Estamos conscientes de que la LOT no puede ser una Ley Socialista, porque para que lo fuera la propiedad privada no puede ser la predomínate, ni puede existir la explotación y alienación que ocurre por naturaleza en todo proceso de trabajo donde el trabajador vende su esfuerzo como mercancía. Para eso la propiedad de los medios de producción tendría que ser comunal, tampoco existiría la diferencia entre trabajador público y privado, porque no existiría ni lo privado ni el estado. El trabajo sería trabajo libre para la reproducción y la recreación, retomaría su condición humana y perdería su condición servil. Pero conscientes de las debilidades y obstáculos internacionales y nacionales, en el contexto del capitalismo global y que estamos en un proceso en construcción, debe entenderse esta Ley como una transición, en una sociedad donde aún predomina el modo de producción capitalista y sus relaciones sociales.
Nadie puede negar el carácter obrerista de este gobierno, un gobierno de carácter popular que ha dado respuesta a los históricamente excluidos, no solo a través de paliativos, como podrían ser las Misiones, sino a través del acrecentamiento del poder popular: desde la participación política directa (consejos comunales y comunas), la entrega de tierras y cogestión de empresas, entre muchas otras medidas. Sin embargo, frente a la promulgación de la LOT, consideramos que se han producido evidentes contradicciones; Primero, estamos frente a una deuda pendiente, una reforma laboral con 13 años de espera. Segundo, el gobierno ha creado una central de trabajadores paralela y ha pretendido, en algunos momentos, controlar el movimiento obrero, produciéndose la sustitución de la contratación colectiva por decretos. Tercero, existen poca democracia interna en los nuevos gremios y sindicatos y centrales trabajadoras. Cuarto, a través de las contrataciones y subcontratos temporales, la proliferación de cooperativas, se ha masificado la tercerización tanto en el sector público como privado, llevando al trabajador a condiciones históricamente superadas. Quinto, a pesar de los avances en la democratización, aun en las propias empresas del estado y organismos públicos, en los ministerios, hay poca participación de los trabajadores.
Nos preocupa que la discusión sobre la ley se haga de forma apresurada, donde los protagonistas centrales, los trabajadores, no conozcan y la discutan abiertamente, quien escribe no ha podido, como la mayoría de los venezolanos, conocer la propuesta. Pero peor aun nos parece que la discusión de una ley de trabajo, en el contexto de la transformación al socialismo, se quede solo en lo reivindicativo, el tema central parece girar sobre las prestaciones sociales y su confrontación a la reforma de 1997. Esta nueva Ley, además de reivindicar el papel de trabajo como necesidad creativa humana, debe- aún existiendo las relaciones de producción capitalistas- proteger al máximo al trabajador frente al capital, para crear una correlación de fuerzas a favor de la clase obrera, en sus reivindicaciones. Comenzando por aspectos teóricos- filosóficos, sin los cuales se perdería el sentido de la ley.
Basta con revisar los articulados de la ley de 1997, para diagnosticar el sentido utilitario que le da al trabajo, en su artículo 2 señala: “El Estado protegerá y enaltecerá el trabajo, amparará la dignidad de la persona humana del trabajador y dictará normas para el mejor cumplimiento de su función como factor de desarrollo, bajo la inspiración de la justicia social y de la equidad”. Igualmente en sus artículos 41, 42, 43 y 49, queda marcada, al mejor estilo tayloriano, una profunda diferenciación -no solo técnica sino también social-entre el trabajo manual ejecutado por los obreros, el trabajo intelectual ejecutado por los empleados y gerentes, y la conceptualización de los patronos, como los dueños de los medios de producción o sus representantes.
La LOT debe preparar el camino a una nueva condición del trabajo, es decir unas nuevas relaciones sociales, y no puede quedarse solo en paliativos. Recordamos en la propuesta fallida de Reforma Constitucional del 2007, planteaba el concepto de "control obrero", no es cogestión sino control, como un proceso de transición del modo de producción capitalista a la propiedad socialista, a través de la conformación de los Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras. La nueva LOT debe, entre otros asuntos: devolverles las prestaciones sociales, permitir el derecho a la educación, la salud, la cultura y la recreación gratuita, crear cada vez las mayores condiciones para la cogestión y la administración directa de las empresas y actividades por parte de los trabajadores, mejorar la seguridad social, evitar la tercerización que lleva a condiciones serviles a los trabajadores, proteger el derecho a la mujer trabajadora y el trabajo domestico, fortalecer protección a la maternidad. Castigar el acoso sexual. Prohibir discriminación por género en la selección del personal. La disminución de las horas de jornada de trabajo. Proteger el salario. Estimular las redes y asociaciones nacionales e internacionales de los trabajadores, acabar con las exclusiones y discriminaciones de regímenes especiales. Suprimir la figura de trabajador de confianza. Aprendices no deben ser excluidos de los derechos laborales. Horarios flexibles para quienes estudien. Estabilidad laboral, nadie podrá ser despedido sin justa causa. Se aplicara privación de libertad preventiva a quien se opongan al reenganche. El bono de alimentación debe formar parte del salario integral. Garantizar la participación en los beneficios de las empresas.
Todo esto sin la menor duda necesita del impulso inicial del estado socialista que lo protege y lo promueve, pero sin caer en el paternalismo y populismo que pretenda manipular y malformar a la organización de trabajadores y sus movilizaciones, al final es el trabajador como sujeto histórico y no el estado el protagonista de los cambios y la transformación al socialismo.
pedrorodríguezrojas@gmail.com