Venezuela y Curazao son países hermanos con lazos muy estrechos e históricos. Pedro Luís Brión, nacido en Curazao en 1782, llegó a obtener el rango de Almirante de la Marina de Venezuela y luchó junto con Simón Bolívar para la independencia del país. A solo 30 minutos de la capital venezolana en avión, y menos de 50 kilómetros del estado Falcón, Curazao siempre ha sido un puerto de comercio e intercambio cultural para los venezolanos. Los barquitos venezolanos llegan con frecuencia al centro de Willemstad, capital de Curazao, trayendo frutas y verduras frescas en precios económicos al pueblo hermano. Y en todo el centro de la capital curazaleña, PDVSA tiene una refinería inmensa, con un contrato de arrendamiento hasta el año 2019, donde procesan alrededor de 220,000 barriles diarios, y que tiene una capacidad de 330,000, si invirtiéramos más. Cuando funcionaba el ferry entre Punto Fijo y Willemstad, Curazao era un destino principal de inversión venezolana e intercambio comercial. También ése transporte rápido y económico ampliaba la interactuación entre los pueblos de Brión y Bolívar, abriendo espacios para que estudiantes curazaoleños podrían asistir a las universidades venezolanas y vice versa y dando la oportunidad para entender un poco más sobre ésa isla tan diversa y multi-lingüe que fusiona el africano con el holandés con el caribeño y el latino.
Pero poco a poco, con el ferry cerrado, en “standby” desde hace
años, y con el nuevo enfoque de Venezuela hacia América Latina y países
lejanos, como China, Rusia e Iran, Curazao se ha quedado en la sombra
de la política venezolana, olvidado y pobre, y perplejado sobre tan
tratamiento. No es solo el olvido que deja a Curazao vulnerable, es
su situación geo-política que le ha interesado tanto a los halcones
del norte, los estadounidenses, tener una presencia más activa y notable
en la isla. Y así ha sido durante los últimos meses. Empresas vinculados
con el gobierno de Washington, particularmente con la familia de Bush,
han comprado entidades estratégicas en Curazao, como la empresa de
seguros más grande de la Isla, Ennia, el Banco del Caribe, el hotel
más viejo y prestigioso, el Van der Plaza, acciones en la empresa de
agua y electricidad, Aguaelectra, y ahora, buscan tumbarle el contrato
de PDVSA para la refinería y ponerlo en manos de alguna compañía
amigo de Bush, con Valero Oil Company, que ya es dueño de la refinería
en el país vecino, Aruba. Al mismo tiempo, los EEUU toma sus pasos
para establecer una base naval en Curazao, que sería una extensión
de su base aérea que ya tiene en el aeropuerto internacional de Hato.
Aquí en Curazao, durante el mes pasado cuando los EEUU estaba realizando
cuatro maniobras militares en el caribe, acto que fue intencionalmente
para intimidar a Venezuela y los países vecinos, uno de los ejercicios
denominado “Joint Caribbean Lion”, se trataba de un grupo terrorista
con un líder llamaba “Hugo Le Grande”, o Hugo el Grande. Los curazaleños
cuentan que los militares estadounidenses invadieron la isla durante
la invasión simulada, tomaron todos los puntos estratégicos, incluyendo
a las torres de comunicación y simbólicamente, a la refinería. Hugo
Le Grande fue capturado en el final, y fue la victoria de la maniobra.
Venezuela no debe permitir que un país hermano, tan cerca a la costa
venezolana, sea el punto de lanzamiento para un ataque de intimidación
y amenaza contra la revolución bolivariana. Tampoco debe dejar a un
pueblo vecino olvidado, y menos cuando se trata de un pueblo hermano
que carga a Venezuela en su corazón. El gobierno venezolano tiene que
tomar más en cuenta a Curazao y a la refinería de PDVSA en la isla.
Podría ser un punto de lanzamiento para la hermandad entre Venezuela
y el Caribe, y la liberación de nuestros pueblos. Y además, es vital
para la defensa territorial y geo-política del país profundizar su
amistad y presencia en Curazao. Si Venezuela no actúe pronto, Washington
ganará otro espacio en el hemisferio. Ojo.