Este miércoles 27/06/2012, para intentar escaparme de la soledad de mi apartamento, decidí irme a la Biblioteca Central Temístocles Maza en pleno boulevard 5 de julio en Barcelona. En el trayecto hacia la biblioteca, pensaba en algún buen libro para sacarlo en condición de préstamo o un encuentro con un par de octogenarios panas con los cuales pudiera tomarme un café y conversar.
No hubo necesidad de buscar la lectura, justo en la cercanía de la biblioteca, me encontré con una discusión de esas que uno no desea estar como participante u oyente, pero que son necesarias. Las evitas porque nadie disfruta viéndose lo errores o viendo los errores que cometen personas que nos dicen ser revolucionarios. El tema de discusión, trataba la situación de los trabajadores y trabajadores dependiente del Ejecutivo del estado Anzoátegui, que después de un proceso electoral que ocurrió hace más de un año para renovar el sindicato; los funcionarios y las funcionarias que trabajan en la gobernación, según entendí, están en unas condiciones de total y absoluto desamparo y consté, que antes de este proceso electoral no estaban bien porque el sindicato o los camaradas que componían el sindicato se habían dividido y cada uno andaba por su lado tranquilo y sin nervio.
Según entendí de la discusión, se armaron unas elecciones y la participación por plancha se redujo a que cada pedacito del sindicato que existía antes de sucederse estas elecciones, tomó la decisión de presentarse como una opción para representar a los trabajadores y trabajadoras. Estos pedacitos compitiendo por lo que antes habían abandonado y dividido, no garantizaba nada bueno y eso fue lo que sucedió. Ganó la Plancha encabezada por Carlos Martínez e inmediatamente, cada pedacito del sindicato que dejaría sus funciones, no podía aceptar la derrota y cada uno de esos pedacitos, decidió interponer ante la instancia respectiva un reclamo o una impugnación del proceso de elección. Como estos pedacitos son revolucionarios y los otros pedacitos que recibieron los reclamos y las impugnaciones también son “muy revolucionarios”; la situación está prácticamente en una fase de agonía crónica y muy revolucionariamente; los trabajadores y trabajadoras adscritas al gobierno estadal se encuentran desamparados.
Este hecho, no requiere de análisis y comentarios adicionales porque todo está perfectamente claro, desde una óptica revolucionaria. Cuatro o cincos revolucionarios que dividieron al sindicato que controlaban totalmente, no fueron capaces de trabajar unido por los intereses de los trabajadores y se empeñaron en perpetuar sus divisiones para mantener en una condición de desamparo a los funcionarios y las funcionarias de la gobernación del estado. Persistieron en su política de negarle a los trabajadores y trabajadoras administrativo su derecho a disponer de un sindicato que los defendiera, colocando en el centro del debate, sus intereses personales y rencores. Situaciones como estas, nos comunican mucho sobre el tiempo que se gasta en situaciones absurdas que no dejan ningún tipo de lección y que se convierten en una traba para disponer de una fuerza sindical revolucionaria que sirva de contrapeso a las opciones burocráticas que van paralizando o retrasando el avance del proyecto bolivariano
No entro a calificar cuál de los tres o cuatro pedacitos revolucionarios que optó por un puesto en el sindicato tiene razón, pero si alguno ganó, que de complicado fueron estas impugnaciones y el proceso electoral, que después de haber transcurrido más de un año; la situación de los trabajadores y trabajadoras de la gobernación del estado Anzoátegui continua igual: Desamparo total.
Camino a encontrarme nuevamente con la soledad de mi apartamento, pensaba y me decía; posiblemente la división del sindicato en pedacitos fue una manera de reconocer su incapacidad. Fue una buena excusa; posiblemente también, mantener estas impugnaciones es una forma de continuar con su incapacidad por tiempo indefinido.
Es también una verdad monumental, que esta situación y su indefinición coloca la pelota del otro lado y nos lleva a preguntarme: ¿Existen trabajadores y trabajadoras en la gobernación? ¿Son ciudadanos o son objetos? Ya en la soledad de mi apartamento, tuve que decirme: bueno, la cosa aquí en Anzoátegui no está tan mal; peor está en Ciudad Guayana.
@ClaudioElcuaco