En la primera semana del presente mes, se produjeron enfrentamientos en la localidad de Huanuni entre “mineros cooperativistas” privados y mineros estatales agrupados en la Corporación Minera de Bolivia (Comibol). El saldo fue de 16 muertos, más de 100 heridos, casas incendiadas y otros daños materiales. Los cooperativistas tomaron por asalto la mina estatal de estaño en el cerro Posokoni, ante la impasividad de la policía que optó por retirarse del lugar, permitiendo así la masacre.
El gobierno de Evo Morales, ha venido teniendo una política favorable a los intereses de los cooperativistas privados, que explotan a cerca de 50.000 trabajadores asalariados. Nombró como ministro de minería a un líder cooperativista, y recientemente entregó a estos las minas de Caracoles y Colquiri, además de incentivos tributarios.
El negocio minero ha tenido importantes réditos económicos en los últimos años, este hecho combinado con la política del gobierno proclive a los cooperativistas fue el caldo de cultivo para las acciones que llevaron a estos últimos a intentar tomar violentamente las minas estatales de Huanuni, con el saldo trágico ya conocido.
Simultáneamente con este hecho, la oligarquía boliviana sigue intentando desestabilizar al gobierno de Evo Morales, ante el temor de que las tímidas medidas nacionalistas adoptadas por el líder cocalero impulsen el proceso revolucionario abierto en ese país andino. Esto se ha puesto de manifiesto en la crisis de la Asamblea Constituyente, crisis que fue favorecida por la debilidad y la conciliación del gobierno frente a la burguesía de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija.
¿Qué está sucediendo en Bolivia?
En Bolivia hay un proceso revolucionario en curso, abierto desde las jornadas de octubre del 2003, que derrocaron al gobierno neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada. El gobierno de Evo Morales es fruto directo de este proceso, así como de la crisis de la burguesía y de sus partidos para continuar gobernando como lo habían hecho hasta hoy. Aunque el gobierno del MAS trata de conciliar con la burguesía -en el marco de lo que los ideólogos del gobierno han llamado “capitalismo andino”- ahora reunida alrededor del llamado “Comité Cívico” –algo similar a la Coordinadora Democrática de nuestro país-, se ve obligado, por el polvorín revolucionario en el que se encuentra, a llevar adelante algunas medidas tibiamente “nacionalistas” como las ejecutadas en la industria petrolera y en el campo, que aún están muy lejos de la “agenda de octubre”, que fue el programa de nacionalizaciones y medidas antiimperialistas por el que se movilizaron los trabajadores y campesinos en octubre del 2003, contra el gobierno de Sánchez de Lozada.
Gracias al carácter conciliador del gobierno frente a la burguesía, ésta se ha envalentonado e intenta pasar a la ofensiva. El imperialismo, que había tenido una política poco agresiva frente a Evo Morales, ahora apoya los intentos desestabilizadores de la oligarquía boliviana. Y ambos tratan de evitar que la revolución obrera y popular se desborde.
¿Es posible un golpe?
Simultáneamente con la ofensiva de la burguesía y el imperialismo, las masas obreras y campesinas siguen movilizándose y exigen al gobierno de Evo Morales que cumpla con la “agenda de octubre”. La Fejuve exige el cumplimiento de reivindicaciones populares postergadas, mientras que la COB se moviliza en defensa de los mineros y por la nacionalización de las minas de estaño bajo control de los trabajadores.
Algunos sectores de la izquierda latinoamericana, y del chavismo aquí en Venezuela, plantean que la movilización de la COB, de la Fejuve y los campesinos podría favorecer las acciones desestabilizadoras que viene ejecutando la oligarquía, presuntamente como parte de la preparación de un golpe de Estado contra Evo. En nuestra opinión, sin dejar de ser una carta que en el futuro se podría materializar, es poco probable que en lo inmediato se produzca un golpe porque esto, al igual que sucedió en nuestro país en abril del 2002, desataría una poderosa insurrección obrera y popular en el contexto revolucionario que vive ese país, y esto lo saben la burguesía y el imperialismo. Lamentablemente, la debilidad del gobierno frente a la oligarquía, es el factor que la ha venido fortaleciendo, después de encontrarse contra la pared.
No es la movilización de los mineros, fabriles, docentes, campesinos e indígenas lo que favorece la posibilidad de un golpe, sino la lenidad del gobierno de Evo Morales frente al capital y las transnacionales. Por el contrario, es la fuerza de la movilización obrera y popular lo que puede evitar un golpe reaccionario, tal como se demostró en Venezuela.
En tal sentido, el gobierno de Evo Morales, para liquidar las pretensiones golpistas del imperialismo y la oligarquía, tendría que romper con los capitalistas y las transnacionales, y apoyándose en los trabajadores y el pueblo, comenzar a cumplir las reivindicaciones de la “agenda octubre”.
*Docente de la UCV y miembro del Comité Nacional Impulsor del Partido Revolución y Socialismo (PRS)
www.revolucionysocialismo.org
miguelaha2003@yahoo.com
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