El fracaso interno de Obama ante el poder de la plutocracia estadounidense le ha motivado a retornar a la clásica política imperial de Estados Unidos. Para China y los gobiernos progresistas de América Latina, este viraje significa la aplicación de las violentas políticas agresivas de la Guerra Fría, basadas en el mayor presupuesto militar y de espionaje de la historia de Estados Unidos.
La agresión a China
La cabeza visible de esta nueva política es el New York Times (NYT), el diario más importante de la elite estadounidense que llevó Obama al poder. Paul Krugman, premio nobel de economía, encabezó la campaña pública anti-China en octubre del 2009, con varios artículos sobre su “escandalosa (outrageous) política monetaria”. La “política mercantilista“ de China, instrumentada a través de una “moneda nacional (renminbi/Yuan) subvaluada”, basada en una “combinación de controles de capital e intervencionismo” genera desempleo en otros países. Ese “mal comportamiento” de Beijing, es “una creciente amenaza para el resto de la economía mundial. La única pregunta es qué hará el mundo, y en particular, Estados Unidos, para cambiar esto”.
El tema de la agresión pasó después a la “libertad de expresión” en el internet, cuando la transnacional estadounidense Google ---que ha perdido la batalla por el mercado de internet más grande del mundo ante la empresa china Baidu, y que ha violado los derechos de autor a escala global, incluso China, digitalizando obras sin permiso--- amenazó con retirarse de China ante “la censura” del gobierno chino.
Después de una semana de ataques diarios en el New York Times, la dama de hierro deObama, Hillary Clinton, contestó la pregunta del Laureado Krugman el 21 de enero, con la declaración pública de la Nueva Guerra Fría contra China: citando el discurso de las Cuatro Libertades de Franklin D. Roosevelt que justificó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial (Four Freedoms Speech, 1941); el discurso de la Cortina de Hierro de Winston Churchill (Iron Curtain Speech, 1946), que justificó el inicio de la Guerra Fría contra la Unión Soviética; y los veinte años de la caída del Muro de Berlin, declaró que una “nueva cortina informacional” estaba descendiendo en el mundo y que Washington iba a enfrentar a los Estados que actuaban de esa forma, a nivel cibernético, comercial y económico. Reveló en este contexto que Washington ayuda en cuarenta países a gente que trata de evadir las censuras gubernamentales y que está gastando 15 millones de dólares en esas ayudas.
El 19 de enero, Gideon Rachman, comentarista principal de política exterior del diario más importante del gran capital europeo, Financial Times, reforzó la posición de Krugman-Google-Clinton, arguyendo que el conflicto entre Estados Unidos y China es inevitable; por que China no se ha convertido, después de la represión en Tian An Men (1989), en una democracia liberal-capitalista, tal como los gobiernos de Bush, Clinton y Obama habían esperado como resultado del libre comercio y del crecimiento económico. Por lo tanto, patrocinar “el ascenso de un estado unipartidista leninista, que es el único rival geopolítico plausible de EEUU”, no le conviene a Washington. De esta forma se obtiene “la fórmula de una reacción violenta contra China”. La culpa la tiene Beijing, porque ha actuado “de forma provocadora en lo relativo a la divisa y los derechos humanos. Si quiere evitar un conflicto perjudicial con EEUU, sería adecuado que cambie su política.”
Las vedaderas razones de esta Guerra Fría contra China son esencialmente: 1. La defensa de la soberanía nacional de China ante las corporaciones transnacionales y las potencias imperialistas de Occidente; 2. La extraordinaria capacidad gerencial del Partido Comunista de China (PCCh) y su Estado, que explica en gran medida el fabuloso crecimiento económico del país, frente a la incapacidad de reformas estructurales en Estados Unidos, donde el dominio parasitario del Complejo militar-industrial y de la plutocracia hacen prácticamente imposible las reformas que requiere en forma vital, su sistema económico y político. 3. El gran potencial militar chino mostrado el 1. de octubre, 2009, en un claro mensaje a Washington y la OTAN, que lo hace inatacable y que pone en tela de juicio (vía misiles) el dominio naval estadounidense en el Pacífico. 4. La reactivación del marxismo como Proyecto Histórico del PCCh y del Estado, bajo el gobierno del Presidente Hu Jintao.
La agresión a América Latina
El planteamiento pentagonista de la Nueva Guerra Fría para América Latina parte del hecho de que hay tres grupos de Estados en el sur del hemisferio occidental. 1. Los desarrollistas-nacionalistas de centroizquierda, como Bolivia y Ecuador, encabezados por Hugo Chávez, junto con Cuba; 2. los monroeistas-neoliberales, como Colombia, Perú y Chile; 3. Brasil, como fiel de la balanza del poder en América Latina. Ante esta correlación de fuerzas, la Casa Blanca persigue dos objetivos estratégicos inmediatos: a) destruir este año, pero a más tardar en el 2012, al gobierno de Hugo Chávez y, b) forzar a Brasil a separarse del grupo bolivariano y aceptar el rol privilegiado de gendarme general, bajo la hegemonía de Washington.
La oferta-chantaje a Brasil es la siguiente. Hemos recuperado el control monroeista-neoliberal con Micheletti en Honduras, Martinelli en Panamá, y el Pinochetista Piñero en Chile. El gobierno de Cristina Kirchner caerá probablemente este año y, si queremos, también el de Lugo en el Paraguay.
En cuanto a los gobiernos bolivarianos, estamos logrando la destrucción del gobierno de Chávez (falta de electricidad y agua, inseguridad, corrupción, inflación, mercado negro; constante cambio de ministros aumenta ingobernabilidad; élite política chavista aturdida; nuestra logística militar para la guerra terminada, etc.), y cuando caiga Chávez, Ecuador, Bolivia y Nicaragua se someterán a la Doctrina Monroe. Cuba quedará en una situación muy débil. Es decir, el fenómeno del bolivarianismo es una cosa del pasado. La fuerza en ascenso somos nosotros. Ustedes, Brasil, pueden subirse al tren de los perdedores o se alejan del grupo de centroizquierda y aceptan un trato privilegiado como gendarme regional del patio trasero. Escojan.
La batalla decisiva por América Latina se da en Venezuela. Lamentablemente, el Presidente Chávez juega exactamente el papel que la estrategia de Washington le asigna: en lugar de ampliar las alianzas internas mediante un viraje incluyente de su política, la radicaliza, aislando y debilitándose cada vez más. Reaccionar ante la crisis de gobernabilidad, cada vez más palpable en Venezuela, con la proclama: "Exijo lealtad absoluta a mi liderazgo. No soy un individuo, soy un pueblo”, ha causado escalofríos en la clase media venezolana y los brindis de champán en el Departamento de Estado, la CIA y la Casa Blanca.
Es trágico ver como el Presidente, pese a sus grandes talentos individuales, carece totalmente de la dialéctica política y la capacidad gerencial que destacan el rumbo del gobierno chino. La ausencia de esas virtudes lo condenan a perder la Nueva Guerra Fría del imperialismo.