El drama de cada día

Los trabajadores venezolanos, por lo regular, deben levantarse muy temprano para ir a laborar. A eso de las 5 am comienzan sus faenas de aseo personal y luego el infaltable cafecito. El siguiente paso es levantar a los hijos para que vayan a sus centros educativos y comienza el drama, pues deben destinar por lo mínimo 100 bs para la merienda de cada niño, asegurarse de que haya alimentos para realizar el almuerzo y después enfrentarse las enormes colas para ubicar transporte para llegar a tiempo al trabajo. Pues en este país el transporte es de pésima calidad y escaso. Luego encarar las penurias y calamidades del trabajo, los sin sabores, las alegrías, las buenas y mala noticias. Transcurrida la mañana llega la hora del almuerzo. Con la vianda en mano buscar un sitio agradable para ingerir los alimentos. Antes de abrir los recipientes pensar en todas las colas, especulación, escasez que debió pasar para comprar los productos con los cuales preparó esos alimentos. A las 5 de la tarde regreso a casa, pero no sin antes enfrentarse a las colas y espera para abordar un transporte. No queda de otra sino repagar el pasaje al doble para poder arribar al hogar. Al llegar, con la alegría de ver a la familia y compartir un tiempo con ellos, darse cuenta que no hay con que preparar la cena. Ir a la abasto y encontrar que un paquete de harina lo venden en 80 bs, un kilo de queso en 600 bs, la azúcar en 60 bs, el pan 10 bs la unidad, el ¼  de kilo de café 120 bs, la margarina 70 bs, la mayonesa 120, y así todos los productos con un sobreprecio tal que es imposible que el dinero alcance para una cena decente.

Después de sortear todas las angustias del día llega el momento de meterse entre las sabanas de una aplacible cama. Pero no, en ese momento se va el fluido eléctrico y debe posponer el sueño reparador para más tarde. Entra en zozobra pues el corte eléctrico pudo haber dañado la nevera, televisor o el aire. No hay más opción que esperar pacientemente las dos horas que dura el racionamiento no programado. Medita que ha sido un día difícil y que, después de todo el trajín diario debe soporta aún la oscuridad, calor y los sancudos antes de poder ir a reponer las fuerzas para la jornada de trabajo del siguiente día.

Transcurrido el apagón, ahora sí, se decide por la cama. Pero antes cabila sobre toda el esfuerzo diario que debe hacer y su salario solo alcanza para sobrevivir. Como brindar una alimentación de calidad si la carne solo se encuentra a 600 bs el kilo, el pollo, a 200 bs kg, el puerco a 550 kg, la leche a 500 bs el kg. Cómo soñar con una casa digan, un automóvil, viajar o simplemente cumplir con todo lo requerido en un hogar en estas condiciones económicas.

La Revolución es la esperanza que tenemos los trabajadores para mejorar nuestra calidad de vida: EL BUEN VIVIR que nos legó el Comandante Chávez. Pero los seudo/líderes que nos gobiernan han trasformado todo ese esfuerzo en una comiquita, en un remedo, en una falsa revolución. No obstante, la organización del pueblo para exigir la reconducción y rectificación en la revolución sigue siendo la salida. No dejemos que con una verborrea discursiva nos sigan robando la REVOLUCION.

*Docente/investigador. Universidad del Zulia. Licenciatura en Antropología

 


jalarconxxi@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1807 veces.



Johnny Alarcón Puentes

Docente/investigador. Universidad del Zulia. Licenciatura en Antropología.


Visite el perfil de Johnny Alarcón Puentes para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: