En 1956 conocí en Mérida, en la recién fundada Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de los Andes, a dos estudiantes nativos de Haití, quienes preocupados por el proceso destructivo a que estaban sometidos los bosques de su país, se vinieron a aprender las técnicas silviculturales sobre el manejo del bosque. Cincuenta años más tarde la quijotada de aquellos pioneros haitianos no contuvo la depredación. En el Haití actual los bosques ocupan escasamente el 2% del territorio nacional, el 98% restante es tierra arrasada, desértica, sin un árbol que le haga honor al nombre “¡Haití!” que en lengua aborigen significa, país “montañoso”, “tierra de bosques frondosos y de agua abundante.”
La mayor tragedia de Haití es la pobreza de sus habitantes explotados por la rapacidad colonialista de Francia, primero; y durante los siglos XIX, XX y XXI, la expoliación capitalista de los EE.UU., con la presencia de sus “marines” para imponer dictaduras (Duvalier) o derrocar gobiernos de origen democrático (Aristide). La mayor riqueza natural de Haití fue el bosque, dedicado a la extracción de leña y carbón como combustible para cocinar los alimentos, actividad que se transformó en medio de vida de las mayorías depauperadas. En la destrucción del bosque radica una de las tragedias del pueblo haitiano. Como los troncos de los árboles hace tiempo desaparecieron de la faz de la tierra, ahora se escarba el suelo para sacar las raíces y fabricar carbón. Exterminio del bosque, total, de raíz. Hoy Haití es la expresión más patética de la formación de un desierto por la acción depredadora del hombre lanzado a la pobreza y miseria espeluznante por el despojo capitalista.
En la recuperación de Haití ¿Cuál debe ser el factor fundamental a tomar en consideración? Sin duda todo plan debe comenzar por la restitución del bosque. ¿Cuáles serían los pasos a seguir? (1) Proveer a toda la población de combustible para el uso doméstico (querosén o gas). La Revolución Bolivariana, Petrocaribe y el ALBA, en lugar de enviar gasolina para que la burguesía haitiana circule en sus automóviles de marca igual a como lo hace la burguesía venezolana por el bajo precio de la gasolina, debería asumir el compromiso de suministrar combustible de uso doméstico gratis para Haití. (2) Por su parte la ONU realizaría la distribución también gratuita a los hogares haitianos de cocinas de querosén o de gas y prohibir el uso de carbón vegetal y leña. (3) Del aporte mundial del 0,7% del Producto Interno Bruto, aprobado en 1972 como ayuda a los países más pobres, asignar una parte para salario mínimo de al menos dos dólares diarios a cada haitiano desempleado y que dedique su fuerza de trabajo a la reforestación masiva de valles y cuencas hidrográficas. Labor que trae consigo implícito el proceso educativo de conservación del bosque, los suelos y el agua (20 000 obreros en 10 años son 144 millones de dólares). El portaaviones USA injustificadamente anclado en Puerto Príncipe tiene un costo de dos millones de dólares diarios y los 10 mil soldados gringos de la invasión ¿Cuánto?
Todo proyecto de reconstrucción de Haití que no parta del restablecimiento del bosque, el restablecimiento de la cubierta vegetal protectora del suelo, es tiempo perdido. Razón tenían los dos haitianos que con gran visión de futuro llegaron a Mérida a estudiar Ingeniería Forestal. En la destrucción del bosque está un factor determinante de la ruina de Haití. Ruina y miseria que cada año los huracanes descarnan y el demoledor terremoto reciente ha transformado en la más patética realidad. Realidad que los EE.UU., como principal agente depredador, pretende ocultar a los ojos del mundo con la invasión militar. A eso obedece la presencia militar gringa en Haití ¡por escrúpulos o por vergüenza! esconder el fruto de las expoliaciones que, ante los ojos asombrados del mundo han quedado al descubierto como herida abierta y lacerante de la explotación colonialista y las políticas neoliberales.
leonmoraria@cantv.net
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