte el súper capo empleado del Departamento de Estado, instruyó al coronel Oliver North para traficar unos cargamentos de droga para obtener dinero, y con él comprar armas para entregársela a los Contras en aquella operación destinada a combatir la Revolución sandinista. A Negroponte se le fue el yoyo en esta acción; su torpeza casi se lleva en los cachos la mismísima presidencia de aquel vaquero imbécil llamado Ronald Reagan. Sin embargo, los investigadores en estos temas le agradecemos mucho a este súper capo que haya metido sus pezuñas en este asunto, en el cual se revela como el intermediador de las órdenes de la súper mafia imperialista en sus relaciones de jefatura con los capos del narcotráfico en Europa, Asia y en todo nuestro continente, pero particularmente en América Latina.
En Afganistán la guerra de invasión de los EEUU elevó la producción de droga de 150 toneladas a 8300 este año. El plan Colombia estaba destinado entre otras felonías a reducir la producción y tráfico de drogas a la mitad para lograr de acuerdo con las reglas del mercado de oferta y la demanda, el aumento del precio de los psicotrópicos en los mercados de Norteamérica, Europa y Asia.
Es Jhon Negroponte el operario del plan más macabro del imperialismo en todo el territorio del centro y del sur América. Ese plan consiste en colocar al frente de los gobiernos de los países de América Latina a los mismísimos capos de la droga. De esta manera el capo Alan García volvió a la presidencia del Perú. El capo Álvaro Uribe llegó a la presidencia de Colombia. En México el capo Felipe Calderón le roba la presidencia a Andrés Manuel López Obrador. En Panamá Ricardo Marinetti, el capo, especialista en el lavado, arriba a la presidencia. En Honduras, la capotura del imperialismo ordena a su súper capo a dar un golpe de Estado y colocar al frente del gobierno de facto a Roberto Micheletti, principal capo del país.
El horroroso plan contempla ocupar con capitos y mandaderos de la droga, los congresos, las gobernaciones provinciales, los poderes públicos, las diputaciones, las alcaldías, y otras instancias de gobierno en los países incondicionales y vendidos o regalados al imperialismo euro norteamericano. Colombia en este sentido es un buen ejemplo: 32 congresantes presos por su vinculación con el narcotráfico y el paramilitarismo. Juan Manuel Santos, quien es un capo jefe del capo Uribe se asoma como el próximo presidente del país. No sería exagerado, si en vez de hablar de gobiernos hablaríamos de capoturas en las repúblicas que todavía guardan cierta apariencia de serlo, y a los protectorados antes mencionados, a los cuales habría que agregar a Costa Rica.
En Venezuela en los comicios pasados Abdalá Makled cumpliendo instrucciones del súper capo Jhon Negroponte se lanzó a la Alcaldía de Valencia; y si no hubiese sido detenido en una operación rutinaria de su oficio de capo del narcotráfico, habría ganado con toda seguridad ese importantísimo ayuntamiento de la ciudad más industrial
del país, es decir un sitio propicio para el lavado. Makled iba a ganar esa contienda electoral porque había trabajado para ello con el plan de acción diseñado por la CIA que consiste en la puesta en práctica de un populismo silvestre y reverdecido que convierte al candidato en un don regalón de línea blanca, casas, sillas de ruedas, operaciones quirúrgicas costosas, viajes, y toda suerte de oropeles para comprar al pueblo desprevenido. Es el mismo libreto de Manuel Rosales en el Zulia, otro capo de la droga, a quien el imperialismo utilizó para amagar con una posible capotura en nuestro país.
Sebastián Piñera el ultra derechista y empresario ladrón, es por encima de todo un capo del narcotráfico que ya punteó en primera vuelta las elecciones presidenciales de Chile, y probablemente gane en segunda vuelta. Para lograr eso no ha hecho sino cumplir al pie de la letra el libreto de la CIA ordenado por el súper capo Jhon Negroponte.
El retorno de la derecha en países de América Latina donde se han estado dando experimentos de izquierda, no es sino reposicionamiento del imperialismo en los gobiernos a través de la mafia del narcotráfico para convertirlos en capoturas que le permita borrar la condición de república e implantar protectorados encubiertos como en el caso de Colombia.
La capotura de Panamá anuncia también el retorno de las bases en el suelo que vio nacer al general Torrijos.
La década de los años 20 del siglo XXI va a estar signada por la batalla que tienen que dar los trabajadores para vencer las capoturas del imperialismo en América Latina y el mundo. Lucha muy difícil, pero que estamos obligados a ganar. Batalla ideológica para vencer el vicio del consumo en un concepto amplio: consumo de droga, consumo del lujo, de la vanidad, de la moral burguesa, en general del filisteísmo inoculado por el imperialismo a través de su prédica en el cine, en la música, en la literatura, en la televisión, en la moda, en la publicidad. Es muy difícil combatir con un diluvio de billetes verdes impregnados de droga y de la sangre de las víctimas, pero dinero al fin que recuerda aquella infeliz conseja de la CIA: “Por la plata baila el perro”.
EL imperialismo, dueño de los negocios de la droga en el mundo, se enfrenta a su propia crisis con los mares de su dinero mal habido. Marinetti prometió en su primer discurso cuando asumía la capotura, convertir a Panamá en el mejor sitio para hacer negocios. Hoy en efecto uno de los mayores paraísos del lavado de dinero en todo el hemisferio occidental.
En Colombia, la pobreza ronda el 80% de la población, pero la capotura de Uribe y sus satélites del narcotráfico manejan suficiente dinero para llenar a toda América Latina de casinos, súper tiendas y súper centros comerciales. En la práctica lo han hecho y lo siguen haciendo.
Las bases militares en Colombia no solamente acaban con la soberanía de Latinoamérica y gran parte de África, sino que garantizan la producción y el envió de los cargamentos de droga a los mercados de Norteamérica y Europa. La droga es hoy el principal negocio del dueño de las bases que continúa huyendo hacia delante acusando a los demás de sus delitos de genocidio, narcotráfico y terrorismo.
En ese sentido suscribimos plenamente la propuesta de Evo Morales. Latinoamérica, afectada en su soberanía y en su seguridad, debe ir a un referéndum para aprobar o improbar la instalación de esas malditas bases militares en el protectorado de Colombia. La legitimidad de ese referéndum esta dada por el hecho de que la capotura de Colombia no puede tomar la decisión de instalar esas plataformas belicistas de ataque a dos continentes, sin que sus pueblos lo aprueben.
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