En un contexto de conflictos laborales, unos recientes y otros todavía en curso, en empresas públicas y privadas de varios estados del país, se sientan a conversar los factores de la llamada "Tripartita".
Acaba de ocurrir una huelga de brazos caídos en Sidor, que duró varios días y suscitó la solidaridad de otros sectores de la clase trabajadora de Guayana y del país. Ante lo de SIDOR, el gobierno primero acentuó la presencia de cuerpos represivos dentro de la siderúrgica, intentó usar a trabajadores "desactivados" como esquiroles, movió fichas de la burocracia sindical psuvista y trató de lograr negociaciones tanto a través del presidente de la empresa como del gobernador del estado Bolívar, para finalmente acordar el cálculo adecuado de un aumento salarial agregando aproximadamente 100 dólares, algo muy insuficiente pero que, de cualquier modo, mejora un poco el salario anterior. Aún no se sabe si la empresa buscará tomar represalias.
En otros estados del país los trabajadores también han realizado protestas por más salario, por la situación terrible de los jubilados y por el mecanismo de precarización laboral que se mantiene con la excusa de la guerra económica, de las sanciones imperialistas y de la pandemia, por el cual una parte de la nómina de la empresa se mantiene inactiva y en mínimos salariales (los llamados "no convocados" o "desconvocados") y otra parte son los "convocados" a la producción, que pueden acceder a algunos complementos o beneficios. Este mecanismo equivale a mantener una especie de "ejército laboral de reserva" para utilizarlo en contingencias (como en SIDOR, que trató de hacerles sustituir a los huelguistas sin poder lograrlo). También lo usan como castigo para los que reclaman o luchan (los desconvocan). Todo esto es gracias a las políticas de capitalismo salvaje del autodenominado "gobierno obrero" de la burocracia cívico-militar que encabeza Maduro, como el Memorando 2792 y otros adefesios.
Después de haber descalabrado al país, saqueando a las empresas del Estado, sometieron a los trabajadores a un salario casi equivalente a cero durante varios años, que ha sido la principal manera de descargar la crisis económica sobre la clase obrera.
Con un "salario cero" en Venezuela (violatorio del Art 91 CRBV, que coloca como referencia el costo de la canasta básica), la patronal y el aparato del Estado pudieron funcionar, por consiguiente, con un costo laboral también cercano a cero (salarios de 3 dólares mensuales frente a una canasta básica de 700 a 900 dólares durante los últimos años). Con este despojo a la clase obrera, la burocracia y los patronos, trataron de rellenar los baches creados por la corrupción y de la disminución de los ingresos nacionales e incluso les sirvió para frenar un poco la hiperinflación.
Pero si los salarios siguen por el suelo, no hay capacidad de gasto y la producción no tiene salida; no hay cómo realizar la ganancia y lograr de nuevo cierto crecimiento económico, a menos que todo vaya para la exportación, que no es el caso; pero aun así tales condiciones laborales, tarde o temprano comprometerían a la economía y a la estabilidad socio-política interna. Esta es una de las razones por las cuales ahora se ven en la necesidad de "dialogar" y miran si hay la manera de "aflojar" un poquito.
Entonces, el tema no es sólo económico-laboral, sino que tiene mucho peso el elemento político. Lo que el gobierno le ofrece a la clase empresarial y a las transnacionales o a la geopolítica imperialista (por detrás de su hipócrita verborrea seudo socialista) es a cambio de salvarle el pellejo a la burocracia gobernante y obtener el reconocimiento al gobierno de Maduro, para quitarse de encima la paja de la "presidencia interina" de Guaidó y la desestabilización golpista-intervencionista. Esto iría aparejado al cese de las sanciones económicas internacionales o a su relajamiento.
La política del gobierno de la burocracia del PSUV, los militares y la neo-burguesía, le ha conseguido a la clase capitalista la destrucción de conquistas históricas (económicas, sociales, sindicales y democráticas) de la clase trabajadora, acumuladas durante décadas y en los primeros años de la revolución bolivariana. Ha sido una demolición.
Y esto, como los ultra-bajos salarios e incluso las políticas autoritarias hacia los trabajadores, ha venido siendo aprovechado por el empresariado tradicional y emergente, a pesar de no tener un gobierno salido de su estirpe o que les simpatice; pero se lo pueden calar hasta cierto punto por algunas conveniencias y después ya verán, porque hasta ahora no les han salido bien las operaciones políticas que han ensayado desde la oposición para hacerse con el poder.
Maduro les ha brindado lo que no consiguieron con semejante profundidad en los tiempos del neoliberalismo, y ahora les hace ofrecimientos ventajosos de apertura a la inversión extranjera (como lo que contempla la mal llamada "Ley Antibloqueo", el plan de las Zonas Económicas Especiales, el Arco Minero del Orinoco, la claudicación de la soberanía en el manejo de los hidrocarburos, en un marco de desregulación y flexibilización laboral casi total por el incumplimiento escandaloso de la Ley del Trabajo y de la Constitución.
Después de haber destruido el salario, las prestaciones, las convenciones colectivas, y haber prácticamente estatizado al mundo sindical, aparece la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a sentarse con el gobierno, las burocracias sindicales, una cierta "sociedad civil", representantes de gremios patronales y una oposición "ligth" hecha a la medida del gobierno.
El escenario de la Tripartita, sus actores y títeres
La OIT es una organización tripartita con representantes de gobiernos, empleadores (empresarios) y "trabajadores en sus órganos ejecutivos" (direcciones sindicales, generalmente burocráticas y no precisamente legítimas). Aunque pregona la búsqueda de la protección y la justicia social para la clase trabajadora, en el trasfondo está la búsqueda de cierta "cooperación para obtener igualdad en las condiciones de trabajo en los países" que compiten por los mercados… "considerando que existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y armonía", lo cual es un peligro para la estabilidad en una economía interdependiente como la que caracteriza a un mundo capitalista cada vez más globalizado. Es por ello que discuten sobre las áreas que pudieran ser mejoradas, dentro de las condiciones capitalistas de explotación.
Para esta conversación o negociación tripartita (gobierno-burócratas-empresarios, entran ciertos políticos, la supuesta "sociedad civil" y el organismo internacional). El gobierno lleva sus cartas de negociación, y es así como vemos que aprovecha la presencia de la OIT y las conversaciones de la Tripartita para liberar (no sin la presión de la lucha) a un par de trabajadores o luchadores sindicales presos que el sistema judicial-gobierno mantenía criminalizados (casos de Rodney Álvarez y Eudis Girot), usándolos en cierto modo como rehenes, pues luego, si le conviene, encarcelará a algunos más, como es su costumbre.
Otros actores son excluidos de esta Tripartita, como ya hemos sabido, entre los que se encuentran la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV) y el Partido Comunista de Venezuela, así como factores críticos o que hacen oposición de izquierda al gobierno.
Entre los actores que intervienen en la Tripartita, la burocracia sindical de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CSBT) funciona como un instrumento del aparato del Estado y supeditada al gobierno, donde su papel es defender que la condición para cualquier mejora sea la subida o recuperación de la producción, así como que que los participantes le pidan a los Estados Unidos que no siga con las sanciones y que acepte al gobierno de Nicolás Maduro (por ahora). Carlos López, de la CSBT le echa la culpa de los bajos salarios a las sanciones económicas, pero no explica por qué el gobierno ni siquiera informa el costo de la canasta básica y la canasta alimentaria, ni reconoce la situación de incumplimiento del Art 91 constitucional. Sin embargo, no hace mucho que anduvo hablando de fijar un salario de más de 400 dólares, pero ya se le pasó la fiebre. Cuando las aguas se agitan buscan calmarlas generando falsas expectativas, o simplemente apelan a la represión.
Por otra parte, la burocracia sindical que milita en los partidos dirigidos por los grandes empresarios (la derecha tradicional) pone por delante los intereses políticos (y económicos) de la burguesía, reclamando para los trabajadores lo que en un momento dado les sirva para manipularlos en favor de los planes de la gran patronal (privada) o ganar votos para los candidatos de esos partidos burgueses. Por eso prácticamente no le reclaman nada al sector privado y se enfocan exclusivamente en la disputa con el gobierno.
La totalidad de esta dirigencia sindical es ilegítima, no fue elegida por los trabajadores en condiciones democráticas o no consulta a la base en asambleas, por lo que no representan al movimiento obrero. En ese "diálogo" a quien representan es a sus jefes y a quienes les financian. Pero eso no quiere decir que, si la clase trabajadora lucha no se puedan reflejar ahí adentro esas presiones, producto de la movilización y de la correlación de fuerzas que la masa trabajadora consiga alcanzar.
No es que desde Marea Socialista descartemos cualquier tipo de diálogo. Lo que estamos diciendo es que el diálogo debe ser reflejo de los niveles de organización y de lucha, con independencia de clase (no mandados por los patronos y el gobierno) y con representatividad genuina: consulta democrática a los trabajadores y a las trabajadoras, que son quienes tienen que autorizar los planteamientos y los objetivos propuestos, en correspondencia con sus intereses y con vocerías democráticamente elegidas por la clase trabajadora misma. En el caso de esta Tripartita, lo que hay es un teatro de títeres, y por eso de esa instancia no salió ninguna conclusión significativa que pueda considerarse realmente favorable o ventajosa para la clase trabajadora, mientras que el gobierno busca aprovecharla para lavarse la cara.
No creamos en falsos representantes y sus "diálogos", tengamos confianza en nuestra propia lucha
Por fuera de todo esto, la clase trabajadora tiene que seguir intentando recuperar sus niveles de organización, conciencia y lucha, capacidad de movilización y ejercicio de democracia obrera-sindical, cuidando su independencia de clase e independencia política respecto a los aparatos sindicales burocráticos instrumentados por el gobierno o los patronos, y respecto a los partidos que representan a la burocracia y al capital: básicamente el PSUV y sus apéndices del Polo Patriótico y los partidos viejos o nuevos de la derecha, ya sean colaboradores o abiertos enemigos del gobierno.
La precarización laboral y el empobrecimiento, la burocratización sindical, la represión y la manipulación política, así como la pérdida de memoria histórica y conciencia de clase, son elementos de retroceso para la clase trabajadora en Venezuela, que necesita hacer un gran esfuerzo para recuperarse y volver a avanzar.
Es preciso combinar la dinamización de las luchas con pasos hacia la reorganización sindical desde cada empresa y sector, así como a escala local, regional y nacional, procurando la unidad y coordinación de las luchas y, sobre todo el ejercicio de la democracia obrera y sindical, la participación y la consulta de la base, y el control estricto de nuestras vocerías o dirigencia sindical. Tenemos que volver a impulsar la formación clasista para la orientación consciente de la clase obrera, con conocimiento histórico de sus propias luchas y experiencias (nacionales e internacionales) porque todo eso ha sido destruido por las burocracias sindicales y políticas actuales.
Levantemos y desarrollemos nuestro propio plan de lucha
El ir levantando un plan de lucha, desde los propios centros de trabajo y con cada pelea de la clase trabajadora, dondequiera que sea, es muy importante, a la par de la reorganización y la discusión-práctica de nuestros métodos.
La reivindicación general más sentida por la clase trabajadora es sin duda el salario, que debe tener en principio, como objetivo, el rescate y cumplimiento de lo contenido en el Art 91 de la Constitución respecto al salario suficiente y al salario mínimo, cuya referencia es el costo de la canasta básica, cuando ni siquiera nos aproximamos ni de lejos al valor de la canasta alimentaria (por eso le decimos salario cero o salario de hambre). Y junto a esto está la recuperación del valor de las jubilaciones y pensiones que es otro de los más frecuentes motivos de protesta. Tenemos que acabar con la bonificación permanente del salario y recuperar todas sus incidencias prestacionales.
La eliminación del mecanismo de precarización y extorsión o represión en que se ha convertido la discriminación de trabajadores entre convocados o activos y no convocados o inactivos es otro reclamo que se está sintiendo mucho en estos momentos, conjuntamente con el reenganche de los despedidos.
Es preciso que se le ponga fin a la interpretación torcida del Art 148 de la LOTTT, por la cual el objeto de "proteger el proceso social de trabajo" es entendido por el Ministerio del Trabajo como protección de los intereses empresariales del patrono en perjuicio de los trabajadores.
Todo esto va ligado a la eliminación efectiva del nefasto Memorando 2792 y el restablecimiento pleno de la LOTTT, junto con la derogación de todas las disposiciones anti obreras que han sido incorporadas en las últimas leyes (incluida la "Ley Antibloqueo").
La Ley Contra el Odio debe ser derogada de inmediato, por ser utilizada contra la libertad de expresión y como instrumento para criminalizar, judicializar y encarcelar al activismo laboral y a ciudadanos y ciudadanas, arbitrariamente.
La liberación de las y los activistas, luchadores y dirigentes sindicales que están en prisión, debe ser total e inmediata, así como de manera plena, sin restricciones bajo medidas cautelares y regímenes de presentación. Junto con esto, el fin de la represión, y la salida de los cuerpos de seguridad del Estado de los espacios laborales.
Hay que exigir el restablecimiento de libertades sindicales elementales, del derecho a realizar elecciones sindicales, renovar dirigencias caducas, registrar sindicatos, realizar reuniones y actos sindicales, consultar en asambleas, realizar protestas y poder recurrir a la huelga, entre otros derechos asociados a la vida sindical que han sido conculcados en los hechos por el gobierno y de lo que se aprovechan los patronos. No a la imposición de sindicatos supeditados al gobierno o a las patronales.
Debemos defender el cumplimiento y la renovación de las convenciones colectivas, que en los hechos son permanentemente negadas y burladas por el Estado y por los empresarios privados o son impuestas mediante vulgares maniobras.
Para esto y mucho más necesitamos avanzar en la autonomía sindical y en la unidad y coordinación de nuestras luchas comunes, así como en la solidaridad de clase. Debemos liberarnos de la infección de burocratismo que asfixia la democracia sindical y contribuye a imponer los planes anti obreros del gobierno y nos somete a las ambiciones empresariales. Forjar una nueva dirigencia con la lucha organizada desde la base.
La auditoría social de los fondos de pensiones y jubilaciones robados, el castigo a los responsables, y la devolución de los recursos arrebatados a los trabajadores (con la confiscación de bienes a los autores de esos despojos) es una cuestión que está también sobre el tapete. Esto también se extiende al patrimonio de las empresas públicas.
Nos han despojado de todos los logros obtenidos en materia de seguridad social y salud. Es imperioso el rescate del derecho a una seguridad social y servicios de salud efectivos, satisfactorios y de calidad, para el pueblo trabajador. Así como del derecho a un ambiente y condiciones laborales saludables y seguras en los centros de trabajo, pues al respecto hemos perdido mucho terreno que habíamos ganado con los consejos y delegados de prevención.
Todo ello es algo que va muy ligado al ejercicio de la contraloría social por parte de la clase trabajadora e incluso debemos recordar nuestros intentos por realizar ejercicios de control obrero y autogestión, lo que debemos mantener presente en nuestra memoria como clase frente a las circunstancias que se puedan dar.
En Venezuela es imperativo ir hacia un proceso de redefinición y refundación de las organizaciones obreras y sindicales desde la lucha, discutiendo a partir de las situaciones concretas y de la solidaridad colectiva, reelaborando nuestras bases programáticas, debatiendo sobre los métodos democráticos, los antídotos contra el burocratismo y la corrupción, las formas de lucha, y también la independencia política de clase (no solo sindical).
Y es en este último sentido que le planteamos a la clase trabajadora la necesidad de descartar a todos esos falsos representantes sirvientes del gobierno o de los patronos, unos más descarados que otros, y forjar una herramienta política propia de la clase trabajadora, que no nos ate ni nos someta a nuestros enemigos de clase y que nos permita disputar en todos los terrenos, aspirando a alcanzar la puesta en manos de la clase trabajadora la conducción y reconstrucción del país. Hablamos de la construcción de un partido de los trabajadores, propósito y proyecto al servicio del cual Marea Socialista se propone llevar adelante la discusión y agrupamiento de fuerzas y voluntades propulsoras.