Abundan los augures que presentan enjundiosos estudios referidos al aspecto económico y militar de los Estados Unidos como potencia predominante del futuro. En noviembre del 2008 el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC siglas en inglés), filial de la CIA, publicó un volumen orientado a la presidencia posible de Barak Hussein Obama, titulado “Tendencias mundiales 2025”. En dicho informe el NIC predice la desaparición gradual del predominio de EE.UU. en los próximos 15 años. Afirma el informe NIC, “Aunque es probable que EE.UU. siga siendo la única superpotencia (en 2025), su fuerza relativa menguará, y su influencia en el ámbito militar se verá limitada”.
En el 2007 surge la crisis económica, que se profundiza en el 2008 y continúa indetenible en el 2009, primer año de Obama y primer año del tiempo señalado de 15 años para la agonía del imperio, según el NIC. La fuerza demoledora de la debacle económica mundial y la imposibilidad de detenerla, achica el período de 15 años. Las pérdidas económicas sufridas por los EE.UU. en el último año, y el contagio que le ha transmitido a la economía mundial, colocan el 2025 a la vuelta de la esquina. Las predicciones que eran para el mediano plazo, ya en el 2009 son hechos consumados frente a los cuales crece la desesperación del imperio al verse acorralado por la realidad económica que, como lubricante imprescindible del mecanismo militar, le limita las aventuras guerreristas.
Las predicciones del informe NIC “Tendencias mundiales 2025”, ya son hechos consumados, con todo y sólo haber transcurrido un año del período de 15 que establece el informe. En este momento EE.UU. es una potencia agonizante. Los días de predominio llegaron a su fin, de allí su agresividad creciente, puesta de manifiesto por el incremento de la fuerza militar en Afganistán y Pakistán; las amenazas contra Irán; la reedición de la Cuarta Flota en aguas del Caribe, unida al cerco que se tiende contra Venezuela con bases militares en Colombia, Aruba, Curazao, Panamá, Honduras, reforzadas por la invasión de Haití con el pretexto del terremoto; la anunciada invasión de Yemen; la preparación de golpes de Estado “legales” en Paraguay y Ecuador, similares al golpe “legal” de Honduras. Todo con el único propósito de impedir que el petróleo de Irán. Rusia y Venezuela, que debería abastecer su sedienta economía, vayan a China y la India.
El 2008 fue el año en que EE.UU. dejó de ser potencia dominante frente a China, India, Rusia y Brasil, potencias emergentes. Igual ocurre con la Unión Europea arrastrada por la debacle económica mundial y por su complicidad en los desafueros imperialistas de EE.UU. en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Osetia del Sur, África, Honduras. A la Unión Europea le resulta ahora difícil distanciarse de su aliado incondicional. Europa (la OTAN) ha sido la celestina que lo ha acompañado en las aventuras guerreristas por todo el orbe.
  ; Para la Revolución Bolivariana abundan también los pronósticos sobre su continuidad o debacle. Unos, serios y consecuentes, como el del embajador Roy Chaderton, Marcelo Colussi o las empresas económicas populares de Fernando Dorado. Otros, fruto de la inconsecuencia y la intriga, como, el de Heinz Dieterich, socialista y revolucionario muy sui generis. Si hemos de aceptar la veracidad de los pronósticos del NIC, sobre la agonía del imperio ¿Por qué no tomar también con la debida seriedad los anuncios sobre la debilidad y posible caída de la Revolución Bolivariana? El imperialismo no sólo está condenado por las realidades económicas, sino, por el dictamen de los pueblos. Pero, en el caso de la Revolución Bolivariana, su continuidad, fortaleza y consolidación dependen de la radicalización del proceso hacia el cambio socialista. La revolución Bolivariana ¡Si! tiene futuro, el imperio ¡No! De caer la Revolución Bolivariana, como dice Chaderton, las mayorías nacionales, “perderíamos la patria y el socialismo y sólo nos quedaría la muerte”.
leonmoraria@cantv.net
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